Los niños acometidos por este síndrome son inteligentes y de aspecto físico normal, sin retrasos en el lenguaje
. Su comprensión ante situaciones sociales es de ingenuidad extrema. Pero son nobles, sinceros, y fieles, por no mencionar su bondad ilimitada. Sufren retrasos motores (impericia al caminar, retraso en el aprendizaje para usar la bicicleta, para tomar con las manos una bola, o para encajar juegos). Su lenguaje corporal puede ser nulo, a veces puede hablar en un tono monótono, y en otros casos, no saben modular el volumen de su voz, dependiendo de dónde están.
Suelen ser etiquetados como extraños o extraños. Afecta de modo más expresivo a los niños, y en menor escala a las niñas, en una proporción de 3 a 7, en el grupo de edad de 7 a 16 años. Los síntomas pueden ser evidentes en los primeros años de vida, siendo registrado un retraso motor en el período preescolar, y el déficit de interacción social en una etapa escolar posterior. El recorrido de la enfermedad es continuo a lo largo de la vida. Los expertos evalúan un grupo básico de actitudes comportamentales para diagnosticar con exactitud este síndrome, que incluye las siguientes:No atender al oír su nombreContacto visual anómaloAislamiento Incapacidad para realizar gestos
Ausencia de interés por juegos interactivos y por mantener contacto con colegas. Psicólogos y psiquiatras son los responsables de emitir una correcta evaluación y prescribir un tratamiento, pues muchas veces el síndrome de Asperger puede ser confundido con el autismo. A pesar de formar parte del (TGD), trastorno global del desarrollo, y de compartir semejanzas, son trastornos muy diferentes.