Los héroes también se rinden

Todos tenemos héroes a nuestro alrededor. Nuestros héroes son las personas que lucharon incansablemente contra el cáncer o contra cualquier otra enfermedad degenerativa, aguda o mortal. Estas personas con su sentido del humor y su coraje no dejaron nunca de mostrar su sonrisa al mundo a pesar de todas las adversidades.

Ellos, nuestros héroes, nos enseñaron todo aquello por lo que vale la pena luchar. Enseñaron que el mundo puede ser de colores muy diferentes dependiendo del cristal por medio del cual se mira hacia él, que los verdaderos amigos están siempre allí mismo en los peores momentos y que lo que vale la pena siempre exige un poco más de esfuerzo. También, al menos para mí, enseñaron que hay batallas que una vez que ya no tengamos más condiciones de victoria es mejor simplemente dejar de lado, dejar de luchar. Enseñaron que ser honesto consigo mismo y con los propios sentimientos no es ser cobarde. Pero, sobre todo,

enseñaron que rendirse no suele ser bien recibido aunque en algunos casos sea el más seguro a hacerse. El dolor de querer partir

Cuando la noticia de una enfermedad llegó, mi héroe no podía creer, estaba en shock.

La negación fue su primera etapa de la lucha. La noticia es tan espeluznante y tan poco maleable. Esta etapa le hizo protegerse, protegerse a sí mismo de su sufrimiento, al menos durante un cierto tiempo. Cuando los resultados de los exámenes médicos llegaron, empezó a comprender su estado. Se sentía como un pequeño cerdito sin poder controlar nada a su alrededor, sólo sentía dolor. Esta falta de control y ese dolor lo llevaron a una segunda etapa, la rabia.

Se involucró completamente en la cólera, convirtiéndose en una persona inaccesible, dura e intransigente. Hubo un momento en que parecía que los demás tenían incluso culpa por su dolor. Pero yo sabía que era su única forma de lidiar. La tercera etapa conocida como la negociación pasó rápido porque su estado empeoraba rápidamente. Porque de repente él tenía un buen día, pero no se sabía cuánto tiempo iba a durar o si ese día iba a ser realmente su último día bueno. Aunque se le dio como curado y la enfermedad como superada, podría haber un cambio en cualquier momento.

A continuación llegó la depresión, golpeando a la puerta con sus garras porque el "si yo morir" se volvió un "cuando muera". Pero él no dejó que las garras lo cogiesen, porque por primera vez dejó de pensar en él para pensar en todos los demás, aquellos que dejaría atrás. Fue entonces cuando llegó la aceptación. La última fase, la inevitable

. Aceptó la muerte como un proceso más de la vida, porque todo tiene su final. El problema es que aquellos que se preocupan por él no aceptaron porque es difícil poner al otro en primer lugar. Dije a nosotros que ya no iba a luchar más, que quería despedirse de todos porque no quería que lo vieran deteriorándose, porque luchar ya no servía más de nada. Su destino ya estaba escrito y decidió simplemente esperarlo y pedir respeto por la decisión.

Dijo que dolía sí partir, principalmente por todos que dejaba atrás pero que dolía aún más vivir con el dolor físico que tenía en vida, haciendo que la muerte no despertar tanto miedo así. "La muerte no existe, la gente sólo muere cuando nos olvidan: si puede, recuerde de mí, que estaré siempre contigo."-Isabel Allende-

El egoísmo de no dejar ir Dicen que crecer es aprender a sí mismos adiós. Entonces soy un niño muy mimado lleno de miedos que se aferran a mí con todas sus fuerzas. No quiero despedirme de ti tan rápido, quiero acompañarle hasta sus últimos días, quiero que luche con todas sus fuerzas ni que sea para conseguir algunos minucios más lejos de la muerte. Pero también sé que su dolor es insoportable y que soy muy egoísta impidiendo que usted se vaya, recriminando que haya decidido rendirse como si eso fuera algo tan mal. Yo sólo actúo así porque perderlo será el más grande de mis dolores, pero usted me enseñó que es posible vivir con dolor ...

No se preocupe, hoy decidí también entrar en la fase de la aceptación. Ya he aceptado que te vas y voy a perderlo. Y no se preocupe no, que aunque diga que cuando usted se vaya mi vida va a terminar, porque mi vida es usted, sé que eso no es correcto, que estoy siendo egoísta, es que no quiero vivir en un mundo en que usted no esté. Pero no voy a ahogarme en la tristeza, me acordar de ti siempre y vivir feliz como homenaje a ti ya todo lo que podríamos haber vivido. Ellos siempre serán nuestros héroes

A todos aquellos que deciden rendirse, quisiera recordarles que los héroes no siempre cargan capas o tienen superpoderes. A veces cargan una mochila pesada llena de historias, de sueños, de amigos y familia que dejan por el camino del camino pero que nunca olvidarán. El único modo de vivir con sentido no es vivir pensando sólo en el dolor de los demás, sino asumiendo también el propio dolor.

Asumir que no todas las historias tienen un final feliz después de una larga caminata, pero que a veces algunas historias dejan de ser contadas. Y aunque la historia no esté completa y no tenga un final feliz, es una historia que no deja de ser muy bella. Es una belleza cliché de película de Hollywood decir que los enfermos luchan hasta el final, que su coraje nunca se sacude o que tienen superpoderes. Esto no es lo que suele suceder.

Los héroes también se rinden y no por eso se hacen menos héroes.