es la capacidad de aceptar algo desagradable sin alterarse.
- Vocación para la perfección:
es la habilidad de realizar tareas detalladas, manteniendo el mismo nivel de meticulosidad en todo momento.
- Tolerancia a la frustración: cuando somos capaces de "dar tiempo al tiempo", para alcanzar y disfrutar de algún objetivo.
Sidarta nos enseñó tres acciones que involucran la paciencia: pensar para encontrar la razón de esa prisa que a veces nos invade; nos privar de aquello que nos da placer y satisfacción, hasta que llegue la hora correcta para disfrutar; y saber esperar, porque para saber esperar es necesaria sabiduría. No es simplemente quedarse parado, sino seguir adelante, viviendo la vida como ella se presenta. ¿La paciencia se puede aprender?
La respuesta a esta pregunta es definitivamente "sí".Todos nacemos como pequeños e inocentes dictadores, sin ninguna reserva de paciencia. Lloramos desesperadamente para que alguien venga a atender a nuestras necesidades. En esa fase de la vida es muy convincente, y alguien corre en nuestro socorro.
Crecer significa, entre otras cosas, aprender a perder ciertos privilegios.
A poco, entendemos que no somos el centro del mundo
. Si antes teníamos que llorar para conseguir lo que queríamos, ahora aprendemos que no alcanzamos nuestros objetivos "en el grito". Algunas personas no aprenden nunca y pretenden continuar utilizando el mismo mecanismo para alcanzar lo que desean
. Ya no se juegan en el suelo, dejándola como algunos niños, pero utilizar mecanismos más sofisticados, como manipular a las personas para que hagan lo que desean. Nunca crecen, y no disfrutan de la libertad que la autonomía y esfuerzo propio nos proporcionan. La práctica de un deporte, actividades manuales y técnicas de meditación puede ayudarnos a desarrollar la paciencia. También ayuda si simplemente se detiene todos los días durante cinco minutos, se quede respirando profundamente, y se concentre en el aire que entra y sale de sus pulmones. ¿Parece demasiado simple? Pero funciona ...