La coerción emocional a la cual las tecnologías del inmediatismo, como el WhatsApp, nos someten está acabando con los principios de la buena comunicación. Es común encontrarse con diversos conflictos con personas que exigen cierta fluidez en la conversación.
No estamos obligados a responder, pero, morimos, estamos presionados a esto. Esto termina en los "quemando" y haciendo nuestro contacto con los demás una verdadera odisea. Por eso, es bueno elaborar estos derechos tecnológicos y hacer valer nuestros deseos. Obstinarse para cumplir con expectativas de los demás acaba agotándonos, intoxicando y destruyendo nuestra identidad.
¿Quién no se sintió alguna vez cuestionado por su manera de responder a los mensajes? ¿Quién no fue presionado o no fue víctima de la prisa de los demás? ¿Quién no sintió que las redes sociales estaban acabando con su intimidad?
Responder o no es su decisión
Tenemos el derecho de no responder si no queremos o, dependiendo, de hacerlo cuando sea más conveniente.
De forma similar, tenemos el derecho de publicar en nuestras redes sociales lo que queramos. Hay varios ejemplos en la red de personas que decidieron dar un tiempo y salir del mundo de WhatsApp y otras aplicaciones con el objetivo de aliviar sus vidas y dar un poco de paz. Con esta actitud pasaron a ser criticadas y cuestionadas por muchas personas.
No responder no significa ser un "antissocial" o una persona "sin consideración" como muchos quieren hacernos creer, simplemente estamos haciendo uso de nuestros derechos. No debemos entregarnos a la tiranía de las nuevas tecnologías, pues eso es dejar nuestra propia voluntad morir. La vulnerabilidad psicológica ante el WhatsApp
Lo que estamos abordando en este artículo no afecta de la misma manera a todas las personas.
De hecho, la vulnerabilidad psicológica depende en gran parte de las características de personalidad o de los estados emocionales que definen a la persona en aquel momento.
En este sentido, vienen surgiendo algunas investigaciones con la intención de explicar la dependencia y el tratamiento inadecuado de las nuevas tecnologías. Estas apuntan perfil definido por:
Baja autoestima: las personas con mayor tendencia a buscar apoyo en los demás y con una gran necesidad de aprobación social. Debido a estas necesidades es común que hagan uso inadecuado del celular. Extroversión:
- las personas extrovertidas suelen buscar situaciones sociales peculiares que generan un uso inadecuado del celular. Impulsividad:
- la baja capacidad de reflexión sobre las consecuencias de una acción previa a su realización suele provocar comportamientos inadecuados para con los demás. Podemos entender, pues, que las personas que tienen gran dependencia de las tecnologías y que, por eso, presionan a través de las redes poseen alguna característica de las anteriormente comentadas. Entonces, en este punto vale recordar que
- la presión social es una cuestión aprendida y que la necesidad de contacto permanente con las otras personas favorece una percepción totalmente subjetiva de proximidad. Por eso es fundamental analizarlo y recordar que si alguien no responde, no significa que no nos guste o que no quieren relacionarse con nosotros.
Una persona que no responde a WhatsApp puede estar durmiendo, viendo televisión, leyendo un libro, comiendo, respirando o simplemente viviendo. Es posible que no le guste responder o no lo considere necesario. Por eso no debemos angustiarnos, ni hacer juicios sobre eso. Esto no significa que nos estén dando más o menos importancia; la lectura más sana sobre esto es que los demás son personas libres con derechos. Todos podemos decidir si quieren o no ser esclavos de la tecnología.
No tenemos la obligación de ser accesibles o disponibles para mantener una conversación en cualquier momento. Por eso es bueno mantener el control sobre nuestras propias vidas y no permitir que las redes sociales monitoreen nuestras vidas. Si pensamos en ello y establecemos los límites que queramos de forma asertiva, seremos tomados por una sensación de libertad emocional maravillosa.