Emociones indigestas y enfermedades psicosomáticas

Cuando no nos expresamos a través del lenguaje verbal, el cuerpo se encarga de presentar su propio discurso. Siendo así, la calidad de nuestros pensamientos y sentimientos repercutir en la calidad de nuestras emociones y, consecuentemente, en nuestra calidad de vida.

¿Cómo funciona frente al estrés diario o cuando una situación requiere una demanda emocional más intensa? ¿Cómo usted lidia con sentimientos como la tristeza y la cólera? ¿Perdona con facilidad o tiende a guardar el dolor y el rencor?

El ser humano es un todo integrado, no existiendo en la práctica separación entre mente y cuerpo. Siendo así, procesos físicos no están disociados de procesos mentales. A partir de este supuesto, todos los somatizamos en mayor o menor grado , dependiendo del evento estresógeno, así como de nuestros recursos físicos y emocionales.Siguiendo esta línea de raciocinio, exceptuando las enfermedades congénitas, ninguna enfermedad es totalmente física o totalmente "mental", ya que el ser humano es sistémico, presentando, por lo tanto, un enfoque multifactorial en la determinación de sus comportamientos, así como en el desarrollo de cualquier trastorno . En otras palabras, el hombre es biopsicosocial y espiritual. Cualquier teoría o concepto que no vaya de encuentro con esta multideterminación del hombre es reduccionista y no busca comprenderlo en su complejidad y singularidad.

Siendo así, la calidad de nuestros pensamientos y sentimientos repercutir en la calidad de nuestras emociones, y cómo el hombre no es disociado, el físico puede enfermar por las emociones mal elaboradas. Fundamental es un espacio de escucha, siendo la verbalización un punto importante en el proceso de curación.

Cuando no nos expresamos a través del lenguaje verbal, el cuerpo se encarga de presentar su propio discurso y esto es totalmente personalizado. No existe una "receta lista" que explique matemáticamente que "dolor de espalda" significa esto, que "dolor en la garganta" significa aquello. En procesos subjetivos esta convicción es muy peligrosa, ya que la persona puede vincularse a un significado listo y "huir" de las reales significaciones personalizadas que originaron ese disturbio. Cada individuo presenta una capacidad de vivir de manera única, aunque existen explicaciones etnopsicológicas que contribuyen significativamente a la elucidación de la manera de estar y sentir de un determinado grupo social. De este modo, el cultural es sólo una parte de un proceso global, siendo necesaria mucha precaución para no reducir al hombre a un solo aspecto;

es primordial realizar un análisis funcional personalizado para evaluar cómo se procesa el cotidiano de la persona , para averiguar algún comportamiento disfuncional o condición que pueda estar colaborando para el desarrollo de ese disturbio específico. Siendo así, factores genéticos, ambientales, idiosincrásicos y estilo de vida deben ser tenidos en cuenta. La gran mayoría de las "perturbaciones psicosomáticas" que desarrollamos están asociadas a sentimientos negativos, como resentimiento, rabia, odio, envidia, tristeza, dolor, culpa, frustración, miedo y falta de perdón. El perfil psicológico de personas con somatizaciones intensas son las angustiadas, rencorosas, reprimidas, tensas, ansiosas, inflexibles y controladoras. Por lo tanto, las emociones negativas deben ser trabajadas, pues éstas nos envenenan lentamente, minando el sistema inmunológico y debilitando nuestro organismo. El resultado de esto: abrimos grietas para el desarrollo de algunas enfermedades, tales como úlcera gástrica, dolores musculoesqueléticos (por ejemplo, Fibromialgia), enfermedades cardíacas, respiratorias, autoinmunes e incluso el cáncer. De este modo, vale la pena reflexionar sobre la calidad de las emociones que estamos alimentando diariamente, pues éstas tienen el poder de curar y generar enfermedades.

La cuestión del perdón debe ser profundizada, pues la no liberación de éste es terrible, no se trata sólo de religiosidad o incluso de espiritualidad. Varios estudios científicos ya han comprobado cuánto el odio, la tristeza y la falta de perdón asolan nuestro físico y nuestra existencia. Como dije en otro artículo, perdonar no es sólo un acto de benevolencia hacia el otro, sino sobre todo de inteligencia para con nosotros. Este razonamiento viene del hecho de que es contraproducente continuar reverberando este mismo mal, o sea, no debemos rumiar nuestra desventura, pues muchas veces el que causó un daño ni siquiera está recordando el hecho. En otras palabras, los únicos perjudicados somos nosotros mismos, entre comillas, pues la Ley Divina, que es perfecta, dará a cada uno de acuerdo con sus obras. Por lo tanto, lo mejor es trabajar cada aspecto negativo de los "bombardeos de la vida" a los que estamos sujetos y, así, desarrollar estrategias existenciales para cerrar heridas emocionales cuando esto sea necesario. ¡El mal puede prevalecer por unos instantes, pero nunca vence! Haga su parte, haga el bien y deje el resto por cuenta del universo. El trabajo constante de las emociones tóxicas tiene el poder de curar nuestra vidaPues sacamos un peso de la espalda.

Lo mejor a hacer por nuestra salud es olvidar aquella rabia, trabajar aquella tristeza, resignificar algún acontecimiento que nos fue dirigido consciente o inconscientemente, posicionándonos como agentes activos del proceso. Esta actitud de no victimización nos trae otra perspectiva frente a nuestro sentimiento de impotencia, de nuestras carencias, frustraciones y crisis existenciales. Siendo así, trabajemos cada dolor, resentimiento y descompensaciones, liberándonos de las amarras que impiden una vida de calidad.