Yo soy así, una mujer desafiante, incorregible, e insoportable para muchos. Soy el resultado de mis esfuerzos y también de mis sufrimientos, porque siempre me he negado a ser víctima ya ser esclava. Lo que usted ve es todo lo que soy, sin falsedad: alguien que ama a sí misma y por encima de todo, ama la vida.Esta visión plena y auténtica de sí misma no llega exactamente a los 20 o 30 años de edad. De hecho, en la actualidad se habla ya del poder de los 50 en la mujer. Es evidente que
toda edad tiene sus hechos, sus conquistas y sus bellezas. Sin embargo, cuando se acerca esta quinta década, muchos lazos se rompen, muchos esquemas. Se comprende también que la gente no necesita ser la "mitad de nadie" para ser feliz. "Aquel que no sabe aullar no encontrará su manada."
-Clarissa Pinkola Estés-
Por otro lado, otro aspecto interesante que está en el auge es el de la "mujer alfa".
La presencia femenina ya conquistó muchos espacios reservados hasta hace poco para el hombre. Son influyentes, agregan valor, creatividad y aptitudes admirables para liderar negocios y crear un entorno de trabajo más empático, donde dinamizar el personal para nuevas conquistas. Pero una cosa que todos sabemos es que la "mujer alfa" no germinó exactamente en este siglo XXI. Somos herederas de un linaje. La mujer siempre fue esa guerrera silenciosa y anónima en sus contextos más cercanos. Por ejemplo, cargamos en la memoria a nuestras abuelas: mujeres admirables que tranzaban la tristeza en sus cabellos y que hacían todo por sus hijos. Por su hogar, por su familia. Damas valientes que nunca se quejaron y que cuando miraban sus propias manos curtidas por los años y el trabajo, soñaban que algún día sus hijas fueran lo que son ahora.
Mujeres que construyen su futuro con orgullo, en libertad ... El legado de la diosa desafiante Muchas culturas dicen que la mujer representa "la luz de la vida". Sin embargo, ese fulgor no está en su mirada, sino en sus ovarios. Por su parte, es curioso como en las raíces culturales de pueblos de todo el mundo, la figura de la mujer no sólo era vista como "creadora", sino también como una entidad desafiante.
Así como explica Robert Graves en su libro "La diosa blanca", tanto en la Europa antigua mediterránea y en el Oriente, eran muy comunes las culturas matriarcales que adoraban a una Diosa Suprema. Era una divinidad asociada a la Luna que se erguía con luz propia frente al resto de los dioses masculinos. Sin embargo, todas estas raíces y esos ecos de notable belleza fueron borrados por el surgimiento del patriarcado. La mujer y su cuño antropológico y cultural se desbotaron a partir del año 400 a. C., momento en el que se vio obligada a habitar los espacios privados, en silencio y en la sumisión. La Gran Diosa, desafiante, transformadora y llena de misterios, no murió: continuó existiendo en secreto en muchos pueblos. Fue transmitida de generación en generación, de mujer a mujer en el mágico vínculo del legado femenino.
Era susurrado en silencio que un día la mujer fue como la Luna. Este arquetipo que avanza y crece a través de diversos ciclos, de diversos cambios. Alguien con poder sobre la naturaleza y que un día fue temido por esa entidad que representaba el poder masculino: el Sol.
La mujer desafiante que usted tiene dentro de sí Son tiempos de desafío.
Todos estos legados culturales que los demás quisieron silenciar siguen siendo nuestros.
Son testimonios que ahora recuperamos en libros como "La Diosa Blanca
" de Graves, o con "
Las mujeres que corren con los lobos"
de Clarissa Pinkola Estés. La mujer sabe que es victoriosa, comprende que su voz tiene fuerza y que puede y debe desafiar a sí misma y al propio mundo. "Pinto a mí misma pues soy quien yo conozco mejor." -Frida Kahlo-Vamos a admitir: al fin de cuentas siempre llega ese momento. Este día en el que la gente cansa de decir "sí" cuando lo que se quiere decir es un "no".Tal vez esa sensación de pleno control llegue, efectivamente, cuando se asume la propia madurez.Cuando ya no hay miedo del paso del tiempo, y la soledad no es vista como una enemiga, sino como un espacio de crecimiento, de expansión y oportunidad. Una cosa que todos sabemos es que la mujer desafiadora, a veces, no es bien aceptada. Es como un pulso magnético que viene de lo más profundo de la Tierra y que deja su fuerza para cambiar la realidad. Una cosa así es recibida con miedo. Porque los cambios que tratan de renovar las viejas fundaciones se ven con inquietud.
De forma similar,
la mujer de personalidad fuerte todavía es vista con desconfianza. La llaman egoísta sólo porque se mantiene firme en sus convicciones, en sus valores, o porque en un momento dado decide finalmente priorizarse a sí misma. Creemos o no, seguimos siendo esas hechiceras, renegadas a veces por nuestros propios dones, pero envidiadas también por nuestras tantas capacidades.
No importa que seamos incorregibles, fieles a nuestras raíces. También no importa que algunos no nos aguanten. Somos lo que somos, gente orgullosa de nuestro linaje. Herederas de una diosa desafiante que buscan crear sus propios caminos de dignidad y felicidad.