La equidad forma parte de la base de la mayoría de las relaciones que mantenemos. Por otro lado, todos sabemos que la equidad total es una utopía. Nunca es posible alcanzar un equilibrio perfecto entre lo que se da o se recibe y hacer que, cuando está en nuestras manos, reciba más lo que más merece o más necesita. Sin embargo, cuando lo que prevalece es una reciprocidad asimétrica clara, hay un gran deterioro en muchos vínculos. Todos conocemos a una o más personas que dan todo por los demás, que comparten todo lo que tienen. Personas para las que, por todo lo que dan, es difícil responder de la misma manera.
También es razonable que sea imposible establecer igualdad total en lo que cada uno entrega. También no es deseable que sea así: tendría más que ver con el cálculo que con la espontaneidad. Por otro lado, el concepto de "dar" es muy amplio. Significa dar otros bienes materiales o espirituales. Dentro de éstos, se encuentran el cariño, el tiempo, la escucha, etc. Si prevalece una reciprocidad asimétrica, lo común es que una de las partes se sienta cómodo recibiendo y no haga ningún esfuerzo para corresponder. Esta es una actitud que se vuelve particularmente crítica en las relaciones en pareja.
"Permitir una injusticia significa abrir el camino para todos los que siguen". -Willy Brandt- Las causas de la reciprocidad asimétrica
Vale la pena preguntarse por qué a veces se configuran relaciones en las que se instala esa reciprocidad asimétrica. El más común es que ese fenómeno sea el resultado de dos tipos de situaciones. En ambas
se construye la idea de que uno de los involucrados tiene una mayor capacidad, o tiene un deber mayor, en relación al otro oa los otros.
La primera situación ocurre cuando hay una persona que tiene algún tipo de fuerza especial. Por ejemplo, tiene más habilidades para resolver problemas, tiene más conocimientos o simplemente es más fuerte emocionalmente que aquellos a su alrededor. Esta virtud especial acaba jugando contra esa persona. Los demás esperan que sea ella quien resuelva, oriente, etc., sin cualquier cosa que compense su contribución o desgaste.
Este tipo de situación a veces se extiende hasta la acción del Estado. Es el llamado "asistencialismo". Se basa en la idea de que una persona, por tener algún tipo de vulnerabilidad, no necesita corresponder a lo que se le asigna. Aunque existan situaciones en que esta reciprocidad asimétrica se justifica, esto sólo se aplica a circunstancias muy específicas
y de manera temporal.
Cuando el más vulnerable está obligado a donar La segunda situación en que la reciprocidad asimétrica generalmente es configurada es opuesta a la anterior. Sucede cuando una de las partes es despreciada o despojada de su dignidad.
Se forma entonces la idea de que ella debe dar todo de sí a cambio de muy poco, porque de una forma u otra sus necesidades son menos importantes que las de los demás.
Esto es lo que sucedió a lo largo de la historia con los pueblos esclavizados. Forjaron ideas según las cuales, por alguien tener un cierto color de piel o por pertenecer a una determinada cultura, no existen derechos. En estos casos, el sometido sólo debe dar todo de sí, sin esperar nada a cambio. Esto también ocurre en muchas relaciones humanas, particularmente en relaciones familiares o de parejas. Establecemos la idea de que la parte más frágil o vulnerable tiene más obligaciones que la otra o las demás. El que no ha estudiado una profesión debe servir a quien sí. O imaginamos que quien es más inseguro debe someterse a los demás para obtener su aceptación.
Los efectos de la reciprocidad asimétrica
Aunque, de una forma u otra, siempre hay alguna reciprocidad asimétrica en las relaciones humanas, cuando ésta es desproporcionada, genera efectos muy nocivos para los involucrados. Lo que hace, al final, es crear condiciones injustas y perjudiciales. Injustas porque una persona acaba siendo un instrumento de la otra, y perjudicial porque esa falta de reciprocidad es una forma de violencia, que también genera violencia.
En todos los casos, incluido el del Estado,
quien se ve obligado a dar sin recibir está siendo explotado. Este equilibrio aparente puede mantenerse relativamente estable durante algún tiempo, pero tarde o temprano va a generar una creciente insatisfacción, que a menudo acaba por romper el falso equilibrio. Para aquellos que dominan, en todo caso, la reciprocidad asimétrica tampoco contribuye mucho.
Usted puede tener el dominio o contar con los buenos oficios gratuitos de alguien, pero eso de alguna forma también lo degrada y, a veces, lo hace inútil. También lo coloca en un estado de necesidad. ¿Qué sería del maestro sin su esclavo? ¿Qué queda de aquel que domina cuando ya no tiene su dominado?