La depresión es una deriva continua, donde los días se arrastran lentamente, donde no hay lágrimas a pesar de la voluntad de llorar, donde alguien cree estar muriendo en vida porque ya no existen más sonrisas para ese cerebro apagado de ilusiones ...
Esa sensación tan grande familiar para muchos corresponde a un trastorno del estado de ánimo tremendamente complejo y particular. La depresión es una de las principales causas de incapacidad en los días de hoy, un problema de salud pública de gran impacto que, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), aumentará notablemente en los próximos años. Algo está sucediendo. Mientras los gobiernos del mundo entero prestan más atención a las cifras económicas (los tratamientos relativos a la salud mental pueden costar hasta el 4% del PIB de un país), los médicos y los psiquiatras reafirmamos la importancia de la prevención. Sabemos cómo tratar una depresión, pero hoy en día nadie es capaz de prevenir esos instantes vitales en que simplemente nos dejamos llevar por esa emanación química y emocional originada en nuestro cerebro.Más información sobre este interesante aspecto de nuestra salud y bienestar.
La depresión, un estigma silenciosoLa depresión no surge de un día para el otro.
Nadie la escoge como plato principal en su cotidiano, ni ninguno de nosotros opta por esa desconexión de la vida, de las emociones positivas, de la felicidad. Simplemente va sucediendo poco a poco, lenta y pesadamente hasta hundirse en el desamparo, en el mal humor, en el pesimismo y en la incapacidad de reaccionar. Michael King, psiquiatra y profesor del departamento de Ciencias sobre la Salud Mental de la Universidad de Londres (UCL), es uno de los responsables de la famosa prueba PredictD, que busca predecir el riesgo de la depresión. Según él mismo, incluso en la actualidad esta enfermedad sigue siendo muy estigmatizada.Así como nos revelan diferentes estudios, se estima que casi el 50% de los trastornos depresivos no reciben ningún tratamiento o no se ofrece un abordaje adecuado según las necesidades propias de cada paciente. Todo esto hace que las personas avancen a la deriva en sus dramas personales, y miles de personas en todo el mundo escogen el suicidio ante el dolor de la vida, o se limitan simplemente a enfrentar la vida de recaída en recaída.
Cuando el cerebro deja de sintonizarse con la vida. Según nos demuestran ciertas tendencias más espiritualistas, todos somos seres capaces de "vibrar". Podríamos decir que
las personas emiten una determinada música interna que, a su vez, nos permite conectar con nuestros semejantes , con determinados lugares, contextos, y ciertas actividades que se sintonizan con nuestra personalidad ... Esa "melodía" interna es reflejo de un " el cerebro activo, apasionado, curioso ...Cuando surge la depresión, esa capacidad de vibrar se apaga y esto sucede porque el impulso eléctrico de ciertas áreas cerebrales es reducido, disminuye. Entramos en un estado de semi-letargo donde hay menos conexiones neurales, donde ocurre una emanación química profunda y delicada que será difícil de superar para volver a conectarnos con la vida.
Veremos en detalle a continuación.Los efectos de la depresión en la arquitectura cerebral
Es importante señalar que una depresión no tiene su origen de forma exclusiva en el desequilibrio de nuestros transmisores. La vulnerabilidad genética, factores emocionales o incluso problemas médicos pueden sin duda predisponer su aparición. Sin embargo, el efecto que este trastorno tiene en nuestro cerebro es notable. Veamos.
El hipocampo: es la parte del sistema límbico y el responsable del procesamiento de la memoria y de los recuerdos a largo plazo. Según diversos estudios,
atravesando largos períodos de depresión o de estrés crónico provoca la reducción del tamaño de esa estructura . La depresión, a su vez, orquestra un sutil y complejo caos químicodonde la acetilcolina, la serotonina, la noradrenalina o la dopamina, van a desafiar nuestro equilibrio emocional. Esto hará que no consigamos dormir bien, ni nos sentimos motivados por algo o alguien, hasta el punto de sentir, literalmente, que el mundo cerró sus ventanas para nosotros.
Otra estructura a tener en cuenta es el tálamo. Se trata de una zona neural que recibe información sensorial y la transmite a la parte correspondiente de la corteza cerebral. Gracias a él, se controlan las funciones del habla y del movimiento. Los pacientes con depresión experimentan una cierta lentitud a la hora de moverse y comunicarse con la agilidad y el ánimo de antes. La depresión es un enemigo complejo que se instala en nuestro cerebro y no allí donde más duele: en el corazón. Los pensamientos se vuelven caóticos, desordenados y amargos, hasta el punto de caer en un remolino psíquico y emocional que puede durar años.
No deje que esto suceda,
no se abandone, permita que le ofrezcan ayuda
y, ante todo, luche para llegar hasta la costa. Para calzar otra vez los zapatos de los sueños y las gafas del optimismo.