Nadie gusta de lastimar a quien ama, de ver a alguien de quien le gusta molestado por algo que salió de la gente. Es desagradable saber que hay alguien que se sintió mal por cuenta de algo que hicimos o dijimos. Sin embargo, no podemos tragar todo lo que nos desagrada, por miedo a que las personas se molesten con nosotros, o se enfermar.
Toda relación, sea de amistad, trabajo, sea de amor, necesita pasar por algunas turbulencias, para que queden claros los límites de cada una de las partes involucradas. La gente realmente se conoce con el tiempo y con las rusas que se superan a través del diálogo, que no siempre es tranquilo. La verdad de cada uno necesita ser transparente, o la relación poco a poco se desgasta y se deshace.
Si se trata del tipo de persona que no puede manejar el hecho de que no siempre estaremos complaciendo, acabamos acumulando contrariedades dentro de nosotros. De la misma forma, algunas personas, percibiendo eso, no dejarán de aprovecharse de nuestras inseguridades, aspirando todo lo que puedan, aprovechándose de nosotros, una vez que sabrán que no conseguiremos negarnos nada.
No podemos permitir que nos traten de una forma que no merecemos, sólo porque amamos o no queremos que el otro esté enojado o herido por nuestra causa. Dejamos claros nuestros límites es necesario, porque, así, quien no acepta límite alguno no se acercará a nosotros, y eso será un gran favor a nuestras vidas. Más valen pocos amigos sinceros que varias sanguijuelas alrededor de la gente.
Amar no significa, de ninguna manera, tener que someterse a los mandos y desmanes del otro, porque quien ama de verdad también dice no, también se niega, también apunta lo que del otro no acepta recibir. Tendremos que renunciar a algunas cosas, si queramos relacionarnos con alguien, sin embargo, ningún rasgo de nuestra dignidad podrá ser suprimido en ese proceso, o nos distanciar cada vez más del encuentro amoroso que nos hace mejores, más felices, más la gente misma.