Dejar de hablar con alguien como castigo

El silencio a veces cumple la función de castigo. Dejar de hablar con alguien es una salida que muchas personas utilizan para "expresar" su rabia, su insatisfacción o sus reprobaciones. ¿Hasta qué punto este método es eficaz para resolver un problema o hacer que la otra persona cambie? ¿Qué significa la decisión de evitar las palabras cuando hay un resentimiento que se quema por dentro?

Establecer un diálogo con alguien no es fácil, especialmente si hay un conflicto que no parece tener posibilidades de solución. Pero si, en vez de abordar el tema directamente, lo que se hace es dejar de hablar con la otra persona, lo único que se consigue es crear una tensión adicional. Al conflicto no resuelto se suma un limbo que puede convertirse en una verdadera incubadora de veneno.

"Hable para que te vea."
-Sócrates-

Muchas personas, sin embargo, en el fondo no tienen interés de resolver el conflicto a través del diálogo. Lo que ellas desean es que el otro se someta al punto de vista de ellas. Entonces, utilizan el silencio como castigo para que el otro desista. Por fin, se trata de una actitud infantil y lo peor es que no resuelve nada. Esto proporciona sólo una recompensa egoísta.

Las razones para castigar con el silencio

Hay todo tipo de argumento para defender la idea de que dejar de hablar con alguien es válido. En el fondo, lo que se busca es castigo. Hacer que la persona entienda que hay una reprobación en la ausencia de palabras. Pero ¿por qué no decir en lugar de querer demostrar por medio del silencio? Esas son las principales razones que defienden a aquellos que prefieren tal medida:

  • Es mejor dejar de hablar con una persona que participar en una discusión en la que hay intercambio de insultos.
  • Esa persona no me escucha. Por más que pido que ella cambie, no me oye. Entonces, es mejor no decir nada porque no hace diferencia.
  • Ella necesita disculparse conmigo por lo que hizo (o me dijo, o no lo hizo, o dejó de decir). Hasta que ella lo haga voy a quedarme sin hablar.
  • ¿Cuál es el sentido de hablar si siempre llegamos al mismo punto? Mejor dejar de hablar para ver si entiende que no voy a ceder.

En todos los casos se afirma que el silencio es la mejor opción para lidiar con el conflicto. Por una razón u otra, la palabra se mostró ineficaz. Se recurre entonces a la decisión de dejar de hablar con alguien para que esa actitud sea entendida como un castigo y, como consecuencia, hacer el otro reconsiderar su actitud. Dejar de hablar con alguien es agresivo Un silencio puede tener innumerables significados. Algunos de ellos son realmente violentos.

Dejar de hablar con alguien es asumir una actitud pasivo-agresiva.

Esto quiere decir que es una violencia con la otra persona, pero de manera implícita. La mayoría de las veces, ese tipo de actitud es tan o más nocivo que la agresión directa. Esto es cierto porque la violencia se transforma en un vacío susceptible a cualquier tipo de interpretación. Para quien para hablar con otra persona hay motivos claros. También existe una expectativa clara frente a lo que esta situación debe tener como resultado. Pero quien utiliza ese tipo de recurso debería intentar responder a algunas preguntas, como: ¿Está seguro de que la otra persona realmente comprende el significado de su silencio?

Usted realmente cree que la mejor manera de lograr un cambio o hacer que la persona actúe como usted quiere es a través de la ausencia de diálogo? El silencio aumenta las distancias. Y la distancia no suele ser una buena aliada para la comprensión o para restablecer lazos partidos. Por el contrario, contribuye aún más a aumentar las diferencias. Por otro lado, dejar de hablar con alguien puede funcionar momentáneamente. El castigo es impuesto y la otra persona reacciona: vuelve para disculparse, promete cambios o hacer lo que usted quiera. Pero a largo plazo acaba incubando pequeños resentimientos que pueden crecer. El silencio raras veces resuelve un conflicto o da lugar a una solución, apenas encubre.

Las funciones sanas del silencio Es verdad que a veces es mejor no hablar nada. Cuando estamos muy exaltados, por ejemplo. La ira nos hace exagerar y nos trae más preocupaciones por herir al otro que por expresar realmente lo que pensamos o sentimos. En esas condiciones, nada mejor que dejar de hablar mientras recuperamos la compostura. En circunstancias así, acaba siendo una decisión inteligente. Por otro lado,

dejar de hablar para castigar o intentar hacer la otra persona "rendirse", como dijimos, rara vez trae buenos resultados. A veces enfrentamos el desafío de expresar nuestra ira o nuestra irritación, pero sin herir al otro. La salida no está en parar de hablar, sino en buscar y encontrar los medios para construir puentes hacia la comprensión. La ausencia de palabras puede hacer que el otro cede, lo que no significa que el conflicto desapareció. Por otro lado, también puede suceder que la otra persona no actúe como se esperaba, y lo que al principio era un copo de nieve se transforma en una avalancha.

Es posible que necesite encontrar mejores condiciones para hablar.

Y también una forma diferente de expresar nuestra insatisfacción. Cambiar el espacio cotidiano por otro más acogedor y amable a veces contribuye a una renovación en la comunicación. Hablar con el corazón, siempre refiriéndose a las cosas que usted siente y no a lo que usted supone que el otro siente, es una fórmula que no suele fallar. Tratar.