El miedo es una emoción muy necesaria que nos ha ayudado a sobrevivir a las adversidades con las que nos enfrentamos a lo largo de la historia, tanto personales como de nuestra especie. Es imprescindible, es un aliado, es un amigo. Es la alarma que nos ayuda a identificar lo que puede ser peligroso para nuestra supervivencia.
Sin embargo, este supuesto amigo también puede dejar de ser todas estas cosas para convertirse en un enemigo. La realidad es que él nunca pretendió ser un enemigo, siempre quiso ayudarnos. Nosotros mismos lo transformamos en un rival, un adversario que necesitamos matar para vivir en paz.
Cuando un peligro atraviesa nuestro camino, el miedo activa una serie de mecanismos de defensa que nos ayudan a salir victoriosos de esa situación.Compartir
Algunos de estos mecanismos son: nos hace sudar para que nuestra piel se vuelva más resbaladiza, porque si un predador nos morder, será más fácil soltarse; también lleva la sangre del estómago a las manos y los pies para que podamos correr más rápido o luchar con más fuerza.
El objetivo del ser humano es sobrevivir en este mundo, y todo eso nos ayuda a estar seguros. La naturaleza, que es sabia, nos dio recursos para ello.
¿Por qué no soporto sentir miedo?
El problema es que no sirve de decir que no soporta sentir miedo si necesita convivir con él. El miedo desea ser su amigo y le advierte que usted puede ser atropellado por un coche, que puede ser mordido o atacado por el perro. Como ya dijimos, para dar esas advertencias él necesita activar sus mecanismos, los únicos que él conoce.
Hemos interpretado estos mecanismos como terribles, insoportables, horrorosos... y de esa manera una vez más se manifiestan para salvarlo. Esta vez, el peligro son sus propios síntomas que sólo quieren ayudarle.
¿Qué contradicción, no es verdad? Aunque sea paradójico, esto es exactamente lo que sucede con muchas personas. En el trastorno del pánico, por ejemplo, la persona comienza a sentir las manifestaciones propias del miedo y las interpreta como peligrosas, porque piensa: "Estoy teniendo un infarto", "¡Yo morir aquí!"Obviamente eso provoca más terror, lo que aumenta las palpitaciones, la sudores y los temblores, confirmando así las interpretaciones catastróficas. Esto se convierte en un círculo vicioso insoportable y consolida el miedo del propio miedo, lo que nos hace incapaces de vivir normalmente, porque en verdad tememos nuestra propia sombra.
Cómo cortar el círculo del miedo? Hay una manera de cortar el círculo vicioso del miedo, aunque usted tiene que aceptar que va a sentir un poco de miedo
. ¡Sí, otra contradicción! Para deshacerse de su propio miedo usted tendrá que aceptarlo e integrarlo como una parte de usted mismo.
Para llegar a esa aceptación, el primer paso es no juzgarlo y dejarlo quedar . Siente y abraza el miedo, converse con él como conversaría con un amigo con el que está tratando de reconciliarse.Recuerde que el miedo no quiere perjudicarlo, sólo protegerlo. No lo mande de su ser, de su vida. Lo invita a quedarse, aunque de vez en cuando le molesta, en el fondo es un gran socio de vida.
CompartirEl segundo paso, una vez que usted aceptó su sentimiento, es discutir con él, pero siempre con la aceptación
. El miedo lo hará interpretarlo como peligroso, pero ahora ya sabes que no lo es. Si usted siente que es peligroso es porque usted cree que es así, aunque sea una creencia falsa.Hable con los pensamientos inductores de ansiedad: ¿Cómo sé que esto es un infarto?
¿No es mucho más probable que sean síntomas de ansiedad? Si esto ya me ha pasado muchas veces y nunca me desmayé, ¿por qué iba a suceder ahora?Una vez que usted mismo respondió francamente a todas estas preguntas, percibirá que sus interpretaciones son responsables de esas reacciones desagradables: el miedo activa sus mecanismos de defensa en una intensidad o tiempo mayor de lo necesario. La única cosa que debemos temer es nuestro propio miedo.