Asumir las críticas es tan difícil como recibir los elogios. En realidad, hay personas que se sienten muy incómodas cuando reciben algún comentario agradable. Esto se debe en parte a aspectos culturales: fuimos educados en la exigencia, en el hecho de tener que hacer todo bien y en el entendimiento de que no existe ningún mérito en ello.
Además, el hecho de que los elogios y las críticas tengan un gran poder sobre nuestra autoestima es muy peligroso, ya que eso significa que lo estamos dejando todo a merced de los demás. Cuando recibimos elogios el mensaje de admiración puede estimular tanto la autoconfianza que podemos llegar a quedar "borracho". Por otro lado, cuando recibimos críticas destructivas lo opuesto sucede: hay una tendencia mórbida de desprestigiar, de ofendernos.Piense que en cualquier tarea usted puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados. Lo que es realmente importante es la dignidad con la que viajamos por el camino en busca de nuestros objetivos.Aceptar críticas constructivas de nuestro ambiente facilita la adaptación a situaciones diferentes,
mientras que el elogio puede debilitarnos, haciendo que disminuya nuestro esfuerzo en las cualidades halagadas. Las críticas son inevitables La evaluación forma parte del pensamiento de cada ser humano.
En nuestra cultura, estamos acostumbrados a prestar más atención en lo negativo que en lo positivo. Vemos más fácilmente las fallas y los problemas que las cualidades y las oportunidades.
Cada persona responde a la crítica de una forma diferente. Creemos que esto depende de la crítica ser constructiva o destructiva, pero no es completamente así. Incluso la crítica hecha por dos personas diferentes puede provocar respuestas y emociones totalmente opuestas.
A veces la manera en que recibimos la crítica no depende de lo que nos dicen, sino de lo que pensamos al respecto. Independientemente de la crítica y de quien la hace, la diferencia está en quien la recibe, en la importancia e interpretación que damos, tanto a las palabras y gestos que recibimos en cuanto a la persona que los transmite.
¿Cómo sacar provecho de los elogios?Para que los elogios no nos caigan en la trampa de la vanidades importante elogiar la actividad o el comportamiento específicamente, y no la persona.
La manera como elogiamos puede afectar el pensamiento del otro y, a su vez, su propensión a asumir desafíos, perseverar y tener éxito. Hay dos mentalidades particulares: fija y de crecimiento. Por otro lado, si somos nosotros quienes recibimos el elogio, pensamos que tiene un componente positivo, pues reafirma el trabajo bien hecho, proporcionando informaciones que dicen que el camino seguido es correcto. Hay autores que nos dicen que vivimos para ser reconocidos, y no podemos negar que, para ciertas personas, eso parece ser verdad. Además, para algunas personas
los elogios pueden ser la base de orgullo, que en exceso puede distorsionar la realidad del ambiente y del valor de las propias acciones. Para fortalecer a alguien con un elogio, lo mejor es formular sobre hechos o resultados concretos. De poco sirven generalizaciones del tipo "usted lo hace muy bien" o "como usted es inteligente". Mejor decir "me gustó cómo resolvió este problema en particular" o "usted trabajó muy bien para superar el objetivo asignado, incluso sabiendo que no le gustaba la tarea".
De la misma forma que destacar sólo los puntos negativos genera frustración, decir sólo el positivo genera comodidad. El problema con la mayoría de nosotros es que preferimos ser arruinados por los elogios que salvos por las críticas.