Hermanos mayores: entre superhéroes y amigos afectuosos

Los hermanos mayores siempre son un poco superhéroes, aunque algunos digan (con razón) que a veces también son super-villanos. Esta posición especial de ser el primer hijo suele traer consigo varios privilegios, pero también una buena cantidad de dificultades añadidas. Con ellos los padres aprenden, muchas veces a través del intento y del error, la ardua tarea de la creación, y con ellos los menores también aprenden a ser grandes.

Los hermanos mayores son los que abren el camino hacia los que lo siguen en edad. Son los que tienen que ir por primera vez, solos, a la escuela. Así, dirán a los demás cómo enfrentar el primer día o estarán atentos para salvarlos de cualquier riesgo si están en el mismo centro educativo. Son los que enseñan a los menores la mejor manera de jugar o hacer una trenza perfecta en el cabello. Ellos marcan el camino. "El primero que nace en toda familia siempre está soñando con un hermano o hermana imaginaria que cuide de él". -Bill Cosby-

Lo común es que estos hermanos mayores se transforme en una especie de prolongación de la figura materna y paterna, todo de una vez. Ellos son, de alguna manera, los responsables cuando los padres no están. Sin embargo, como no son ni uno ni otro, también terminan siendo amigos afectuosos y compañeros de "delitos" y aventuras.
Los hermanos mayores y el cuidado de los más jóvenes

La primera cosa que muchos padres transmiten a los hermanos mayores es que

ellos son un ejemplo para los más jóvenes.

Eso, en palabras más directas, significa que serán vigilados más de cerca y habrá menos tolerancia con sus acciones. Es él quien debe enfrentar los riesgos, antes que los demás. Es también lo que obligan a acompañar a los demás para cuidar de ellos y, hasta cierto punto, responder por ellos. Ahora las leyes se han vuelto más severas en relación a este tema, pero hace algunas décadas no era raro que un niño de 8 años cuidara de una menor de 5 años.

Esto varía de familia a familia, pero en muchos los padres tienden a hacer que el más viejo asuma parte de sus responsabilidades de creación. Esto da una autoridad especial a los hermanos mayores, pero también les impulsa presión y, a veces, angustia. Un hermano mayor que se siente sobrecargado de responsabilidades o injustamente tratado en comparación con los demás puede desarrollar diferentes problemas de personalidades. Él puede descontar en los menores la carga excesiva que lleva en sus hombros, o, si tiene miedo de sus padres, luchará para anularse a sí mismo antes de perjudicar el cuidado de sus hermanos. Es común que los mayores desarrollen un miedo de romper las reglas.

Especialmente cuando los padres recuerdan de manera frecuente que ellos son los encargados de hacerlos cumplidos. Por eso tienden a ser, artificialmente, más conservadores y madurar más rápido. Por otro lado, no cumplir con una responsabilidad que ellos asumieron o que alguien les encomendó puede generar una fuerte dosis de culpa. Además, así como los padres les dan más responsabilidades, también deberían premiarlos más por cumplirlas.

Lo que sólo los hermanos mayores saben Sólo los hermanos mayores pueden experimentar y entender lo que se siente en ciertas situaciones. Para los otros hermanos, en realidad, siempre serán un poco super-héroes. Es verdad que a veces ellos se aprovechan de su posición, pero son también los salvadores que aparecen para rescatar lo pequeño de algo grave.

Los otros hermanos le adoran y detesta al mismo tiempo.

Pero sea cual sea la circunstancia, se convierte en una referencia. Estas son algunas de las realidades que los hacen únicos: Hasta en una edad más avanzada, los otros hermanos esperan que se comportan como tutores o protectores.

Tienen que aprender a renunciar a juguetes, libertades y caprichos

  • en función de sus hermanos más jóvenes.
  • Tienen dificultad para entender que los más jóvenes ganan un juego o alcanzan un avance antes de ellos. Saben, muy en el fondo, que
  • fueron el cobayo en varios experimentos fallidos de sus padres. Se dan a sí mismos el derecho de martirizar a los menores, pero jamás permitirían que un extraño hiciera eso.
  • Hacen alarde para los menores sobre los derechos que van adquiriendo cuando entran en la adolescencia. Los hermanos mayores merecían que los más jóvenes les decían "Gracias" del fondo del corazón.
  • Ellos redujeron el peligro para nosotros y nos ofrecieron una tabla de salvación en diversos momentos de la infancia. Fue a ellos que pudimos confesar un error grave y nos sirvieron como puente para hablar con los padres. Nos defendieron, cuidaron y calmaron. Son, sin duda alguna, uno de los pilares apoyados en los que pudimos crecer.