Kintsukuroi: mis cicatrices emocionales me han vuelto más fuerte

Kintsukuroi es un método para curar las heridas emocionales. Es inspirado en el antiguo arte japonés homónimo con el que se restaura las cerámicas rotas. La clave del método Kintsukuroi consiste en dejar a la vista las cicatrices embellecidas con oro y plata. Ellas son la mejor demostración de su fuerza emocional. Pero, para que existan cicatrices, las heridas necesitan curarse. Una cosa que muchas veces no permitimos con nuestro propio comportamiento. Sucumbimos ante las tentaciones que nos sacan el dolor de forma inmediata, pero que a largo plazo impiden la herida de curar; queremos curar las heridas de los demás muy rápido, sin dejar que éstas crean cáscara.

Hablamos de una cicatrización que comienza con el reconocimiento del sufrimiento ... No minimizar mi sufrimiento

Deje de decirme que no es para tanto.

No me digas que hay gente peor que yo. ¿Qué entiende de emociones? La falta de empatía para ti, está banalizando mi dolor y menospreciando mi valor y mi madurez, la misma madurez que me proteger de caer en las redes del conformismo y del complaciente autoengano. Soy una persona valiente. Usted no me verá engañando a mí mismo. Me atrevo a mirar mis heridas, a curarlas, a sanarlas ya embellecer mis cicatrices, ya que ellas son la mejor muestra de que estoy vivo, de que viví intensamente y de que estoy dispuesto a enfrentar todos los miedos que aparezcan en mi intención de seguir viviendo plenamente.

En mis cicatrices existe orgullo

, en parte porque encare el tiempo que tardaron para formarse como una ventana de aprendizaje. Mis hijos no repetirán mi dolor, mis amigos no se sentirán solos y juzgados, las personas que amo encontrarán en mí un ejemplo de que no hay que temer la vida y de que podemos superar el dolor si supimos cómo. El dolor es algo circunstancial de la vida, tanto el dolor físico y el dolor emocional, aunque no queramos hablar de eso. Todos ya sufrimos, sin duda, y el que negar será acusado de la peor de las mentiras: el autoengano.Compartir

¿Acaso no has sufrido?Mire los ojos. Mira mis cicatrices. Me rompió por amor. Ya sentí el mismo dolor que sentía mi hija, lloré una pérdida y yo maldijo mil veces ese estúpido sufrimiento sin sentido. Yo miro a los ojos y siento empatía y compasión. Me importa lo que pasa con la gente a mi alrededor. Como tú ...

Fui capaz de recoger los pedazos de mi alma quebrada.

Recogió a todos y cada uno, limpios de emociones tóxicas como la ira, el rencor o el resentimiento. Recogí y ordené a todos ellos después de tocar allá en el fondo: una tarea que me ayudó a entender lo que sucedió y la representación mental que hice de lo que sucedió.

Viva intensamente sin miedo de romperse. Pero usted no necesita preocuparse, ya que nuestra mente, así como el cuerpo, está dotada de un mecanismo de adaptación llamado impulso de reparación, que se encargará de curar nuestro dolor y de embellecer nuestras cicatrices. Compartir

Ya he analizado lo que me pasó y lo hice buscando eliminar los filtros, interpretaciones y engaños.Yo no quise quedar atrapado en el dolor, y para conseguir esto tuve que abrir la herida que tanto me dolía de nuevo.

Creo que ya estaba limpia, pero me equivocó. Tuve que limpiarla y mientras lo hice pude aprender lo que pasó. Percibí que fui mi peor juez, que tenía que comprender lo que sucedió desde el punto de vista del amor y de la compasión. Revisé lo que significó para mí esa herida y repasé las conclusiones que elabore de manera precipitada y mal aconsejada por el dolor, el mismo dolor que me oprimía el alma. Buscan convencernos todo el tiempo que necesitamos ser felices, hay ríos de tinta que nos alentamos a buscar la felicidad; pero nadie habla de cómo necesitamos administrar la adversidad, de lo que podemos hacer para curar nuestras heridas emocionales y cómo podemos superar los pequeños y grandes problemas del día a día.

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Conecte con su fuerza emocionalPercibí que necesitaba conectarme con mi propia fuerza emocional, que tenía que aprender a analizar a las personas, a tomar decisiones ya administrar la adversidad. Aprendí a crear distancia, a pensar diferente, bajo un nuevo punto de vista más constructivo. Fue entonces cuando entendí que la acción y el valor son los motores del crecimiento emocional.

Revisé mi diálogo interior y

adquirió la habilidad de diferenciar lo que puede ser cambiado de lo que no. He aceptado mi incapacidad para luchar con titanes, pero he cambiado todo lo que estaba al alcance de mi mano. Paré de intentar derribar muros y busqué puertas. Superé mi temor al mar y aprendí a nadar. Paré de maldecir el río y me dediqué a construir puentes.

Trabajé, pensé y fui valiente ... entendí que los miedos podían detenerme, pero no vencerme ... y al final de ese proceso, vi en mis cicatrices la belleza que reflejaban. Estas cicatrices emocionales hablan de mí, hablan de mi fuerza, hablan de mi capacidad de aprender con el sufrimiento para superar la adversidad. Mis cicatrices me recuerdan que soy frágil y fuerte al mismo tiempo. Cuando miro a ellas no veo el dolor, pero veo la fuerza y ​​veo todo aquello que he sido capaz de superar ... Cuando veo mis cicatrices me siento más fuerte, más seguro y tal vez ... también más feliz ... Tal vez éste sea el secreto de la felicidad?

"Paré de maldecir el río y me dediqué a construir puentes." Compartir Transforme sus cicatrices en pedagogía

Estoy plenamente convencido de todo lo que he aprendido. No es necesario quemarse para entender que el fuego puede lastimar. Normalizé lo que es normal. Ayudé a otras personas a no sentirse bichos extraños y aceptar que su sufrimiento se encaja en las circunstancias por las que pasan en esas horas, una cosa reservada únicamente a las personas que viven y aman intensamente.

Hoy muestro mis cicatrices sin miedo, sin culpa, sin vergüenza.Algunas de las adversidades que tuve que superar fueron fortuitas, fruto del más puro azar. Otras no. Sin ser consciente de ello, a veces yo mismo provoqué mi sufrimiento con las decisiones que tomé o que dejé de tomar, con las personas que no analizé, con las expectativas que creé o con las desilusiones que tuve.

La vida, como la cerámica, es frágil y bella al mismo tiempo. La vida puede romperse en cualquier momento en mil pedazos, pero podemos reconstruirla, y si somos capaces de aprender de los acontecimientos seremos personas más bellas y más fuertes.

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Hoy comparto mi sensibilidad. Hoy construyo una nueva realidad. Una realidad donde la compasión, la empatía y el amor han prohibido el juicio, los estereotipos y las mentiras. Hoy hago parte de esta nueva realidad, la realidad en la que puedo aceptar que sufrí y que mi alma lloró; pero que ni una sola de esas lágrimas fue derramada en vano, ya que todas ellas, junto con todas mis cicatrices, me enseñaron algo que yo debería aprender.

Gracias a Kintsukuroi,hoy soy una persona más fuerte y segura.

Gracias al Kintsukuroi, hoy no me avergüenza de mis cicatrices, de mi sensibilidad, de mi fragilidad y de mi fuerza. Algunas personas creen que el Kintsukuroi es una antigua técnica japonesa para reparar la cerámica quebrada, pero están equivocados. Kintsukuroi es mucho más que una simple técnica; Kintsukuroi es un arte, el arte de curar las heridas emocionales.