Habitualmente cuidar de otra persona exige, en ciertos momentos, una buena dosis de paciencia.

Tomar cuenta de alguien implica asumir y desempeñar actividades para las que muchas veces no estamos preparados y con las que necesitamos acostumbrarnos. Esta responsabilidad puede, con el tiempo, transformarse en un trastorno, ya que, según algunos especialistas, este síndrome se desarrolla conforme el cuidador va asumiendo tareas (alimentación, medicación, higiene, etc.) que implican estar 100% responsable por alguien, lo que lleva a una enorme consecuencia física y psicológica.

La responsabilidad de cuidar del paciente exige una dedicación casi, restando poco tiempo para dedicarse a otras actividades personales y sociales.

Esta atención continua genera un agotamiento en el cuidador, pero también genera angustia y un sentimiento de culpa cuando no está cuidando al paciente. Esto puede acarrear en ansiedad, depresión, aislamiento, trastornos del sueño y, sobre todo, cansancio físico y psíquico.

La vida del cuidador cambia por completoCuando una persona ejerce el trabajo de cuidar a alguien, su vida cambia completamente. El tiempo que ella tenía para dedicarse a sí misma es increíblemente reducido, afectando sus relaciones personales y sociales. Su estado de ánimo cambia, haciéndose más susceptible a los cambios y fácilmente irritable. Lejos de ayudar, todo esto perjudica tanto al cuidador y al paciente.El secreto está en detectar la aparición de ese síndrome y prevenirla.

Asumir la tarea de cuidar a alguien implica dedicarse completamente a ella. No sólo necesitamos adquirir capacidades para el cuidado médico del paciente, sino también organizarnos y dividir las tareas con otras personas, para evitar la sobrecarga de funciones y, por lo tanto, la ansiedad. Otro aspecto fundamental y que los expertos enfatizan bastante es que es necesario que el cuidador evite, de todas las maneras posibles, anular su vida social. Es importante seguir disfrutando algunas horas de ocio y de tiempo libre, para desconectarse un poco de la dura tarea que ejerce. Esto repercute positivamente en el humor del cuidador y, por lo tanto, será más fácil para él asumir el trabajo.

Cuando la experiencia de cuidar de otra persona se extiende por mucho tiempo, una de las opciones más recomendadas es procurar buscar apoyos y recursos externos para dar cuenta de esta complicada situación

. No siempre esta alternativa está a disposición del cuidador, pero es necesario intentar pedir ayuda para evitar empeorar los trastornos emocionales acarreados por este trabajo.

El cuidador necesita encontrar momentos para cuidar de sí mismo, o para que otras personas cuiden de él. Eso es muy importante. Si no es así, aquellos que realizan ese bellísimo trabajo también terminarán enfermos. Debemos, entonces, cuidar al cuidador. El que cuida es, también, el que merece más cuidados.