Las 10 reglas de la vida, según un maestro budista japonés

Miyamoto Musashi fue un famoso guerrero samurai en la época del feudalismo en Japón. Fue autor de la famosa obra 'El Libro de los Cinco Anillos'. Además, se hizo muy conocido por haber escrito una lista de reglas de la vida dos semanas antes de morir.

Como un buen guerrero oriental, para Miyamoto la lucha era mucho más que un combate. Los samurais daban un enorme valor para la evolución personal - este era precisamente el medio para transformarse en buenos combatientes. Las reglas de la vida de Miyamoto sobrevivieron con el tiempo, así como con los clásicos. En ellas, se encuentra la sabiduría de quien vivió con coraje y en función de causas nobles. Sistematizamos estos preceptos en diez orientaciones compartidas abajo: "Si quieres felicidad por una hora, saca una siesta. Si quiere felicidad por un día, vaya a pescar. Si quieres felicidad por un año, herede una fortuna. Si usted quiere la felicidad para toda la vida, ayude a alguien ".

- Proverbio chino -
1. Aceptación, la primera de las reglas de la vida

La primera de las reglas de la vida es

aceptarla tal como es. La aceptación no quiere decir resignación, sino humildad. La vida es lo que es y depende de cada uno de nosotros una actitud: la de aprender de las circunstancias que no elegimos, pero con las que tenemos que convivir. La consecuencia de no aceptar la realidad es el sufrimiento permanente.

Este da origen a una batalla interior que siempre se pierde. Aceptar, en cambio, lleva a aprender de cada situación. 2. Piense poco en sí mismo y mucho en los otros

Quien se detiene a pensar mucho en sí mismo acaba confundiéndose. Levanta un muro delante del mundo y alimenta sus inseguridades. Más que pensar en sí mismo, lo cierto es si se permite ser.

La verdadera felicidad está en poder servir a los demás.

No hay nada que se compare con la satisfacción de hacer el bien. Quien es generoso muestra ser poderoso también. Esto es, finalmente, lo que permite apreciar a sí mismo. 3. Aprender a desprenderse del deseo. El deseo, entendido como anhelo por lo que no se tiene, lleva sólo a la insatisfacción eterna. Tenerlo es como un barril sin fondo: cuanto más tienes, más deseas. Y se vuelve cada vez más difícil de satisfacer. Miyamoto, como muchos orientales, luchó para erradicar el deseo. Quien mucho anhela, mucho se frustra.

El verdadero poder está en la capacidad de renunciar.

El que necesita poco, con poco es feliz. 4. Evite dar lugar al arrepentimientoEl arrepentimiento causa mucho sufrimiento. Lo peor es que se trata de un sentimiento inútil. Así entiende Miyamoto en sus reglas de la vida. Él insiste en que no deberíamos ver el error como una condena, sino como una característica asociada a nuestra naturaleza.

Cada acción que realizamos nos enseña algo. También nos cambia de alguna manera. Si actuamos mal, recibimos un gran aprendizaje. Por eso nada de lo que es vivido es despreciable. Lo importante es saber aprender de la situación y enriquecer nuestro equipaje. 5. Elimine las quejas y el resentimiento La queja sólo contribuye a que la persona sea invadida con malas energías, además de atormentar a aquellos que la rodean. No lleva sentido, pues en vez de impulsar al individuo a la acción, acaba paralizándolo. Según las reglas de vida de Miyamoto, las quejas y el resentimiento envenenan a quien los siente. No sirven para nada. Al contrario, empiezan a dañar como una plaga otros sentimientos que, a su vez, son positivos.

6. Deje de lado los objetos que no necesita

Los objetos influencian nuestras emociones y nuestra manera de ver la vida. Si nos apegamos mucho a ellos, acaban ejerciendo control sobre nosotros mismos. Hacen que nuestra conciencia sea menos libre.Esto se aplica especialmente a las cosas que ya no necesitamos y que, sin embargo, conservamos. Estas cosas nos hacen personas más inseguras y rígidas. Por eso, en las reglas de la vida él insiste en librarse de lo que es inútil. 7. No siga ciegamente las creencias de los demás. Se habla de, en el fondo, mantener la confianza en nuestros criterios. Confiar en el sentido común que cada uno de nosotros posee.

Respetar las propias convicciones y los propios valores.

De lo contrario, la persona se vuelve muy manipulable.

Nadie necesita que le digan lo que es correcto o incorrecto. Todos tenemos la capacidad de decidir por nosotros mismos. Seguir ciegamente los demás sólo nos lleva a traicionarnos a nosotros mismos en algún momento.8. Conserve siempre su honor

El honor es una palabra casi olvidada.

Ella tiene que ver con amor propio, con no permitirse conductas que estén en desacuerdo con los valores que defendemos y en los que creemos. Tales valores constituían una especie de brújula, que da lugar al orgullo cuando se respetan en oposición a las tentaciones.

El honor es el bien más precioso de cualquier persona. Alguien honroso inspira respeto y consideración. Atrae la buena voluntad y la consideración de los demás, incluso de los enemigos. Es así que el honor confiere valor a la vida; un valor que es muy íntimo y personal. 9. El amor no debe estar invadido por el apego. Las emociones, en general, son respuestas impulsivas. Si se racionalizan, se convierten en sentimientos. Estos son más profundos y ponderados. Están asociados a los valores, y no a las necesidades. El amor es un sentimiento extraordinario. Sin embargo, a veces llamamos amor una emoción ciega y pasajera.

Esto ocurre cuando lo que inspira el amor es el apetito de algo o el apego. En estos casos, daña más de lo que beneficia.

10. No tema la muerte

Es un hecho: somos mortales. La vida termina y eso es una realidad natural. No debemos temer ni la propia muerte ni la de los seres que amamos. Así, vencemos el miedo a la muerte viviendo intensamente la vida. Las reglas de la vida de Miyamoto sobrevivieron al tiempo por la gran sabiduría que confieren y también por todo lo que inspiran. Claman por el realismo, la humildad y la paz interior.

Busquen que nos mantenemos enfocados en la esencia, y no en la apariencia y en lo insignificante.