Hay personas mágicas. Son aquellas que saben oír y esconder un sensor en su corazón para avisar inmediatamente sobre sus tristezas, ilusiones o alegrías. Ellas no necesitan que les digan nada, porque saben leer entre líneas, entre miradas ya través de los gestos. Ellos hablan el idioma del cariño y sus miradas esconden un océano de calma donde nos gusta buscar refugio. Emily Dickinson dijo en uno de sus poemas que nadie viviría en vano si consiguiera, al menos una vez, evitar que un corazón se parta, evitar la agonía de una vida, ayudar a un pájaro perdido a encontrar su nido o acalentar el dolor de una. persona. Pero además del poético que esas dimensiones pueden parecer, detrás de ellas existe una idea esencial:
para ayudar, hay que sentir la necesidad del otro. "Escuchar con atención te hace especial, pero casi nadie lo hace."
-Ernest Hemingway-
Sin embargo, y todos lo sabemos,
en nuestro día a día existe una presencia muy oscura llamada hipocresía. A poco fuimos aceptando su reinado de forma casi implacable, a tal punto que no falta quien exalte los nobles valores del altruismo y del respeto mientras todos los días coloca la armadura de ese "yo" hermético donde es incapaz de ver, sentir y entender quien está cerca.No podemos olvidar que quien más necesita ayuda no siempre sabe o puede pedirla. Porque el que sufre no lleva carteles, en realidad muchas veces se esconde en el silencio, como el adolescente que se cierra en su cuarto, el novio que se calla en la otra mitad del sofá, o la novia que deja caer sus lágrimas en el otro lado de la cama .
Saber "sentir y percibir" la necesidad del otro es lo que nos hace ser dignos a nivel humano
, porque hacemos uso de esa cercanía emocional que nos enriquece como especie al preocuparnos con quien está cerca de nosotros.Proponemos que usted reflexione sobre eso.Te siento y te entiendo sin que digas nada: la lectura emocional. Aunque no creemos, la mayoría de nosotros dispone de un poder excepcional: leer la mente.
Es exactamente lo que Daniel Siegel nos dice, doctor en psiquiatría de la Universidad de Harvard y director del "Centro para la cultura, el cerebro y el desarrollo". En su libro "
The Mindful Brain ", nos explica que cada uno de nosotros puede llegar a ser grandes "lectores de mentes", porque la mente -y aquí está el punto más importante- se rige por todo un universo de emociones que debemos ser capaces de descifrar.En realidad,la mayor parte de nosotros aplica este "superpoder" diariamente.Basta ver cómo nuestro jefe se siente y tira del aire para advertir que algo no está bien. Entendemos por el tono que nuestra amiga usa para hablar con nosotros que algo le preocupa. Sabemos también cuando nuestro pequeño hijo mora para nosotros y cuando nuestro hermano volvió a enamorarse de alguien.Las emociones son como las burbujas del champán. En el caso de que se produzca un cambio en la calidad de vida de las personas, se debe tener en cuenta que, Sin embargo, el propio doctor Siegel nos advierte de que hay personas con "ceguera emocional". Además, existen perfiles de personalidad incapaces de sentir esas "burbujas" emocionales de las personas que les son más cercanas.William Ickes es uno de los psicólogos que estudiaron la dimensión de la empatía a nivel científico y experimental. Por extraño que parezca, y este dato es bastante interesante, a nivel familiar, la capacidad de empatía entre sus miembros no suele sobrepasar los 35 puntos. Sin embargo, entre las buenas amistades, supera los 70.
¿El motivo? A nivel familiar, es común establecer muchos filtros personales. A veces nos limitamos a ver a nuestros hijos, nuestro compañero, hermanos o padres como nosotros queremos, y no como ellos son en realidad. Es con esta ceguera mental que nos asegura que todo va bien, que nuestro "pequeño mundo" no tiene ningún cable suelto, cuando en realidad hay muchas necesidades para atender y muchos vínculos para curar. Las personas que saben oír con el corazónEscuchar lo que la otra persona nos comunica sin necesidad de decir nada tiene nombre: comunicación emocional.
Este "superpoder" fue evolucionando en nuestra especie a través de todas esas áreas cerebrales que configuran la dimensión de la empatía. Los investigadores de la Universidad de Monash, en Australia, nos explican que la empatía efectiva estaría relacionada con el "córtex insular", mientras que la empatía cognitiva, por otro lado, se situaría en la "córtex cingulada", justo por encima de la conexión entre los dos hemisferios cerebrales.
"Tenemos que oír la cabeza, pero debemos dejar el corazón hablar."
-Marguerite Yourcenar- Todos nosotros tenemos esas estructuras, sin embargo, no siempre potenciamos su capacidad, su energía y ese vínculo que, sin duda, enriquecería mucho más todas nuestras relaciones. La razón por la cual no todos saben sentir o oír unos a otros con esa cercanía tan auténtica muchas veces está ligada a una falta de voluntad o un exceso de ego. Es lo que Emily Dickinson nos decía en su poema: "
ninguna vida será en vano si consigue sentir y ayudar a otra
".Porque quien siente con el corazón despierta, y quien ayuda demuestra voluntad y preocupación real por el otro. Es ahí donde nace ese poder maravilloso que nos hace únicos, que ofrece calidad a nuestras relaciones y que, en esencia, nos confiere el poder más valioso que existe: el de dar felicidad.