A veces tenemos que fingirnos bobos para ver hasta dónde llega la falsedad ajena

Muchas veces tenemos que fingirnos tontos, como si no percibimos nada, como si no supiéramos de las malas intenciones de la falsedad que se aproxima. Iniciar embates con quienes mienten todo el tiempo es inútil.

Algunas personas subestiman nuestra inteligencia, actuando como si no fuésemos capaces de percibir cuánto están siendo malvadas, cuánto se fingen, cuántas no son nuestras amigas de hecho. Tendremos que convivir con quien no nos gustaría, y algunas situaciones nos forzará a eso, pero no nos sucederá que no se succionen dentro de sus tempestades.En todos los sectores de la vida existirán individuos que no les gustan a nadie, tampoco de sí mismos, que viven insatisfechos con todo, de ojo en las vidas ajenas, para envenenar todo lo que toquen con su maledicencia, con la maldad que domina sus corazones . Ellos son infelices y pretenden diseminar su infelicidad, pues no soportan ver a nadie alegre - la luz les ofusca los ojos.

Desgraciadamente la vida real está llena de villanos, como los de las novelas, películas y libros, y nos encontrar con ellos una hora u otra. Tendremos que mantenerse equilibrados y fuertes, pues la miseria emocional suele contagiar ambientes y personas, o sea, cuánto más seguros estamos en cuanto a todo lo que nos hace felices y lo que somos de hecho, nada nos distanciará de nuestra esencia. Muchas veces tendremos que fingirnos bobos. Necesitamos oír los chismes, ver las disimulaciones, fingiendo creer en las fantasías malvadas del compañero. Iniciar embates con quienes mienten todo el tiempo es inútil, pues estas personas están acostumbradas a sostener las inverdades y no dejan de hacerlo. Probablemente, nosotros es que agotar nuestras fuerzas inútilmente.

Lo mejor que tenemos que hacer en estos casos es mantener nuestro equilibrio, ejercitando la calma y la paciencia, observando, como meros espectadores, el desarrollo de los hechos. Más tarde o más tarde, sin dudas, todo se aclara, pues la verdad viene a la superficie siempre, nadie huye a las consecuencias de lo que se hace, de lo que se es. Y entonces la persona sucumbirá al peso de toda maldad que plantó en sus jardines. A veces hasta seremos nosotros los que desenmascaramos a quien finge y disimula, sí, pues podremos estar siendo blanco directo de esa maldad. Sin embargo, la paciencia determinará el momento oportuno de actuar.

El ejercicio de la tolerancia, de la calma y de la paciencia, como se ve, será esencial para que sobrevivamos con salud a todo de desagradable que encontraremos por delante.

Así podremos siempre, al final del día, volver a fortalecernos junto a quien nos ama de verdad, sin fingimiento. Eso es lo que hace que la vida valga la pena.