Nunca pensé que tendría una primera vez en el psicólogo. Además, nunca me había preocupado en saber cuál era el trabajo de los psicólogos o lo que una buena terapia podría hacer por mí. Pero un día todo cambió. Comencé a sentir que algo no estaba bien dentro de mí y no podía explicar muy bien el por qué.
Comencé a perder motivación y alegría por las cosas que solía aprovechar. Era cada día más difícil para levantarme de la cama y salir de la casa, aunque cuando salía me sentía mejor. Era un querer y no poder, una sensación extraña que me llevó a pensar que tal vez algo en mi salud mental no funcionaba.
Como el tiempo pasaba y nada cambiaba o mejoraba dentro de mí, me animé a ir en un psicólogo. Yo no sabía qué esperar, qué decir o cómo empezar cuando apareció en su consultorio. Estaba muy nerviosa y renuente al mismo tiempo. Una vez que vi los resultados, puedo decir que valió la pena y que no fue como yo esperaba, fue diferente.
"Todas las personas hablan de la mente sin vacilación, pero se quedan perplejas cuando le piden para definirla."
-B. F. Skinner-
Como fue mi primera vez en el psicólogo
En mi primera vez en el psicólogo, empezó a preguntarme por qué me había llevado a pedir ayuda y eso era algo que me asustaba por no poder explicar. Como dije antes, simplemente estaba mal, pero no podía dar razones o palabras para mi incomodidad. Y al contrario de lo que pensaba, hablar con ella era muy simple. Un psicólogo no le dirá lo que usted quiere oír, le dirá la verdad, aunque dona.
CompartirElla fue capaz de ayudarme a poner en palabras mi incomodidad, no me hizo sentir sola o desamparada, pero tampoco me paparicó de tal manera a decirme lo que yo quería oír. Simplemente me enseñó a analizar y trabajar lo que no funcionaba, a ser consciente de mis defectos, pero también de mi potencial.
"Su vida no está tan determinada por lo que la vida le da, sino por la actitud que usted tiene ante la vida; no tanto por lo que sucede con usted, sino por la manera en que su mente ve lo que pasa ".
-Kahil Gibran-
Pero no nos dedicábamos a hablar. Concordamos desde el principio, desde la primera visita, que era un objetivo común: dejar atrás la sensación de malestar que me había llevado a aquella primera vez en el psicólogo. Tal vez ésta sea la parte más difícil de una terapia, porque usted no es una entidad pasiva que recibe la solución mágica para sus problemas, pero usted se da cuenta de que pueden cambiar, engrandecer o desaparecer, dependiendo del punto de vista que usted los observa y en función de lo que usted hace, directa o indirectamente, con ellos.
Y es ahí donde usted percibe que la magia a través de las palabras no existe. Que el cambio cuesta, a veces mucho más que soportar el propio sufrimiento que te llevó a consultar al psicólogo. Incluso cuando usted está en el proceso, puede ser que la idea que usted tiene sobre sí mismo cambie y eso te asuste, pero el objetivo no es sentirse bien a corto plazo, sino trabajar para el cambio que te lleve a sentirse bien a largo plazo. "La misión de la psicología es darnos una idea totalmente diferente sobre las cosas que más conocemos."
-Paul Valéry- La ayuda de un psicólogo puede ser muy importante Un buen psicólogo le ayudará a liberarse de la culpa
pero también le obligará a asumir la responsabilidad de su incomodidad.
Una vez iniciada la terapia y poner en vigor los cambios, no todo se vuelve fácil.
Muchas veces, como ya era consciente de mis problemas, me empeñaba en etiquetarlos. Algunas etiquetas que no siempre correspondían a lo que mi psicóloga me decía.
Eso me hacía desconfiar porque creo que nadie puede conocerse mejor que la propia persona. Pero luego entendí que, como nadie puede conocerme mejor que yo, me he especializado en conocer mis fuerzas y mecanismos mentales, como lo hizo mi psicóloga. Era bastante simple, pero a primera vista eso me escapaba. Usted también puede ser un profesor en autoengano.Este autoengano nos lleva a ser muy crueles o muy buenos con nosotros mismos, y nos impide ver con toda claridad nuestra propia realidad.
Esto nos hace a menudo hundirse en culpa por sentir lo que sentimos o ser como somos sólo por el hecho de estar mal. La propia terapia se hace de espejo, te enseña a ver cómo eres, no como te gustaría ser o cómo se culpa por ser.
Mi primera vez en el consultorio me ayudó a librarme de la culpa por no haber usado toda mi energía en los desafíos fracasados. En ese sentido, también me ayudó a asumir la responsabilidad por la incomodidad que nació de esa culpa.
Por todo eso, mi primera vez en el psicólogo valió la pena. Ahora soy más fuerte, tengo más recursos y mi visión del mundo está más ajustada. Ahora sé que no soy perfecta, incluso tomé un cierto cariño por esas imperfecciones que antes sólo me causaban frustración. Puedo encarar la vida y puedo fallar, pero todo eso no me hace débil, sino que refuerza mi motivación para seguir creciendo. La verdad es que todavía tengo miedos, pero ya no se quedan en mis pensamientos ni me sostienen. Ya no hacen conmigo lo que quieren, porque tengo suficientes puntos de apoyo para deshacer a muchos de los que antes hacían que me sentía prisionera.