Más temprano o más tarde lo hacemos: percibimos que la verdadera inteligencia está en saber adaptarse a los cambios con la cabeza erguida y la mirada despierta. Al final del día, nada de lo que llega queda, y nada de lo que se va es completamente perdido. Resistir a los cambios es lo que duele, y asumirlas es entender que no existir mariposas sin cambios.
Hay un hecho que no deja de ser curioso en relación a los cambios: nuestra especie ha llegado hasta donde está gracias a ellas y al progreso evolutivo que esas pequeñas innovaciones nos ofrecieron. Sin embargo, el cerebro prefiere la permanencia, la estabilidad y la zona de confort donde no hay peligros y donde nuestra supervivencia queda protegida. Pero en esa zona de calma y seguridad donde no sucede nada de nuevo surgen inevitablemente la insatisfacción y el aburrimiento.
"Cuando los vientos de cambio soplan, algunas personas levantan barreras, otras construyen molinos de viento." -Provérbio Chino-
Ya dije el propio Charles Darwin en sus obras: quien sobrevive a este mundo complejo ya veces amenazador no es el más fuerte, ni el más inteligente, sino el que mejor se adapta a los cambios. Sin embargo, nadie nos enseñó cómo hacer eso, no nos enseñaron a ser valerosos cuando alguien nos deja, no tenemos un manual sobre cómo asumir el paso del tiempo, ni nos dijeron qué habilidades necesitamos para transformar ese sentido de que a veces nuestra existencia necesita ser un poco más feliz. A veces, así como nos explicaba David Bowie en su canción "Changes
",no hay otra opción además de dar media vuelta y enfrentar al desconocido, ese "algo" que esperamos tanto tiempo mientras vivíamos una vida equivocada.Vamos a reflexionar un poco sobre esto a continuación.Los cambios en la mujer: crisis y revoluciones
Cuando hablamos de cambios en la mujer, pensamos casi instantáneamente en el avance de la infancia para la juventud o la juventud hacia la vida adulta, donde la revolución hormonal nos lleva a un universo complejo de ciclos, de fases y de etapas para enfrentar nuevos desafíos y nuevos aprendizajes. Ahora, dejemos de lado estas dimensiones físicas o hormonales para enfocar lo que realmente importa: los cambios emocionales y el desarrollo de nuevas actitudes.
Bowie decía en su canción: "
I todavía no notan qué estaba esperando para ", o
Todavía no sé lo que estaba esperando,una sensación común y persistente durante una buena etapa de nuestras vidas, hasta que de repente elegimos dejar de esperar para actuar.Puede parecer curioso, pero ese "salto" en el crecimiento personal de la mujer y la búsqueda real de un cambio no sucede a los 40 años. Se inicia en esta etapa, pero culmina a los 50 años. Así nos explica Rosi Braidotti, profesora de Filosofía y directora del Centro de Humanidades de la Universidad de Utrecht, que afirma que las cinquentonas "están derribando mitos en la sociedad actual . Son mujeres que han enfrentado dificultades y que inician otra etapa para alcanzar una nueva plenitud de vida. Ellas lo hacen gracias a la realización de objetivos renovados, a una mayor seguridad personal y al conocimiento de que un divorcio no es el fin del mundo y de que el nido vacío tampoco es motivo para la depresión.
Los cambios son nuevas oportunidades que tenemos que enfrentar sin miedo, rutas que no fueron exploradas para seguir navegando al sonido de la propia vida. Las tres emociones que acompañan a los cambiosNo todos los cambios son traumáticos o significan el final de una etapa.La mayor parte de ellas es una simple continuidad, un avance que está en perfecta armonía con nuestro proceso de crecimiento personal. Sin embargo, y aquí viene el aspecto controvertido, no todos estamos dispuestos a ver esa necesidad de avanzar, de dar ese paso valeroso que nos coloque más allá de las cercas de nuestra zona de confort."Usted no podrá cambiar el principio, pero siempre está a tiempo para escribir un nuevo final."
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Gracias a un interesante estudio realizado en el Laboratorio de Ciencias de la Universidad de Harvard, fue posible demostrar que a la hora de iniciar un cambio nuestro cerebro plantea en marcha tres tipos de emociones muy concretas que es necesario desmenuzar, entender, pero no evitar. Tenemos que vivirlas para canalizarlas y así facilitar el progreso.
Vamos a verlo detalladamente.La rabia
Permitir sentir una emoción fuerte de vez en cuando no es algo negativo. La rabia, por ejemplo, puede actuar como una gran motivadora, pues nos revela la incomodidad actual con toda su crudeza. De la misma forma, la ira o la ira pueden darnos una cierta sensación de control a la hora de motivarnos para asumir riesgos e iniciar cambios.La pasión
Nosotros sabemos: puede ser un poco contradictorio pensar quedespués de la rabia puede aflorar la pasión.Sin embargo, vamos a considerar estos detalles para entender esto:
La ira nos convenció de que necesitamos un cambio.
Esa "ira" nos obliga a luchar por lo que deseamos y, a su vez, ese objetivo colocado en nuestro horizonte es lo que nos inspira todos los días, lo que nos da pasión, voluntad, deseo.
Humildad
Cuando hayamos conectado la máquina del cambio y la hemos alimentado con pasión y expectativa, no debemos caer en el falso orgullo, en ese espejo donde nos reflejamos todos los días para decirnos a nosotros mismos que todo va a salir bien.
El éxito no siempre está garantizado, por lo que no es mejor que mantener una mente humilde que ve la realidad de las cosas en cada momento.
Los cambios requieren voluntad e inspiración, pero también exigen que mantenemos siempre el norte de nuestras brújulas de la vida para no desviarnos, para mantener siempre un rumbo seguro, tranquilo y satisfactorio en cada uno de nuestros cambios.