Las personas son como la música: unas son poesía y otros ruidos

Hay personas que añaden música a nuestras partituras vitales, y lo hacen sin tener conciencia de ello porque son poesía, porque se inscriben en las líneas de nuestro corazón con acierto y humildad. Otras, por el contrario, son sólo ruido, un sonido ambiente a veces irritante y persistente con el que aprendemos a vivir con equilibrio y respeto.

Gustav Jung afirmaba que el encuentro de dos personas, en algunas ocasiones, es como el contacto de dos sustancias químicas. Al ocurrir una reacción, ambas partes pueden transformarse y beneficiarse. Sin embargo, en algunos casos puede suceder justamente lo contrario: la evitación. Pero eso no es bueno ni mal, es simplemente el mero reflejo de las relaciones humanas. Podríamos decir que las relaciones personales son como complejos universos donde acabamos colisionando unos con otros. Sin embargo, siempre llega un momento en que acabamos percibiendo esa música interior que representa a cada uno de nosotros. Esta sintonía única y excepcional que se armoniza con determinadas personas, para que juntas creen la mejor partitura de sus vidas.

Las personas que añaden música a nuestras vidas En el momento de trazar las líneas que definen a esas personas que dan luz a nuestros días, generalmente recurrimos casi de inmediato a la psicología positiva. Martin Seligman es el mejor representante de esta tendencia que demuestra, por ejemplo, qué características están presentes en las personalidades capaces de transformar la adversidad en oportunidad, y hacer de la felicidad algo constante en cada una de sus etapas vitales.

Sin embargo, es importante aclarar algunas cosas. Las personas que realmente llegan a ser auténticos faros de luz en nuestra existencia no necesitan ser necesariamente "personas felices". En realidad,

son verdaderos arquitectos de las emociones positivas. Otro aspecto a tener en cuenta es que esas relaciones tan enriquecedoras algunas veces pueden ser breves, pero no por lo menos menos significativas.

A veces vivimos ciertas relaciones amorosas o de amistad que acaban llegando al fin, pero aún así esos recuerdos continúan añadiendo una bellísima banda sonora de hermosas sensaciones. Esto porque hay personas, creemos o no, que son como "hogueras", figuras que a pesar de la distancia nos siguen dando luz, calor y paz.Recordarlas es un placer, y si aún las tenemos a nuestro lado, son tesoros preciosos de los que debemos cuidar.

Convivir con la música y el ruido El ruido es una mezcla confusa de sonidos sin ritmo o armonía.

Sabemos lo que es, y aún así estamos acostumbrados a ese mismo sonido en el eco de nuestras ciudades. A veces, para protegernos de ese bullicio irritante, acabamos poniendo los auriculares para relajarnos al sonido de nuestras canciones preferidas.

Sin darse cuenta de la misma actitud en lo que respecta a las personas.

Convivimos con personajes que no nos agradan, compañeros que van y vienen, vecinos que queremos evitar, parientes que nos gusta, pero que no visitamos con tanta frecuencia. Hay respeto, pero no sintoniza y, a pesar de todo esto, vivimos normalmente en nuestros mundos particulares. Ahora sabemos que

no siempre es fácil obtener ese equilibrio sutil entre la música y el ruido , por lo que proponemos considerar las siguientes estrategias:Llaves para vivir con armonía

Seguro que usted ha oído hablar de las resistencias psicológicas . Son ellas que muchas veces paralizan gran parte de nuestro crecimiento personal llevando a actitudes basadas en lo que otros esperan de nosotros o evitando que tengamos plena conciencia de lo que queremos o no.La primera clave para convivir en armonía es precisamente la libertad personal

.

Atreva a recogerla todos los días. Sólo cuando somos capaces de soltar las corrientes de esos modelos que nos dejan aprisionados por nuestros miedos e inseguridades, nos volvemos seres auténticos y completos capaces de trazar nuestras propias "partituras vitales".

  • La segunda clave es el respeto y la "no resistencia".Esta combinación singular se traduce en algo tan simple como "viva y deje vivir". No necesitamos tener gusto de todo el mundo. Se trata sólo de respetarse unos a otros, y si alguien "nos molesta" de manera particular, no necesitamos convertirse en prisioneros de ese sentimiento. Ignorar y distanciarse son las mejores maneras de disminuir ese ruido particular.
  • La tercera clave es cultivar el arte de ser feliz con las cosas más simples y elementales . Una vez que sepamos "quién es poesía y quién sólo es sonido de fondo", basta con dar las manos a nuestros compañeros y dejarnos guiar por la complicidad, la alegría y la aventura. No importa si esa música dura un instante o una vida entera, se trata sólo de dejarse llevar ...y aprovechar.