Aquel que planta la verdad no siempre cosecha confianza

Quien suele esparcir la verdad, por más asombrosa que sea, no siempre recibe confianza en retorno. Cuando hablamos de sinceridad estamos sin duda ante un cuchillo de doble filo, porque muchos se sienten incómodos e incluso amenazados ante verdades. Esto se da porque en algunos casos es mucho más cómodo vivir en la mentira. La verdad es, al final, un espejo que no todos están listos o quieren mirar para ver su real reflejo.El tema no deja de ser curioso, porque casi todos reaccionamos ante la mentira viéndola como un tipo de agresión o una forma directa de manipular la realidad. Hay, sin embargo, quien prefiera un tratamiento un poco más "pensado", con medias verdades, que con una honestidad que a veces puede lastimar.

Siempre elijo saber la verdad más cruel a vivir en la más dulce de las mentiras, pero también sé que no son todos los que están preparados para eso. Porque la sinceridad y la honestidad muchas veces duelen, y en algunos casos hablar en voz alta aleja a la mayoría ... CompartirAlgo que valdría la pena practicar en el día a día, más que una verdad sin límites, es
aprender a no decir nunca lo contrario de lo que pensamos. Sólo así cuidaremos de nuestro bienestar emocional y seremos consistentes con nuestros valores y necesidades.
Los efectos de la verdad y de la honestidad En nuestro cotidiano, la mayoría de nosotros hace uso de las mentiras piadosas . Comentamos con una amiga que está muy bonita aunque estemos viendo que está con enormes ojeras, tranquilizamos a nuestros padres diciendo que estamos muy bien, aunque estemos, por ejemplo, resfriados. Con eso, mantenemos un equilibrio funcional porque son situaciones que calificamos como de poca importancia que no tendrán influencia en la confianza.

Ahora, cuando las circunstancias son diferentes y generan diversos problemas de mayor o menor magnitud, pudiendo sacudir la confianza, hacemos uso de la honestidad. No obstante, hay quien ni siquiera concibe la posibilidad de decir mentiras piadosas, porque para ellos

pequeñas mentiras generan al fin del camino grandes falsedades, y la falsedad es algo que algunas personalidades no toleran.

Es aquí donde suelen aparecer los problemas de convivencia, porque quien esparce la verdad en su día a día es visto por otros como aquella persona que todo revela, que habla lo que es en la cara, que no respeta a nadie. La honestidad es en verdad un apego a nuestra rectitud y dignidad, porque una media verdad será siempre una mentira entera, aunque mucho se intente decir que no.La verdad no nos hará libres, sino que nos ayudará a vivir mejor. Imaginemos ahora aquellas reuniones familiares en las que, en algunos momentos, nos quedamos quietos ante algún comentario nada adecuado o incluso ofensivo que ciertos parientes suelen hacer entre sí. Lejos de soportar la situación, decidimos levantar la voz y decir la verdad sobre lo que creemos de determinado comportamiento. Es muy probable que no miren muy bien para esa reacción, e incluso que nos dediquen una reprobación, pero sin duda la actitud hará que nos sintamos mucho mejor.

Quien se pone enojado o molesto cuando alguien le dice una verdad prefiere vivir en la mentira. Compartir A pesar de que a menudo suelen decir lo que la verdad no es más que la percepción personal de cada uno, hay aspectos que, lejos de ser neutros o inocuos, piden una reacción.

Demandan de nosotros asertividad y que levante nuestras voces para ser honestos, directos y, ante todo, consistentes con nuestras creencias. No obstante, también tenemos que tener claro que hay un límite, y ese límite está en no practicar el sincericidio.

Explicamos lo que sigue.

La verdad y sus propósitos esencialesLa verdad siempre debería tener como propósito mejorar nuestra convivencia, favorecer el respeto mutuo y construir confianza. Esto es un aspecto esencial para tener siempre en cuenta: la verdad no debe ser usada nunca como una forma de agresión o humillación.

Dentro del budismo la verdad es concebida como una forma de iluminación . Su concepto teórico es realmente útil en ese contexto, porque lo que se busca es ante todo cultivar la sinceridad en el día a día como una forma de sabiduría compartida. A su vez, se transmite la concepción de que todos debemos estar preparados para los cambios humanos, para todo aquello que nos traiga vida, sea bueno o malo. Asumir las verdades es parte de la aceptación personal de cada uno. La verdad debe poder ser digerida y aceptada más tarde, generando entonces un intercambio y un conocimiento.

Si nos limitamos a quitar el oído no aprovecharemos nada, si ignoramos lo único que hacemos es alimentar aún más la mentira. Así, es necesario ofrecer la verdad a los demás de la manera menos agresiva o cruel posible, sin llegar al sincericidio. Por eso, la forma de hablar es siempre importante. No es lo mismo decir "no estoy más enamorado de ti" y "no sé cómo un día pude en enamorarte de ti".

Para concluir, vale la pena hacer un uso saludable de esa verdad que duele, aunque siempre acabe curando, porque

aquellos que se limitan a inventar mentiras primero consuelan, pero luego matan.Y eso definitivamente no es el ideal para construir confianza.