Hay personas que utilizan la lupa en el amor, pero necesitan un espejo

Hay aquellos apasionados que, en sus relaciones, actúan casi como verdaderos tiradores. Una de sus estrategias más comunes es poner una lupa sobre el socio para apuntar sus defectos, errores y supuestos puntos débiles. Es el paradigma del cobarde, de la persona que no entiende que en el amor, más que lupas, necesitamos espejos. En relación a las relaciones afectivas,

nadie puede levantar la bandera de la sabiduría absoluta. La mayoría de nosotros rodó más de una vez en el precipicio de los errores, llenos de sueños y esperanzas, naufragamos en el océano de los amores imposibles y también en las pasiones cobardes, aquellas a las que no nos entregamos por miedo o por simple indecisión. "El comportamiento es un espejo donde cada uno muestra su imagen". - Goethe -

Existe un tipo de relación que a menudo causa más estragos que cualquier otro: cuando uno de los socios, o incluso los dos, actúan como auténticos desconstructores de identidades. Son estos perfiles que concentran su atención en todo lo que no agrada o incomoda a la pareja, a fin de coser, ridiculizar y controlar al cónyuge. Así actúan, porque de esa manera ellos toman las riendas, como consiguen compensar su autoestima herida.
Casi sin darse cuenta, estamos atrapados en una rueda de hámster, donde la propia inercia nos arrasa, nos diluye y nos atrapa en una dinámica peligrosa de infelicidad. Una dinámica donde el que siempre lleva la lupa en la mano es incapaz de mirar en el espejo para descubrir sus pozos sin fondo, sus abismos de inmadurez.

La compleja supervivencia del amor: toda culpa es de la otra persona

Howard Markman es profesor de psicología en la Universidad de Denver y uno de los más conocidos investigadores sobre relaciones de pareja. En el mercado editorial, tenemos un gran número de trabajos de ese profesor ilustrando con precisión y originalidad muchos de los problemas afectivos que ocurren en el día a día.Una de las ideas más interesantes que el Dr. Markman explica es que

la mayoría de las personas que van a la terapia de parejas están convencidas de que toda la responsabilidad por los problemas y la infelicidad vivida es del cónyuge.

Creen que el terapeuta va a "curarlos", o más específicamente, "curar" el comportamiento equivocado de su pareja. Generalmente esperan que el profesional les dé razón y llame a su pareja para "tirar de sus orejas" por su mal comportamiento.

Sin embargo, detrás de un problema de pareja, generalmente no hay problemas de salud mental, pero puede haber un problema en la dinámica relacional.Una dinámica que fue construida por los dos socios, a través de la forma en que se relacionan. Para el Dr. Howard Markman, las quejas que llegan al consultorio relacionadas con la pareja a menudo se asocian a ciertas deficiencias en la educación emocional y las habilidades psicológicas. De esta forma, lo que se propone es que, desde muy temprano, se introduzca en el currículo de las escuelas un área específica llamada "psicoeducación".

El objetivo de la psicoeducación sería proporcionar estrategias, herramientas y habilidades para ser capaces de ayudarnos a nosotros mismos. Sería, por lo tanto, aprender a mirar en el espejo para identificar los propios miedos, inseguridades, y revocar todos los rígidos papeles y esquemas de género impuestos por la sociedad. No podemos olvidar, por ejemplo, que en materia de amor hay aquellos que se dejan llevar por esos esquemas prefabricados, heredados de sus familias, donde asumen que es "mejor permanecer en silencio y soportar un poco más", que "si no hace lo que quiero o no me ama, me irrita y me impongo porque quien manda soy yo ".

Es necesario tener autoconocimiento para cuidar de nosotros mismos

y contribuir con nuestra mejor versión y puntos fuertes para el éxito de las relaciones de pareja. El amor no puede curarlo si usted no se ama En este contexto rico, complejo y siempre creciente formado por las relaciones afectivas, siempre hay un espacio para los conflictos. Lejos de verlos como algo negativo, así como el virus que puede dar lugar a una enfermedad, debemos asumirlos como un motor que nos permitirá conocer mejor para crear un vínculo mucho más fuerte, un tejido más resistente.

Los conflictos ponen en movimiento las fibras más sensibles de nuestro ser, pero muchas veces lo hacemos colocando la lupa en los supuestos defectos del otro de una manera casi obsesiva y delirante.

Agimos así, sin estar conscientes de nuestra "cuota" de responsabilidad emocional, sin percibir que a veces avanzamos por la vida tan desnudos y con tanto frío que todo lo que queremos es que alguien sea nuestra ropa, un abrigo sin grietas, una segunda piel capaz de curar todas las heridas.

Sin embargo,

esta fórmula nunca funciona.

Quien actúa como un "donante", quien sólo se siente útil cuando es necesario, está anclado a una relación dependiente, en aquella rueda de hámster de la que hablamos al inicio donde, tarde o temprano, nos faltará el aire, la vida y la dignidad . Porque quien está aquí para servir siempre vivirá bajo esa lupa exigente que busca la perfección absoluta para nutrir los vacíos y las necesidades de los demás .... Y lo que es peor, nunca quedará satisfecho. Necesitamos colocarnos delante del espejo para reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestra autoestima. No se deje arrastrar hacia dentro de ese territorio donde el precio para ser amado es la propia infelicidad.