Ganancias secundarias: líneas invisibles que definen nuestro comportamiento

Las ganancias secundarias son las consecuencias que acompañan situaciones en las que nos sentimos mal o simulamos un sentimiento negativo. Y que además, paradójicamente, poseen algo positivo para la persona que los obtiene. Este "algo positivo" puede convertirse en algo muy peligroso

, ya que es un estimulante o un premio que va a incentivar que volvamos a ponernos en la situación desagradable. Por ejemplo, una enfermedad puede suponer una reacción de los demás con la persona enferma, de atención, de atención, de demostraciones de afecto y de condescendencia. Además, puede existir la ganancia secundaria de no tener que ir a trabajar, o de mejores condiciones laborales adaptadas a la enfermedad, ayudas gubernamentales, etc.Son tantas cosas buenas que alguien podría pensar.

¿Por qué voy a invertir en curarme si, a cambio de un dolor más o menos soportable, obtengo un montón de cosas positivas?

Cómo descubrir las ganancias secundarias? Las ganancias secundarias pueden ser muy sutiles y encubiertas

, de tal forma que la persona que los recibe tal vez no sea consciente del beneficio que está recibiendo.

La persona que sufre de malestar por una enfermedad o emociones que la oprimen, en realidad es una persona infeliz, ya menudo se queja de su situación. Sin embargo, reconoce que su situación podría ser peor, ya que, a pesar del sufrimiento, lo ocurrido le concede algunos privilegios, como tener cerca a la gente que le gusta, quedarse sin trabajar, conseguir cambios en las personas cercanas ya que éstas harán lo posible para que mejore el estado y el dolor de la persona que está mal, etc ...¿Cómo las ganancias secundarias afectan las relaciones?

Las ganancias secundarias son un beneficio, dentro del malestar, para la persona que los recibe, pero

son un desgaste grande para aquellas personas con las que convive , ya que sufren como si fuera su malestar de la persona enferma .Los familiares, el cónyuge, amigos cercanos o seres queridos son quienes sufren las peores consecuencias, ya que pueden creer que la persona enferma se recupera o mejora es algo que depende de su comportamiento.

Esta carga termina transformándose en una dependencia para ambas personas

, ya que la persona que sufre su proceso dependerá de aquellas que cuidan de ella. El chantaje emocionalPor lo tanto, dentro de esa dependencia que se forma de la persona enferma en relación a las personas que le facilitan las ganancias secundarias, es muy fácil dejarse llevar por el chantaje emocional. Esto es,

la persona enferma puede acabar culpando, exigiendo o cargando a la persona que cuida con el desarrollo de su enfermedad o estado de salud, en el intento de conseguir lo que espera.

Podemos ver un ejemplo de esto en aquellas personas que tienen un estado superado de irritación, ira o furia, etc ... Ellos suelen culpar a las otras personas por su reacción y malestar. Además, esperan que la otra persona cambie, pida disculpas o reconozca el error, manteniendo la irritación, la ira, etc ... por un largo período de tiempo.Mantienen su postura como medida de presión

: esperando sentirse mejor sólo cuando el otro muestra algún tipo de cambio en la dirección que ellas pretenden.

Así, la persona culpable tenderá a ceder para evitar el conflicto o el malestar que la persona emocionalmente afectada le provoca. Resistencia al cambioLas personas que obtienen algún tipo de ganancia secundaria evitan los cambios terapéuticos

, ya que, a pesar del malestar, la recompensa obtenida con este estado es mayor. Sin embargo, por tratarse de un proceso inconsciente, tanto en las ganancias y en la resistencia, cuando la persona se vuelve consciente de ello, suele trabajar más profundamente su cambio de actitud y, consecuentemente, su mejora de salud física y psicológica.