Los hijos no se pierden en la calle, sino dentro de la casa

Los hijos no se "pierden" en la calle. En realidad, esa pérdida se inicia en el propio hogar con el padre ausente, con la madre siempre ocupada, con una acumulación de necesidades no atendidas y frustraciones no administradas. Un adolescente se destruye después de una infancia de desapego y de un amor que nunca supo educar, orientar, ayudar.Comenzaremos por dejar claro que

siempre habrá excepciones. Obviamente existen jóvenes con comportamientos desajustados que crecieron en hogares donde hay armonía, y adolescentes responsables que lograron distanciarse de una familia disfuncional. Siempre hay eventos específicos que escapan de esa dinámica más clásica donde lo que ocurre diariamente en una casa marca irremediablemente el comportamiento del niño en el exterior. "Semeje buenas ideas en los niños, aunque hoy no las entiendan, en el futuro ellas se encargarán de hacerlas florecer."

-Maria Montessori- En realidad, y por increíble que parezca,

un padre o una madre no siempre acaba por aceptar ese tipo de responsabilidad.En realidad, cuando un niño evidencia comportamientos agresivos en la escuela y el director entra en contacto con los padres, es habitual que la familia coloque la culpa en el sistema, en el propio instituto y en la comunidad escolar por "no saber educar", por no pensar en las necesidades y por no aplicar las estrategias adecuadas.Es cierto que

en lo que se refiere a la educación de un niño, todos somos agentes activos(escuela, medios de comunicación, organismos sociales ...), pero es la familia que hará germinar en el cerebro infantil el concepto de respeto, la raíz de la autoestima o la llama de la empatía.Proponemos que usted reflexione sobre eso.

Los hijos, el legado más importante de nuestro futuro

H. G. Wells dijo una vez que la educación del futuro andaba de la mano con la propia catástrofe. En su famosa obra "La máquina del tiempo", él vio que en el año 802.701 la humanidad se dividiría en dos tipos de sociedad. Una de ellas, a la que vivía en la superficie, serían los Elói, una población sin escritura, sin empatía, inteligencia o fuerza física.

Según Wells, el estilo educativo que predominaba en su época ya apuntaba resultados en esta dirección. El inicio de las pruebas estandarizadas, de la competitividad, de la crisis financiera, del corto período de tiempo de los padres para educar a los hijos y de la preocupación nula para incentivar la curiosidad infantil o el deseo inherente por aprender, hacían que, en el auge del siglo XX, el célebre escritor no augura nada bueno para las generaciones futuras.No se trata de alimentar tanto pesimismo, sino de colocar sobre la mesa un estado de alerta y un sentido de responsabilidad.

Por ejemplo, algo que muchos terapeutas, orientadores escolares y pedagogos se quejan es de la falta de apoyo familiar que suelen encontrar a la hora de hacer una intervención con el adolescente problemático, o con aquel niño que presenta problemas emocionales o de aprendizaje.

Cuando no hay una colaboración real o incluso cuando un padre o una madre quita la autoridad o boicotea al profesional, profesor o psicólogo, lo que va a conseguir es que el niño, su hijo, siga perdido. Además, ese adolescente tendrá más fuerza para seguir desafiando y buscar en la calle lo que no encuentra en casa, o lo que el propio sistema educativo tampoco ha podido dar. Niños difíciles, padres ocupados y emociones contrapuestasHay niños difíciles y exigentes que les gusta actuar como auténticos tiranos.Hay adolescentes incapaces de asumir responsabilidades y que adoran sobrepasar los límites que los otros les imponen, aproximándose así a la delincuencia. Todos conocemos más de un caso así, sin embargo, tenemos que tener conciencia de algo: nada de eso es nuevo. Nada de eso es culpa de Internet, ni de los videojuegos, ni de un sistema educativo permisivo.

"Antes de enseñar a un niño a leer, enséñele lo que es el amor y la verdad."-Gandhi-Al final del día,

estos niños muestran las mismas necesidades y comportamientos de siempre, contextualizados en nuevos tiempos. Por eso, lo primero que debemos hacer es no patologizar la niñez ni la adolescencia. La segunda es asumir la parte de la responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, así como educadores, profesionales de la salud, publicitarios o agentes sociales. La tercera, pero no menos importante, es entender que los niños son, sin duda, el futuro de la Tierra, pero antes que nada, son hijos de sus padres.

A continuación, vamos a reflexionar sobre algunos aspectos importantes.Los ingredientes de la verdadera educación

Cuando un maestro llama a una madre oa un padre para advertir sobre el mal comportamiento de un hijo, lo primero que siente la familia es que están poniendo en cuestión el amor que sienten por sus hijos. Eso no es verdad. Lo que pasa es que a veces ese afecto, ese amor sincero, se proyecta de forma errónea

. Amar a un hijo no es satisfacer todos sus caprichos, no es abrir todas las fronteras para él ni evitar dar respuestas negativas. El amor verdadero es lo que guía, lo que inicia desde muy temprano un sentido real de responsabilidad en el niño, y que sabe manejar sus frustraciones dando un "NO" a tiempo.

La educación de calidad sabe sobre las emociones y entiende sobre la paciencia.

El niño exigente no detiene sus comportamientos con un grito o con dos horas de soledad en la propia casa. Lo que ella exige y agradece es ser atendida con palabras, con nuevos estímulos, con ejemplos y con respuestas a cada una de sus ávidas preguntas.

También tenemos que tomar conciencia de que en esta época en que muchas madres y muchos padres están obligados a cumplir jornadas de trabajo poco o nada conciliadoras con la vida familiar, lo que importa no es el tiempo real que compartimos con los hijos,sino la CALIDAD de ese tiempo.

  • Los padres que saben intuir las necesidades y las emociones, que están presentes para guiar, orientar y favorecer intereses, sueños y expectativas, son los que dejan marcas y también raíces en sus hijos, evitando así que estos niños busquen todo eso en la calle .