Mi lance no es suerte: es perseverancia, esfuerzo y sacrificio

Mi lance no es suerte ni un capricho de destino. Si llegué donde estoy y tengo lo que tengo es por esos valores que no necesitan de público: perseverancia, esfuerzo y sacrificio. Porque el auténtico éxito es ser feliz con las personas que usted ama y sentirse orgulloso de sí mismo por todo lo que conquistó.

Vivimos en una sociedad donde a veces el triunfo personal es visto con recelo y desconfianza. Si alguien consiguió llegar donde deseaba es porque otras personas movieron sus hilos para que esto fuera así. No se puede negar, sin duda, que esto a veces sucede. Sin embargo, el auténtico talento existe y no deja de ser más que una disciplina marcada por la tenacidad, la constancia y la paciencia. "Excepto los tontos, los hombres no se diferencian mucho en cuanto al intelecto; sólo en el afinado y el trabajo duro. "

-Charles Darwin-
Cuando hablamos de éxito no nos referimos sólo al triunfo profesional.

Hablamos también de esas personas que alcanzan un bienestar ideal con el compañero soñado, con su familia, sus amigos y la actitud de saber enfrentar cualquier dificultad, con coraje y optimismo. Aquí la suerte tampoco movió sus hilos. Porque la auténtica felicidad y triunfo en la vida es resultado de la sabia perseverancia que sabe cuál es su lucha.

Que da todo por lo que ama, por lo que sueña y que anhela alcanzar. De hecho, y estamos seguros de ello, todos los días son miles de personas que llevan en silencio sus sacrificios y esfuerzos personales sin necesidad de público. Ese es el verdadero talento, lo que no ve renuncias ni azar del destino ... La perseverancia mueve montañas

Confucio dijo que

quien mueve montañas comenzó moviendo piedritas.

El éxito en cualquier ámbito de la vida llega, de hecho, por la insistencia. Por la perseverancia que llevamos en nuestro ser como una necesidad más. Como quien respira, como quien sale para caminar cada día calzando sus viejos zapatos, soñando en llegar kilómetros más lejos. Anders Erikson, célebre psicólogo de la Universidad de Florida, explica que las personas que alcanzan el éxito o el triunfo no disponen de ningún tipo de células que los hagan diferentes del resto. Está claro que no todos "servimos para todo", pero hay quien sepa agregar una serie de dimensiones básicas que le permiten, sin duda, alcanzar lo que proponen. Una correcta gestión de las emociones, tenacidad, perseverancia, esfuerzo y resistencia a la frustración.

Las personas que poseen estas características, además, no dependen de las motivaciones externas. Saben motivarse a sí mismas, saben cuáles son sus limitaciones y aprovechan sus capacidades.

  • Una cosa que también necesitamos considerar es que hay muchas personas con talento. De hecho, todos somos buenos en alguna área. Sin embargo, a pesar de la inteligencia, lo que falla a veces es la constancia y la fe. A veces somos muy afectados por las críticas, por las restricciones que la propia sociedad nos impone, e incluso por nuestras propias actitudes limitantes.
  • No basta con decir "voy a conseguir". Las verbalizaciones no sirven para nada si no existe un convencimiento pleno y auténtico, sumado a una actitud firme de "no rendirse".

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Cuando el éxito o la felicidad ajena es vista con desconfianzaPaul Bloom, profesor de psicología de la Universidad de Yale, apunta que la empatía está sobrevalorada. Todos fingen sentirla, pero en realidad son muy pocos los que logran conectarse de verdad con las realidades personales y emocionales de los demás. De hecho, hay un aspecto que es curioso.

Es más fácil empatizar con el dolor ajeno que con la felicidad del vecino.

Es como si de alguna manera entrara en vigor aquello de "deseo que usted sea feliz, pero no más que yo". Es una cosa que vemos con frecuencia. En el principio, apuntamos esto: si alguien alcanza el éxito profesional, por ejemplo, existe siempre la clásica desconfianza. Si nuestro amigo desafortunado empieza una relación con una chica espectacular, no es normal. Debe haber un interés oculto por parte de ella.

¿Por qué a veces la mente humana deriva para esos rincones maliciosos? Un virus letal y silencioso: la envidiaQuien envidia sólo ve su limitado universo.

Nunca intuirá la perseverancia de quien pasa sus noches estudiando. De quien sacrifica sus instantes de descanso para invertir todo en su trabajo. También no será capaz de ver el amor sincero que esa chica espectacular siente por aquel niño.

Porque el hechizo de la envidia es invertido, porque el complejo de inferioridad puede ser fatal.

Siempre será mejor demonizar el éxito ajeno que evidenciar las carencias propias. De esta forma, lejos de permitirse admirar o aprender con las cualidades de los demás, para los envidiosos es mejor erigir murallas que arrojar piedras. No debemos dejarnos influenciar por este tipo de perfil.

  • Si realmente deseamos alcanzar la cima de nuestros caminos de vida, la clave está en ser perseverante. En hacer oídos sordos a quien nos llena de críticas, a quienes se atreve a decir que "nunca alcanzaremos". Y sobre todo, hay que saber escoger bien a las personas.
  • Busque aquellas que no sólo sean capaces de entender sus tristezas. Rodee de personas que compartan su felicidad cuando usted logra los triunfos.