Necesitamos aprender a abrir y dividir nuestra mente y corazón con las personas, pero antes necesitamos entender lo que muchas veces nos impide hablar.Sabemos muy bien que el miedo no nos permite ser totalmente honestos sobre nuestros sentimientos, porque tememos la indiferencia y el rechazo.
Tenemos miedo de ser gravados de carentes o muy emotivos
La verdad es que existen millones de motivos que nos llevan a vivir en una fortaleza, queremos ser roca y pasar la impresión de que nada nos alcanza.
Creamos y creemos en una falsa sensación de que está todo bien y de que pronto 'eso pasa'. Guardamos, acumulamos y nos escondimos de nosotros mismos, hasta que un día, boooom!
Explosemos y ponemos todo fuera, a la hora equivocada y de la manera equivocada. La bola de nieve aumenta y cuando menos se espera, corra porque allí viene una avalancha.Creamos barreras negativas, tenemos pavor de ser vistos como débiles y con ese comportamiento sólo retardamos la explosión de la bomba que a veces puede ser fatal.
Creemos que no debemos hacer tempestad en el vaso de agua, entonces
acumulamos traumas, problemas psicológicos y heridas en el alma.En el fondo, todos necesitamos ayuda y necesitamos ayudar también.Tener compasión por el prójimo, tratar de entender lo que motiva sus acciones, y no ser tan rápido en el juicio. Lo que nos falta es la conciencia de que si no somos perfectos, ¿cómo podemos esperar la perfección de los demás que son tan humanos y propensos al error como nosotros?
Sea humilde y no tenga miedo de dejar la voz del corazón hablar más alto. Al final, cuando las cortinas de ese gran espectáculo se cierren, nos arrepentiremos más de las cosas que dejamos de hacer. Por eso no dejes para amar, para perdonar y pedir perdón mañana, no dejes para mañana todo lo que puede ser dicho y hecho hoy, ahora.