Tenemos que admitir:
todos necesitamos a alguien que se preocupe con nosotros. Podemos amar nuestra independencia, nuestra orgullosa autosuficiencia y pensar incluso que nosotros mismos llevamos el sol dentro de nosotros. Sin embargo, cuando hay una tempestad allá, más temprano o más tarde surgen las goteras de la tristeza, las infiltraciones del miedo, el insomnio y ese desconcierto vital que sólo el apoyo afectivo, la empatía y el cariño pueden aliviar."A veces nuestra luz se apaga y vuelve a encender a través de la luz de otra persona."
-Albert Schweitzer- Pero aquí está un hecho curioso: el punto de vista de la psicología social nos revela que
ofrecer apoyo emocional es una arte que no todos dominan. Por extraño que parezca, a veces quien más nos ama puede darnos un tipo de atención desproporcionada capaz de generar en nosotros un sentimiento de dependencia, de ineficiencia o debilidad.El tipo de apoyo más eficaz es el que está siempre presente, pero de una forma sutil, envolvente y auténtica. También hablamos de este tipo de ayuda en la que ninguno de los miembros sentirá que está en deuda el uno con el otro porque no hay donantes y receptores de afecto, lo que hay es un vínculo donde existe una reciprocidad fluida, sutil y maravillosa .
Proponemos que usted reflexione sobre este tema tan interesante y, al mismo tiempo, dotado de diversos matices.Personas que corroen y personas iluminadasTodos sabemos lo que es la empatía y cuál es su impacto en nuestras relaciones del día a día.
Pero estamos seguros de que en más de una ocasión, cuando usted maneja a alguien incapaz de conectarse con los demás, alguien con ciertos matices agresivos, hostiles e incluso destructivos, suele decir que "esa persona no tiene empatía".
Simon Baron-Cohen, profesor de la Universidad de Cambridge y especialista en el desarrollo de la psicopatología, define estos rasgos psicológicos usando un término que vale la pena recordar: "empatía corrosiva". Según él, este comportamiento surge cuando alguien no deja sólo de conectarse con el prójimo, sino que también va corroyendo, minando y fragmentando con persistente lentitud quien está cerca. Son perfiles dotados, efectivamente, de una cierta oscuridad.
En el polo opuesto están sin duda las personas iluminadas.Más que verlas como personalidades de gran nobleza y bondad, podemos definirlas como hombres y mujeres que "saben ser y dejan ser", como facilitadores de armonía interna, como hiladores emocionales que reúnen nuestros pedazos rasgados para recordarnos , una vez más, cuánto podemos ser bellos e importantes.
Características psicológicas de las personas iluminadas
Señalamos al principio que dar apoyo es, en realidad, un tipo de arte que no todo el mundo sabe practicar. Por ejemplo, algo que vale la pena recordar es queen el momento en que se diferencia claramente el donante del receptor, a veces pueden surgir ciertas incómodas.El receptor puede sentirse como "deudor" o convertirse en dependiente de un donante que disfruta de su papel de cuidador.
Las personas iluminadas, por otro lado, no asumen en ningún momento un papel de cuidador: son facilitadoras.
Ellos saben estar sin control, sin juzgar y sin ejercer en ningún momento una atención constante donde la otra persona acabe desarrollando cierta dependencia. Son especialistas en generar un verdadero crecimiento personal.Ellas respetan espacios, saben estar presentes cuando es necesarioy proteger la intimidad del otro cuando lo necesita.
- Ellos son presencias presentes, pero siempre sutiles, con la capacidad única para recordarnos quiénes somos. Ellas se preocupan, traen positividad, alentadores y esperanzas para sintonizarnos una vez más al bullicio de la vida, del optimismo.