La preocupación obsesiva de mantener a los niños en seguridad

Cuando se es padre o madre, mantener a los niños en seguridad es una prioridad que nace y se instala entre las motivaciones más poderosas. Aunque sabemos que es una misión imposible, muchos padres no renuncian a proteger a los niños de todos los peligros reales, probables e improbables que pueden acercarse. De esta manera, proteger a los pequeños del sufrimiento y de las carencias se transforma también en una necesidad. Lo normal es que muchos de esos padres van comprendiendo que mantener a sus hijos a salvo de cualquier amenaza, especialmente cuando empiezan a adquirir autonomía, es una misión imposible. Por más cuidadosos que puedan ser,

habrá sufrimientos que los padres no pueden ni deben alejarse de los hijos porque formarán parte de los estímulos necesarios para que crezcan. "La gente habla de la mayoría de edad. Eso no existe. Cuando una persona tiene un hijo, ella está condenada a ser padre durante toda su vida. Son los hijos que se alejan de los padres. Pero los padres no pueden apartarse de ellos ". -Graham Greene-

Algunos padres, sin embargo, deciden no aceptar este hecho.
Ellos también asumen una posición, digamos, omnipotente frente a la vida de los hijos. Creen que si están presentes, nada malo va a suceder. Como si eso fuera verdad. Como si no existieran miles de peligros imposibles de evitar, incluso para una madre o un padre que dedican todos sus recursos a ese fin.

Mantener a los niños en seguridad se transforma, entonces, en una obsesión. Esto se traduce, principalmente, en una vigilancia constante que poco a poco los deja agotados.

Al mismo tiempo, este tipo de padre o madre suele mantener una actitud de desconfianza hacia los demás y el mundo. Mantener a los niños en seguridad: un desafío que implica censura Sin darse cuenta, un padre o una madre que encaja en el retrato que estamos delineando comienza a transformarse en una voz de censura.

La palabra "no" aparece en todo momento y casi siempre viene acompañada de una amenaza. "No lo haga ... porque puede suceder eso". De la misma manera, y muchas veces sin querer, al menos de manera consciente, el padre o la madre

comienza a limitar las experiencias de los niños. "Mejor no ir al parque porque está muy frío y usted puede tomar un resfriado". "No te quedes mucho tiempo fuera de casa porque la calle está llena de peligros".

Los animales transmiten enfermedades, el fuego quema, el agua moja ... El mundo entero se transforma en un gran peligro. Se transmite la idea de que la única cosa capaz de hacerlos desaparecer es la presencia de ese padre o de esa madre. A veces, el niño cree que eso es verdad. Obsesión y control Un padre o una madre obsesionados en mantener a los niños en seguridad van a decir que sólo quieren proteger. Y más, que lo hacen por el bien de los pequeños. Si alguien cuestiona este comportamiento, tienen una lista de buenos argumentos para defender sus actitudes, que a menudo implican acusaciones. Fulano dejó al niño solo, por lo que cayó y rompió un dedo. Ciclano no cuida a sus hijos y mire cómo ellos son malcriados.

Estos padres llaman "protección", pero en realidad se trata de algo mucho menos presentable. La palabra correcta es "control".

Son padres controladores, que no tienen ningún problema en dirigir y proteger la vida de los hijos hasta llegar al extremo. Ellos quieren vigilar cada paso que los pequeños dan. Realizar una intervención directa en cada proyecto que sus hijos emprendan. Estar presentes todo el tiempo, como una sombra omnipotente. Esta actitud suele prolongarse una vez que los hijos hayan dejado la infancia hacia atrás.

Lo que está detrás de la obsesión Todo padre y toda madre, en algún momento, siente la tentación de actuar en relación al hijo como si fuera un objeto que le perteneciera. Los padres que entran en esa situación de obsesión no son personas malas. Ver el hijo nacer y ser responsable de él crea un vínculo muy estrecho.

No todo el mundo está preparado para tener afectos tan íntimos y, al mismo tiempo, saber que debe asumir el riesgo intrínseco que implican. Muchos de los padres o de las madres obsesionados en mantener a los niños en seguridad en el fondo desean otra cosa.

Puede que quieran prolongar ese lazo tanto como sea posible.

No renunciar a la idea de que los niños siempre necesitar a los padres para todo aleja el pensamiento que forma parte de la ley natural de la vida que es el hijo seguir sus vidas sin necesidad de más padres incondicionalmente. Lo que existe es el miedo de admitir que se trata de una relación destinada al cambio, a una separación progresiva. Es muy probable que estos padres obsesivos no hayan tenido buenas experiencias con pérdidas.

Tal vez todavía tengan algunos dolores para resolver. Ellos se llenan de miedo frente a la posibilidad de que sus hijos ya no necesitan más de ellos tanto como lo necesitan ahora y salen conquistar el mundo, solos. Entonces se encargan de asustar a sus hijos. De mostrar todo de mal que puede suceder con ellos cuando estén sin el manto protector de los padres. A veces, el cuidado excesivo también encubre un rechazo. El padre o la madre no ama tanto al niño como quisiera, y se defiende de ese sentimiento inconsciente exagerando en los cuidados. De todos modos, detrás de esas formas obsesivas de protección siempre hay algo que no va bien y que debe ser objeto de análisis.