La fuerza viene de los valores de cada uno

El mejor ejemplo de este tipo de fuerza es el de Gandhi. El grandioso de su lucha fue haber logrado vencer un imperio, y haberlo hecho gracias a su fuerza ya la fuerza de sus convicciones, renunciando a la violencia. Hay muchos otros héroes cotidianos con menos menciones en los libros de historia que aumentan la verdad de este hecho con sus actos: la fuerza viene de los valores de cada uno.

Son muchos los que, a lo largo de la historia, soportaron los más terribles pesares sólo para defender sus convicciones. Mostrar una fuerza impresionante. Una fuerza que viene de dentro, de lo que está en su mente y en su corazón. No hay necesidad de superioridad física, ni económica, o de cualquier otro tipo. Pueden mantenerse y muchas veces vencer si se valen únicamente de su superioridad moral.

"Sus valores definen quién eres de verdad. Su identidad real es la suma total de todos sus valores.
-Assegid Habtewold-

Esto también sucede en nuestra vida menos teatral y más cotidiana. Somos capaces de enfrentar situaciones de injusticia, de falsedad o de deshonra cuando nuestros valores se enfrentan y se convierten en una brújula a seguir. Lo mismo sucede con nuestros objetivos: nos volvemos capaces de ir detrás de ellos cuando estos están apoyados en valores muy claros y definidos. Eso es lo que nos da fuerza. Eso es lo que nos permite resistir, persistir y no desistir.

¿Por qué la fuerza viene de los valores de cada uno?

La ética es el producto más valioso de la cultura. Y también del individuo. Los valores son las cosas que aportan coherencia a una sociedad. También son lo que permite la convivencia, haciendo la vida social posible. Estos pactos, implícitos y explícitos, sobre lo que es bueno o deseable y sobre lo que es malo o reprobable, son las cosas que dan forma al tejido social.

Según Jean Piaget, la ética autónoma es el punto más avanzado de la evolución moral de un ser. Sólo se alcanza cuando la inteligencia ya se ha desarrollado lo suficiente. Es fruto de un largo proceso de maduración, que va desde la anomalía o carencia total de valores con la que nacemos, hasta la autonomía, o la capacidad de pensar por nosotros mismos y sacar nuestras propias conclusiones.

Además de su importancia social, la ética también cumple un papel decisivo en la vida individual. Es ella que orienta las acciones y da un sentido para las mismas. También es la fuerza que hace posible enfrentar las dificultades y mantenerse en pie durante los momentos más difíciles. Por algunos, esa ética personal se apoya, se basa o es dictada, por la religión. De ese modo, en los momentos más difíciles esas personas se aferra a sus valores religiosos. Para otros, la ética es una filosofía, una tesis, o algún otro tipo de creencia. Hay también aquellos que renuncian a sus valores y adoptan una posición pragmática y cínica ante la vida. En ese caso, las personas también renuncian a la atribución de significado a las acciones que van más allá de los intereses personales y de las conveniencias, viviendo para sí. Se protegen a sí mismos de desilusiones, pero empobrecen sus vidas al mismo tiempo.

El comportamiento y los valores El ser humano pasa por un proceso de evolución antes de llegar a construir sus propios valores. No todos llegan hasta el final de ese proceso. Muchos se quedan en la fase de evolución denominada "heteronomía".

En esta fase el niño, o el adulto, no actúa en base a sus convicciones o valores, sino que se guía por lo que las figuras de autoridades imponen. Para ellos lo bueno o lo malo es lo que las figuras por encima de ellos han definido que es.

Su principal objetivo es no entrar en contradicción con las figuras de autoridad. Cuando el desarrollo moral llega a su fin, la única autoridad que se obedece es la conciencia misma. La diferencia de las etapas anteriores es que los valores no son asumidos por una tradición, repetición o porque alguna autoridad mandó. Se convierten en fruto de una reflexión personal, muchas veces contrarias a lo que la mayoría de la sociedad apoya. En una palabra, son valores independientes. Pensemos que los valores se significan.

Atributos que se consideran deseables o dignos de ser promovidos. Orientan el comportamiento y dan sentido a las acciones. Implican un compromiso: quedarse del lado que se considera adecuado o correcto. La ética es, sin embargo, flexible. No se trata de un mandato dogmático. Depende siempre de la evaluación constante y consciente que una persona hace de las diferentes situaciones que se presentan. Precisamente por eso los valores traen fuerza: una dependencia sólo de la propia conciencia, y no de un orden externo o de la improvisación. Llegamos a un punto en que

es conveniente preguntarse cuáles son los valores que basan nuestros comportamientos y nuestras acciones . Muchas veces simplemente decidimos en lo que creemos por costumbre o tradición, o sólo porque la mayoría cree en algo. Eso es exactamente lo que nos hace sentir perdidos en algunos momentos de la vida. La ética no sólo nos da fuerza para ir detrás de lo que deseamos, como también hace posible que la mayoría de las veces nuestra intención y nuestros actos permanezcan constantes y alineados.