Es verdad que nuestra memoria comete errores, pero de ahí a decir que no existe un largo camino. Un camino que no está exento de importancia y que a veces es terreno fértil para aquellos que quieren deshacerse de los compromisos que adquirieron. Gracias a estos oportunistas, se popularizó la expresión que dice que el viento lleva las palabras. Esta metáfora en el fondo dice que lo que es pronunciado y no escrito y firmado tiene un peso menor que el de una hoja caduca y amarillenta, de las que caen de los árboles en el otoño. Tal vez en el marco legal sea así, pero en el ámbito personal esto está muy lejos de funcionar de esta manera.
Cumplirá con su compromiso?
Como decíamos al principio,
contamos con una memoria que patina, pero es memoria al final de cuentas. Es en ella que quedan grabados los compromisos personales que adquirimos y los que los otros adquieren con nosotros. Cuando una hermana se compromete a coger a los niños, ella no firma ningún documento legal para confirmarlo, simplemente dice que va a asistir. Ella da su palabra, que rubrica con su identidad. Así, ella misma se adhiere a su palabra. Una cosa que en teoría en las relaciones humanas debería pesar más que un garabato en forma de firma. Por otro lado, nos apegaremos a esa palabra según el número de veces que ella haya cumplido sus promesas en el pasado
, y tomaremos en consideración especialmente aquellas que implicaron un costo semejante para la persona que nos dio su palabra. Esto es, si sabemos que esa hermana esta tarde no tenía planes y ni es probable que surjan, vamos a buscar encontrar situaciones donde ella haya asumido un compromiso semejante. Una vez localizados los recuerdos, los vamos a usar para estimar si cumplirá o no cumplirá su palabra. Por otro lado, si ella vive lejos y sabemos que esta tarde tiene una actividad de que le gusta y que podría interferir en el horario, recurriremos a los recuerdos en que ella asumió un compromiso de alto costo. De esta forma, también las usaremos para estimar si cumplirá o no cumplirá.Para esta estimación también evaluamos otros factores, como las posibles motivaciones para asumir este compromiso. Tal vez ella adore a los niños y vea los momentos que pasa con sus sobrinos como instantes de placer y deleite. Esto disminuirá sin duda el costo estimado, si existe. Por el contrario, aumentará si no le gusta la compañía de sus sobrinos y la actividad parece ser un peso.
Por último, vale decir que el aumento del costo no tiene por qué aumentar necesariamente las probabilidades de que alguien no cumpla su palabra.
Existen ciertas personas que, por diferentes motivos, como si quisieran hacerse de generosas, pueden responder a compromisos de alto costo y no hacerlo frente a aquellos que tienen un bajo costo.
Las palabras que hieren, las palabras que dan fuerza
Hay otro tipo de palabra que difícilmente el viento lleva de nuestra memoria, y son aquellas que nos dijeron las personas que apreciamos y que nos causaron mucho dolor. Podemos pensar que las dijeron en un momento de frustración y después comprendemos que no se sentían exactamente así, pero no es tan fácil borrarlas de la memoria, no es como el viento que puede llevar una hoja que cae lentamente de un árbol. El problema es que estas palabras quedaron registradas junto a una profunda marca emocional, y nuestra memoria no suele olvidarse de lo que provoca marcas profundas. Hay una excepción: que el hecho supere nuestra capacidad de asimilación emocional y oculte el recuerdo con una amnesia disociativa.
Sin embargo, incluso con este tipo de amnesia, la persona podría tener sentimientos de rechazo en relación a quien la hirió aunque no sepa explicar por qué. De esta forma,
las palabras que pronunciamos no son elementos inocuos lanzados al aire escritas con lápiz fácil de borrar. Por el contrario, son elementos de influencia que nunca se pueden borrar.
Finalmente, cabe señalar un último dato importante, aunque éste es un tema que daría para un libro entero.
Las palabras que recibimos dejan huellas en nosotros, pero las que pronunciamos también lo hacen. Así como hablamos de la profunda herida por las palabras oídas, las que pronunciamos también pueden dejarnos sentimientos muy intensos, como la culpa (desde el punto de vista negativo) y el orgullo (desde el punto de vista positivo). De modo que no, el viento no lleva las palabras. Algunas ni siquiera un huracán.