Me gustan las personas que consideran a sus mascotas de la familia

Me gusta la gente que descubre de repente lo que es tener un perro o un gato. Admiro cuando se rinden a sus nuevos compañeros, esas mascotas que revolucionan, sin intención o sin saber cómo, el universo personal del dueño.

Amar los animales es algo que ocurre sin darnos cuenta, y ese nuevo cambio, esa entrada de las personas en un nuevo mundo de emociones, juegos, compañía y risas espontáneas, acaba por crear nuevos valores y traer nuevos descubrimientos internos.Los animales domésticos son algo más que puramente animales de compañía, entran en nuestros corazones sin previo aviso, arrancando sonrisas y también las esquinas del sofá, hasta que un día dejan de ser animales domésticos para convertirse en parte de la familia.

CompartirLas personas que comprenden y dan valor a los sentimientos por los animales son especialmente nobles. La capacidad de ofrecer cariño, cuidado, ser más paciente y responsable son ejemplos de rasgos de carácter de éstas y,

queriendo o no, todos nosotros tenemos también mucho que aprender de ellos: con los animales. La forma en que los perros se convierten en miembros de la familia o la capacidad que un gato tiene para enseñarnos sobre respeto y cariño con sus ojos grandes y límpidos, es algo que todos deberían saber valorar.

Convivir con animales domésticos nos hace personas mejores

No es la cuestión defender la idea de que todos aquellos que no aman los animales, o simplemente no les gusta compartir su espacio y dividir su tiempo con éstos, sean malas personas. De ninguna manera. En realidad la cuestión es comprender algo un poco más sensible: un animal puede a menudo ofrecer muchas cosas que necesitamos.

El mundo está habitado por muchas personas sin sentimientos, pero algo que también se tiene claro es que todos los animales son capaces de ofrecer cariño puro, sin esperar nada a cambio. Compartir

Curiosamente, si analizamos la raíz etimológica de la palabra "animal", veremos que deriva en la verdad deanima

o animus, lo que en latín quiere decir poseedor de alma o de soplo de vida. Y además, en el folclore de muchas culturas no faltan historias que hablan de perros y gatos como auténticos guías espirituales de la humanidad. Entidades que tienen como objetivo cuidar de nosotros y guiarnos. De cualquier modo, lo que es claro es la capacidad de una mascota de hacernos cambiar, el modo en que traen nuevas reflexiones y así podemos buscar nuevas estrategias para tener una vida más plena. Una nueva mascota en la vida de un anciano, por ejemplo, trae la necesidad de adoptar nuevas rutinas, tareas y obligaciones. El anciano tendrá, con el nuevo compañero, que abrirse al mundo, tendrá más refuerzos positivos por medio de emociones, de una compañía sincera que alivia la soledad, y de actividades diarias que combaten también el sedentarismo.

Pocas cosas pueden ser tan saludables como un niño que crece en compañía de una mascota. El animal enseña al niño a ser paciente, a respetar, a atender, a establecer una unión en la que las gestiones y afectos son más importantes que palabras.

Para nosotros, los adultos, los animales dan ese amor que puede ser tan raro en otros momentos: un cariño que viene sin pedir nada a cambio, que no tiene resentimientos, que nos obliga a vivir en el aquí y ahora

  • , pues no hay tranquilidad si aplazamos el cariño o el paseo. En las que las sueñas compartidas son instantes de grata complicidad, en que perdonamos las travesuras y adoramos la presencia, como un miembro de nuestra familia.Animales domésticos nos muestran que merecemos cariño
  • No importa que sea alto o bajo, que sea del tipo de persona que se olvida de cumpleaños o del tipo que prefiere una tarde lluviosa a una tarde en la playa. Los animales domésticos no nos juzgan por nuestras creencias, apariencia física o opinión política.
  • Su animal sólo entiende de emoción. Dicen que los animales entienden el sentido de la amistad, y, ante todo, de familia: la pertenencia a un grupo. Porque ellos aman sin distinguir raza o especie.Compartir

La persona que comparte su vida, su espacio y sus momentos con sus cachorros o sus gatos sabe que merece el cariño de su animal. Y es merecedor simplemente por existir, porque

el amor viene sin condiciones y con el alma pura, un amor basado en la alegría. Las personas que son queridas por sus mascotas lo son sólo porque les ofrecen lo que necesitan: tener un hogar, recibir atención, cuidado y amor ... Si nos damos cuenta y analizamos con calma, percibiremos que las necesidades de los animales son muy parecidas a las nuestras. Ellos necesitan, como nosotros, de raíces, de pertenecer a un hogar y poseer de otros seres que ofrecen defensa y afecto mutuo. Nosotros somos su manada, su familia, su pequeño mundo. Comprender todo eso es algo que nos enriquece y que nos ayuda a ser mejores simplemente porque para ellos merecemos estar en sus corazones.