Pasamos mucho tiempo haciendo lo correcto para las personas equivocadas, sufriendo las consecuencias de las pésimas elecciones por el camino, sufriendo por cosas inútiles y gente sin contenido, alimentando vanas esperanzas en relación a lo que no tiene la menor posibilidad de venir a suceder. Perdimos mucho tiempo invirtiendo en el vacío, esperando retorno de lo que no vuelve, aguardando sonrisas de quien no nos mira bien. Es preciso enfocar en lo que es real, pues, aunque no haya mucho de verdadero en esos terrenos, ese poco bastará.
Necesitamos dejar de tratar de agradar a los ingratos, a las personas descontentas e incapaces de recibir algo fuera. Hay individuos que se encuentran demasiado cerrados a la acogida de lo que no se encuentra dentro de ellos, de lo que no forma parte de aquel mundillo en que se cierran, presos a creencias y sentimientos que no cambian, no se repensan, no salen del lugar. Intentar alcanzarlos es inútil.
Es necesario evitar la servidumbre a los holgazanes, a los aprovechadores, a quienes no sale del lugar por sí solo, a quien huye de cualquier tipo de responsabilidad, pues sabe que alguien siempre hará por él. Tenemos que tener claridad en cuanto a lo que realmente debemos y podremos tomar para nosotros, o acumularemos cargas de equipaje que no están, ni de lejos, relacionadas con nuestras vidas. Mucha gente necesita ayuda, sí, pero muchos necesitan es vergüenza en la cara.
No podemos nutrir amistades dudosas, con personas que no expresan la menor necesidad de nosotros, como si tanto nuestra presencia como nuestra ausencia fueran la misma cosa, algo sin importancia, invisible, dispensable. No todos los que nos gustan nos gustará, el retorno de la estima y del afecto nunca es una certeza, por lo tanto, hay necesidad de que entremos exclusivamente los encuentros verdaderos. No es fácil ni tranquilo conseguir acercarnos a lo que podamos regar con la certeza de retorno y reciprocidad, ya que las personas, los acontecimientos, la vida, todo es imprevisible. Aunque mucho de lo que suceda en nuestras vidas no pueda ser controlado, mantenemos bajo control nuestras verdades y la certeza de que merecemos ser felices nos hará más fuertes ante los caos, sin que desistamos de nuestros sueños.