Cuidado con las personas que ya han sido heridas, saben muy bien cómo sobrevivir. Ellas tienen la piel marcada por mil batallas y el corazón protegido por una armadura oxidada, pero resistente. Ellas ya no admiten mentiras ni egoísmo, saben cómo defenderse de las palabras que lastiman y cuidan de sí mismas, incluso en las situaciones más complicadas.
Estos tipos de encrucijadas de la vida tan conocidas pueden ser originadas por diversos factores. Podríamos hablar de acontecimientos traumáticos, pero en realidad, si hay una dimensión que se extiende como un virus implacable, es el dolor emocional. La vida duele, y duele de muchas maneras. De hecho, a veces no es necesario recibir un impacto puntual y devastador para experimentar el inicio de una herida profunda, la que nadie ve."Cuanto mayor es la herida, más privada es el dolor."-Isabel Allende-
Existe un libro bastante ilustrativo sobre el tema llamado " Microagriculiones in Everyday Life
" (en traducción libre, Microagresiones en la vida cotidiana), que habla precisamente sobre esas pequeñas agresiones que podemos recibir en el día a día a través del lenguaje y del tratamiento que, sin llegar a ser golpes directos contra nuestro cuerpo, forman una erosión vital y emocional desoladora.La vida duele, y extiende sus garras agresivas de muchas formas diferentes ya través de varios mecanismos. Tanto es que son muchas las personas que caminan por la calle con sus heridas abiertas, incapaces de reconocerlas, pero sufriendo sus efectos a través de la impotencia, del mal humor, de la amargura y del cansancio extremo. Sin embargo, quien fue capaz de identificar, curar y aprender de ellas está hecho ahora de un material diferente. En el fondo de su corazón estas personas disponen de un componente casi mágico: la resiliencia.
La resiliencia nos hace especiales: nos transforma en héroesLos acontecimientos traumáticos, sean aquellos incurridos como resultado de un accidente, una pérdida, un abuso o la destrucción sufrida a causa de una relación afectiva, tienen la capacidad de transformarnos. Este cambio puede ser realizado de dos formas: vetando por un lado nuestra capacidad de continuar aprovechando la vida o, por otro lado, incentivándonos a reinventarnos para ser mucho más fuertes después de lo ocurrido, permitiendo segundas oportunidades maravillosas.
Es una paradoja extraña.El dolor emocional es como mirar todos los días a una Medusa
, esa criatura mitológica con serpientes en la cabeza capaz de transformarnos en piedra. Sin embargo, si tenemos un escudo, veremos al monstruo a través de su reflejo para poder vencerlo, para poder destruirlo.
Necesitamos herramientas, protecciones psicológicas adecuadas que propicien una transformación que nos transforme en héroes de nuestras propias batallas.
CompartirLos héroes y la química cerebralAlgo que los psicólogos y los neurobiólogos saben es que no todo el mundo puede dar ese paso. No todo el mundo llega a activar ese mecanismo de supervivencia instalado en nuestro cerebro, que conocemos como resiliencia. Hans Selye, bioquímico canadiense de principios del siglo XX, demostró que
la resiliencia es, sobre todo, una adaptación a una situación de estrés. Nuestro sistema nervioso simpático necesita "calibrarse", recuperar la calma y el equilibrio. Para ello, él ordena que ciertas hormonas se encarguen de recuperar esa homeostasis.
Si el miedo nos supera, quedamos bloqueados.
Nos transformamos en piedra. Muchas veces, factores como nuestra herencia genética hacen que tengamos una mayor o menor disposición para ser resilientes. Por su parte, el hecho de haber tenido una infancia traumática también causa un determinado impacto en nuestra química cerebral. El estrés tóxico interrumpe el desarrollo normal del cerebro del niño, aumentando así su vulnerabilidad emocional cuando llega a la edad adulta. Sin embargo, la buena noticia es quea pesar de que la resistencia tiene bases neurológicas que nos determinan, sus mecanismos pueden ser entrenados
.Porque los héroes no nacen, los verdaderos héroes emergen en los momentos de adversidad.
Esta herida te enseñó a sobrevivir La palabra "trauma" significa literalmente "herida".
Hay un daño que no vemos, pero cuyo impacto llega a todos los ámbitos de nuestra existencia. Richard Tedeschi, psicólogo de la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, y notable experto en este tema, nos explica que cuando una persona está herida por dentro, lo primero que pierde es su confianza en el mundo.
"Cuando la razón es capaz de entender lo ocurrido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas."
-Carlos Ruiz Zafón-Todo su sistema de creencias es derribado y su confianza en el futuro se desvanece por completo.No hay un regalo, mucho menos un mañana. El trabajo de "reconstrucción" es minucioso y complejo, no es como esperar que un hueso roto se una, en realidad, es casi como tener el alma quebrada y cosecharla pedazo por pedazo para ponerla de nuevo en el lugar. Por su parte, el doctor Richard Tedeschi enfatiza un error muy concreto que la sociedad en general suele cometer. Cuando una persona sufrió abusos en su infancia, cuando un hombre tiene que enfrentarse a la pérdida de su novia debido a un accidente de tráfico o cuando una mujer agredida finalmente deja al agresor, es común que la primera cosa que muchos de nosotros sintamos es pena ellos.
Además, hay quien, sin decir en voz alta, piense que "nadie supera eso, deben estar destrozados por dentro, su vida acabó ahí.
Pensar eso es un error.Nunca debemos subestimar a quien fue herido.
La neuroplasticidad cerebral es infinita, el cerebro se reprograma y la resiliencia nos reinventa, nos hace fuertes y nos ofrece nuevos escudos no sólo para enfrentar a cualquier Medusa, sino para abrir caminos en nosotros mismos para encontrar nuevas felicidades.