Todos conocemos a personas que están siempre presentes y listas para todo, principalmente cuando es necesario resolver algún problema o cuando algo malo sucede.Es aquella persona para quien llamamos cuando estamos apurados, cuando estamos en un dilema, cuando no dará tiempo de hacer algo y necesitamos una mano. Es la primera opción de nuestra agenda de contactos siempre que algo sale de la plomada, pues sabemos que podremos contar con su ayuda, con su discernimiento, con su presencia que sea.
De la misma forma, hay personas que toman esa delantera también en sus relaciones amorosas
, tomando para sí toda la carga de responsabilidad que debería ser dividida. Y entonces serán siempre ellas quienes decidirán qué y dónde comer, cuándo y para dónde viajar en el día de fiesta, qué compras visitar, qué tienda entrar, qué cuenta pagar. Desde la elección de la cortina hasta la reforma del baño o la compra de un nuevo coche, todo, en esos casos, es decidido siempre por uno de los socios. Personas decididas y resueltasEllas tienen la capacidad de buscar soluciones, de ayudar sin titubear, de estar presente tan pronto como sea necesario.
Son muy queridas e imprescindibles en los momentos de tempestad principalmente, porque sabemos que ellas estarán allí ayudándonos, amparando nuestras caídas y tomando las decisiones que no estaremos aptos para tomar. Sin embargo, de la misma forma que nos acordamos de ellas cuando todo va mal, es necesario que no las olvidemos cuando todo va bien.
Estar siempre listos y presentes para ayudar es gratificante , hace bien y nos hace cada vez más personas mejores, maduras y de bien con la vida, pues acabamos no desequilibrando ante nuestros propios problemas, seguros que estaremos para lidiar con los reveses , encarando las derrotas con sobriedad. No necesitaremos reconocimiento explícito, ya que formará parte de nuestra naturaleza la iniciativa de enfrentar la vida a cada uno, cada vez que ella diga no. Sin embargo,
tratar con la ingratitud será una de nuestras necesidades en este recorrido, porque no siempre nos devolverán agradecimientos y sonrisas suficientes, no siempre habrá quien reconocerá lo que hemos hecho, quien al menos dirá "gracias", quien se acordará de nosotros cuando llegar a la hora de la diversión, de la calma.Por menos que necesitamos reconocimiento,
la insistencia en donarse sin recibir nada de vuelta cansa y agota las energías , pues afectividad que va sin vuelta no se sostiene, no dura mucho. Nada hace morada donde no hay encuentro, donde el eco vacío es la única respuesta obtenida.Ayudar a quien necesita es una actitud placentera y gratificante por sí solo, pero,
duele percibirse como alguien que sólo es interesante cuando el otro lo necesita, por más altruistas que podamos ser. Necesitamos establecer límites, sin herir nuestro amor propio, para que no nos perdamos de nosotros mismos, para que no priorizamos solamente al otro en detrimento de nuestras vidas.Necesitamos ser alguien que siente y no algo que es útil
. Necesitamos cariño, de calor humano, de llamadas llenas y de conversaciones sobre nada. Poder ayudar, traer comodidad y buscar soluciones es maravilloso, pero estar presentes y ser queridos tanto en la lluvia como en los días de sol caliente es lo que nos hará más seguros y felices. Porque un día la gente muere, pero en todos los demás la gente vive - y vivir juntos es demasiado bueno.