Si usted está buscando a alguien que cambie su vida, mire en el espejo

Pasamos mucho tiempo buscando a esa persona especial, mágica y vibrante que vendrá para cambiar nuestra vida. Soñamos con ella, la deseamos como quien espera el consuelo de sus penas. Hasta que, al fin de cuentas, nos miramos en el espejo y percibimos que esa persona siempre estuvo allí: somos nosotros mismos. Podríamos decir sin miedo de errar que muchos de nosotros somos ciertos eruditos racionales. Somos doctores en la escuela de los mil conocimientos y de las mil competencias. Sin embargo, nadie nos inició en la verdadera maestría de la vida: la del autoconocimiento, la autoestima y la de la inteligencia emocional. "Quien domina a otros puede parecer fuerte: pero poderoso es quien se conoce a sí mismo."

-Lo Tze-

Por increíble que parezca, hay quien vive la vida en una eterna peregrinación emocional.
Buscan en los demás lo que no encuentran en sí mismos. Porque quien no ha descubierto aún todas sus bellezas interiores espera que otros lo hagan. Porque cuando la gente todavía no ha aprendido a abastecerse a sí mismo, vive como un vagabundo eterno demandando atención y migajas de un afecto que lo empobrece aún más.

Es necesario entender que no siempre vendrá a alguien para apagar nuestros propios miedos, para llenar nuestros vacíos y acabar con nuestras inseguridades, para transformarnos en personas valientes. No se esperan los héroes. Los héroes necesitan ser creados. Para ello, hay que mostrarse como un ser autosuficiente, como personas dignas y capaces de crear sus propios caminos. Una cosa así sólo se consigue de una forma muy real: descubriendo a sí mismo. Le invitamos a intentarlo de la siguiente manera.

Descubriendo a sí mismo en la vida Carl Rogers solía decir que el ser humano es como una isla solitaria. A veces, lejos de invertir nuestro propio tiempo descubriendo las riquezas de estos escenarios personales aceptando su variedad y singularidades, nos escondimos. Sólo cuando la persona es capaz de aceptar como es, será capaz de construir puentes firmes y sólidos hacia las otras islas. En dirección a otras personas.

Para lograr esto, nada mejor que iniciar cuatro tipos de diálogos con ese ser precioso que habita en nuestro propio espejo y que no siempre consideramos.

"Estoy solo y no hay nadie en el espejo."

-Jorge Luis Borges- 1. El diálogo racional Para favorecer este reencuentro con nosotros mismos vamos a empezar en primer lugar con un diálogo racional.

Este diálogo es inquisitivo y desafiante y su objetivo es claro: buscar despertar.

Haremos preguntas a nosotros mismos de forma firme sobre nuestra realidad actual, con el fin de recortar muchas de esas distorsiones cognitivas que se arraigan en nuestro propio interior. Algunos ejemplos son:
"¿Por qué estoy tan preocupado por pasar una buena imagen a los demás?"

"¿Por qué tengo tanto miedo de decepcionar a mi familia, amigos, compañero?"

"¿Por qué creo que si yo no lo hace o aquello ¿me rechazar? "

  • Para facilitar este tipo de conversación interna, consideremos también cuestiones sobre nuestro propio futuro a corto y largo plazo.
  • ¿Cómo me gustaría verme en un año?
    • ¿Qué estoy haciendo para alcanzarlo?
    • ¿Qué me impide alcanzar estos objetivos?
    • 2. El diálogo bondadoso
  • Si el diálogo racional actúa como astuto abogado sacando esas realidades desagradables de nuestro espejo, ahora es hora de reconocer las emociones que estamos sintiendo. Ganamos conciencia de muchas decepciones, de miedos profundos y de amargas frustraciones.
    • El diálogo bondados nos acoge con frases como:
    • Sé cómo te sientes, llora si es necesario.
    • No tenga miedo de aceptar sus sentimientos.

Usted no es débil por sentirse vulnerable en estos momentos. Fuerte es quien tiene el coraje de mirarse en el espejo y descubrir que no se siente bien. Que hay heridas interiores que duelen y que hay que desahogar: hazlo. 3. La voz de los valores

La bella persona de nuestro propio espejo ya sabe que hay cosas que debería cambiar. Que hay aspectos personales que necesitan ser potenciados. Sin embargo, entendemos que hay cosas y personas que nos traen más tristeza que felicidad. La aceptación de nuestras emociones y el posterior desahogo nos permiten ahora ver las cosas con mayor lucidez y tranquilidad. Después de ese amanecer racional y emocional, ahora es llegado un momento importante. ¿Cuál es entonces el siguiente paso en este autodescubrimiento? Recordar cuáles son nuestros propios valores.

Los valores configuran aquella voz suave y serena de nuestra propia conciencia.

  • Son nuestras propias raíces y no debemos actuar contra ellas.
  • Para favorecer una reflexión apropiada sobre cuáles son nuestros propios valores podemos empezar tomando una hoja en blanco. En ella haremos una lista con varias columnas con las siguientes categorías:
  • "Soy"

"Creo"

"Estoy en contra"

"Yo defiendo" Dedique algunos minutos para realizar este ejercicio completando cada columna.

  • Puede ser muy revitalizante y favorecer la autoafirmación. El diálogo motivador
  • Llegada esta fase, la bella persona de nuestro propio espejo ya salió de la penumbra y se revela ante nosotros mismos.
    • Ahora es hora de sacarla de esa dimensión para abrazarla y fundirse en un mismo ser.
    • Es una misma entidad valiente y decidida.
    • El diálogo motivador nos ayudará a cumplir nuestro propósito, equilibrando nuestras emociones, sentimientos y valores.
    • Seremos capaces de actuar según lo que sentimos por medio de pequeñas instrucciones firmes y positivas venidas de nosotros mismos.

Estos son algunos ejemplos: Hoy seré capaz de decir "sí" sin miedo y "no" sin culpa.

Es hora de sentirme libre y seguro de mí.

Daré lo mejor de mí sin que me afecte tanto lo que los demás digan o hagan al respecto. Ya es hora de dejar de sufrir inútilmente. Para concluir, esa persona especial que habita en nuestros propios espejos desea ser visible, tener voz y libertad para mostrar al mundo de lo que es capaz. Creer si quiere, ella puede conseguir muchas cosas. De hecho, sólo ella puede cambiar nuestra propia vida ...