Me gusta hacer pausas y limitarme sólo a sentir

Hacer pausas, nuestros paréntesis de soledad, silencio y desconexión sensorial son vitaminas reales para nuestros corazones y cerebros. Es una forma de reiniciar, de tomar conciencia de otros tipos de percepciones más profundas: aquellas que surgen de nuestro interior y que nos permiten restaurar el equilibrio, la armonía mental y el bienestar con nosotros mismos.Hoy vamos a reflexionar sobre el concepto de "pausas". ¿Cómo las definiríamos? Si nos preguntamos a cualquier persona, probablemente nos dirá que durante el día hace innumerables interrupciones en su rutina. Ella las realiza cuando camina en tren o autobús y aprovecha para leer, cuando sale del trabajo para comer y regresa después de media hora o una hora, o cuando va al gimnasio.

"El comienzo de la sabiduría es el silencio."

-Pitágoras-
Ahora, estos ejemplos son un auténtico reflejo de lo que debemos considerar como "pausas"? La respuesta es no. De hecho, esas situaciones podrían entrar dentro de lo que hoy se conoce como "pausas activas", es decir, actividades en las que, a pesar de no estar realizando una tarea de trabajo, generamos una serie de movimientos y dinámicas en que mente y cuerpo están "activo".

Las pausas reales son aquellas en que establecemos una desconexión real con nuestros ambientes, con nuestras obligaciones y, más aún, con el flujo opresivo de nuestros pensamientos.

Son momentos en que nos regalamos a nosotros mismos: en ellos no hay presiones ni ruidos o conversaciones para mantener sin voluntad, no hay esperanzas ni exigencias o tareas a cumplir, ningún mundo para agradar ... ¿Por qué es tan difícil hacer pausas verdaderas en nuestro día al día

Tenemos que admitir que, para muchos de nosotros, hacer pausas es sinónimo de no hacer nada

, y no hacer nada es poco más que un sacrilegio en medio de esta sociedad donde el tiempo es "oro", es decir, "dinero". Reducir la velocidad, parar los engranajes del tiempo y optar por dedicar una hora a nosotros mismos no es un objetivo fácil de cumplir. Así, algo tan simple como cerrar las puertas a lo que otros esperan de nosotros, para limitarnos sólo a "ser y estar", no es una tarea con la que estamos acostumbrados. Fuimos convencidos de que las pausas son un privilegio, no un derecho.Eso fue lo que alguien nos dijo una vez y eso también es lo que seguimos transmitiendo a las generaciones actuales. Vemos eso todos los días, cuando nuestros hijos llegan de la escuela, tenemos que mirar sus agendas: ellos están llenos de tareas para cumplir. Sin embargo, antes de eso, deben ir a sus clases extracurriculares, al inglés, a la música, al baloncesto, a las clases de apoyo a las matemáticas y, tal vez, al psicopedagogo para tratar su dislexia o su hiperactividad.

Las pausas para jugar o simplemente para no hacer nada ya son un privilegio en el mundo infantil. Ellos las acceden apenas cuando se comportan bien, si cumplen sus tareas con adelanto. Todo esto es razonable, por supuesto, porque cada uno de nosotros tiene nuestras obligaciones; sin embargo, no es difícil ver, al llegar a la edad adulta, cómo somos incapaces de disfrutar de auténticas pausas ... Es difícil convencernos de que sí, son nuestro derecho, de que colocar al resto del mundo en el modo de espera para reencontrarnos no es una ofensa, ni un sacrilegio, en realidad es un sinónimo de salud. Sin embargo, una gran parte de la población todavía posee ese tipo de dificultad a la hora de hacer pausas:

Sentimiento de culpa.

¿Qué es lo que este amigo o familiar pensará en mí si digo que no, que prefiero estar solo? La prioridad es atender a las expectativas de los demás.

  • Pensamientos distorsionados o disfuncionales: las pausas son sinónimo de no hacer nada, de ser perezoso ...
  • Dar su propia salud como cierta.
  • Nos decimos que todo va bien, que no necesitamos descansar, que podemos dar más de nosotros mismos, cuando en realidad estamos quemando todos nuestros recursos y nuestra propia salud. Sí a hacer pausas diarias de una hora
  • Daniel Goleman dijo en su libro "Focus" que la habilidad de hacer una pausa es vital para recuperar el control de nuestra atención. Sólo entonces dejamos de actuar por impulsos y de forma automática, como si no fuésemos dueños de nuestras propias vidas. Dar el paso, asumir esta clave de salud, también tiene mucho más beneficios de lo que podemos creer.

Vamos a ver algunos a continuación:

Nuestra corteza prefrontal lateral se activa con mayor intensidad. Cuando conseguimos dedicarnos a nosotros mismos entre media hora o una hora de relajación, esa parte del cerebro nos ayudará a ver las cosas desde una perspectiva más racional, lógica y equilibrada. Es un área que también está involucrada en la modulación de respuestas emocionales, como el miedo o la ansiedad. Además, el flujo de pensamientos automáticos se reduce para ayudarnos a estar más presentes. Por su parte, también podremos mejorar otra estructura cerebral muy valiosa: la corteza prefrontal medial. Es una parte del cerebro que los neurólogos definen como el "centro del yo" ... Es aquí donde se procesa toda la información relacionada a nuestro estado físico y emocional, para reflexionar sobre nuestras relaciones, nuestra felicidad, lo que nos gusta o lo que no nos gusta ...

Para concluir, hacer pausas todos los días, poner el teléfono en silencio, decir a los demás que usted va a dedicar un tiempo para usted y que por un momento usted eligió apenas ser y sentir, no hará de usted una persona menos válida o productiva . Por el contrario,

  • usted ganará en salud, en crecimiento personal, en fuerza emocional. Al final, la vida y la naturaleza también toman sus tiempos, sus pausas, las nubes también se quedan silenciosas, los mares tienen sus momentos de calma, y ​​la Luna sus momentos de observación y reflexión ...