El complejo de castración según el psicoanálisis

El complejo de castración es uno de los conceptos centrales del psicoanálisis y está íntimamente ligado al complejo de Edipo. El primero en hablar sobre esta realidad psíquica fue precisamente el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud. Otros psicoanalistas desarrollaron estudios muy interesantes sobre este asunto, como por ejemplo Jacques Lacan. Sin embargo, en este artículo hablaremos sobre el complejo de castración basado en la teoría clásica de Freud. Obviamente, el complejo de castración no se refiere a una especie de mutilación anatómica.

Es una experiencia psíquica muy intensa que, en general, es experimentada por primera vez entre 3 y 5 años de edad. Sin embargo, esta experiencia inconsciente se repite en varios momentos de la vida, particularmente cuando los mecanismos de defensa están en juego. "Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero muchas veces, ellos también son la fuente de nuestra fuerza ". - Sigmund Freud -

El complejo de castración ocurre con niños y niñas, aunque cada género lo experimenta de forma diferente.
Gracias a esta experiencia psíquica, el niño aprende a diferenciar los sexos y reconocer por primera vez los deseos imposibles.

El complejo de castración en los niños En 1908 Freud habla por primera vez sobre el complejo de castración en los niños. El complejo de castración fue descubierto / percibido por Sigmund Freud a partir del análisis de un caso de fobia de un niño de cinco años, el "Pequeño Hans". Freud dice que ese proceso psíquico ocurre en cuatro momentos o tiempos, hasta su resolución.

Los cuatro momentos descritos por Freud son:

La premisa inicial. El niño descubre que tiene un pene y elabora la idea de que "todas las personas tienen un pene". Segundo momento: la amenaza.

En virtud del complejo de Edipo, el niño desea sustituir al padre en relación a la madre. Tiene comportamientos que comprueban ese deseo, al mismo tiempo que presenta manifestaciones de autoerotismo. Por eso, recibe amenazas y prohibiciones y construye la idea de que la castración es el castigo que le aguarda, si persiste en sus deseos y comportamientos.

  • Tercer momento: el descubrimiento de la ausencia. El niño descubre que la anatomía femenina es diferente: las mujeres no tienen pene. Ellos no se dan cuenta de que las niñas tienen "vagina", pero que no tienen pene. Asocia esta realidad a las amenazas imaginadas: cree que la ausencia de un pene es una castración.
  • Cuarto momento: la angustia.El niño descubre que su madre es mujer y, por lo tanto, no tiene pene. Entonces surge la ansiedad de la castración, que se experimenta inconscientemente.
  • Una vez que el niño pasó por estas cuatro etapas, ocurre una última fase que es la de resolución, tanto del complejo de castración y del complejo de Edipo. Ocurre cuando el niño ya no quiere asumir el lugar del padre en relación a la madre. En otras palabras, renuncia a la madre y acepta la ley paterna. Él lo hace para resolver su angustia de castración. Él asume, siempre inconscientemente, que si él persiste, quedará sin su pene. El complejo de castración en la niña
  • El complejo de castración en la niña tiene varios puntos en común con el del niño.El primero es que la chica también parte de la premisa de que todos tienen un pene. De la misma forma, la madre ocupa un papel muy importante en su vida, es el centro de su amor. Sin embargo, el proceso sigue una ruta diferente.

Veamos las diferencias entre los niños y las niñas en cada uno de los momentos: Premisa inicial.

Se mantiene la premisa de que todos tienen un pene. La niña asume que el clítoris es un pene.

Descubrimiento de la diferencia. La niña se da cuenta de que su clítoris es muy pequeño para ser un pene. Entonces cree que fue castrada y me gustaría que eso no hubiera ocurrido.

Tercero momento:

  • la niña descubre que su madre tampoco tiene un pene y la culpa por no tenerlo y por haber transmitido esa deficiencia a ella.La resolución del complejo de castración en las niñas puede tomar tres caminos diferentes.
  • El primero es la aceptación de que no tiene pene y se aleja de la sexualidad. El segundo es el mantenimiento del deseo de tener un pene. Es la negación de la castración y puede llevarla a la homosexualidad. El tercer camino es una solución completa del complejo de castración. La niña acepta que no tiene pene. La madre deja de ser el centro de su afecto y éste es reorientado en relación al padre. De la misma manera, hay un desplazamiento de la libido: el deseo de poseer un pene se transforma en el deseo de disfrutar de un pene durante las relaciones sexuales.
  • Finalmente, ese deseo de disfrutar de un pene se transforma en el deseo de tener un hijo.