Por este motivo, cuando el filósofo afirmaba que"Yo soy yo y mi circunstancia; si yo no la salvar, no me salvaré ", se refería a la fuerza de esta unión, la que existe entre quienes somos y lo que nos rodea. Es decir, nuestro propio hábitat en el que encontramos limitaciones y libertades y en el que podemos decidir entre diferentes opciones para continuar adelante.
Circum-estancia: "lo que existe alrededor" La palabra circunstancia envuelve un marco mucho más amplio de lo que solemos pensar: la familia, la sociedad, la cultura, un cuerpo determinado con sus características físicas y psicológicas, la personalidad y el carácter, etc. El "yo" se forma al comprender su circunstancia y al darle una explicación unida a las de los demás.
Esta circunstancia es flexible y moldeable en muchos aspectos:
una vez que aceptamos lo que está alrededor, pasamos a tener la libertad de enfocar las decisiones hacia un presente que nos llene ya un futuro que nos enriquecer. ¿Seré feliz si hago esto así y no así? ¿Qué habría ocurrido si no hubiera hecho esto de la manera que lo hice? De esta forma, nuestras experiencias se van configurando y nuestras acciones giran en dirección a los intereses, deseos y sueños que poseemos. En ese momento, la circunstancia y las decisiones nos definen y nos sitúan frente al mundo y con relación a los demás. El lado positivo y negativo de las circunstancias
Las circunstancias no son perfectas y no siempre tenemos el ambiente propicio para que todo salga como quisiéramos: a veces tenemos que decidir con millones de adversidades y en otras es como si todo fluyese y la decisión si se haga evidente. Sin embargo, en cualquier caso, acabaremos decidiendo y salvando la propia circunstancia. "Lo más difícil es la decisión de actuar, el resto no es más que tenacidad. Los miedos son tigres de papel. Usted puede hacer cualquier cosa que decidir hacer. Puede actuar para cambiar y controlar su vida; y el procedimiento, el proceso es su propia recompensa. "
-Amelia Earhart- Compartir
En este sentido,
sabemos que tenemos momentos buenos y malos y que son igualmente necesarios para que sintamos estabilidad: es bueno recordar que la alegría y la alegría la tristeza viajan en el mismo tren. Incluso cuando el miedo o la tristeza nos bloquean y nos dificultan el movimiento, estamos obligados a continuar: incluso no decidir es tomar una decisión.
La decisión es no tomarlaCualquier situación, etapa o momento que vivimos implica tomar decisiones y somos su producto: desde tomar un café a media tarde hasta la hora que ponemos la alarma para despertar. Estas parecen acciones insignificantes y, sin embargo, pueden marcarnos para el resto del día.Con las decisiones que consideramos importantes sucede lo mismo: no es bueno postergar el momento de tomarlas, peroes adecuado si las preguntas correctas, se dan las respuestas necesarias y ser valientes para hacer frente a ellas: aceptar las responsabilidades y saber si oír son dos claves importantes. Sólo cuando tengamos las metas claras y estar seguros de que queremos alcanzarlas tendremos la convicción de que nadie tomará la decisión en nuestro lugar:
podremos engañarnos y todo bien, pero quedará la satisfacción de ser dueños de nuestros errores. En cierto modo, lo bello tiene que ver con la ausencia de un itinerario que apunta la dirección correcta.
"Cuando usted necesita tomar una decisión y no la toma,
eso es también una decisión en sí." -William James-