La naturaleza no entiende de animales fieles o de infidelidad, sino de la perpetuación de una especie a través de un mayor número de combinaciones de ADN posibles y exitosas.
¿Qué pasa entonces con el ser humano que decidió hace milenios sacrificar la diversidad sexual y la posibilidad de tener varios socios para dedicarse a una relación monogámica? La respuesta no tiene complejidad alguna y el sentido común nos hace entender por qué el matrimonio, la formación de la familia y definitivamente el porqué de la monogamia.
No soy infiel por interés
La infidelidad es un mecanismo comúnmente asociado con la biología y, al contrario de lo que se piensa, no sólo con la biología masculina. Tanto los hombres como las mujeres están programados para procrear, pero también para disfrutar de sus relaciones sexuales. Por eso, ambos fueron dotados de centros de placer; por un lado para que las relaciones tengan una recompensa inmediata, por otro lado, para que la experiencia se repita, porque es un medio natural de bienestar y liberación de endorfinas, que son las hormonas de la felicidad. Sin embargo, la creación de sociedades más complejas trajo un cambio revolucionario, derivada de los muchos problemas derivados de la poligamia, como los celos (íntimamente ligados al sentimiento de posesión del hombre con relación a la mujer), rivalidades y varios problemas entre los clanes. Además, había la inseguridad vivida por una sociedad en la que las relaciones eran formadas naturalmente, sin ningún compromiso que ligara a las personas de forma legítima. Todo esto ha cambiado mucho a lo largo de los años, pero el papel de la familia y los lazos de una unión fiel a través del matrimonio prevalecen hasta hoy.
Infidelidad y atracción física
No es ningún secreto que el sexo es un asunto controvertido para muchas personas. En pleno siglo XXI, ciertos términos como poligamia y poliamor no son muy discutidos. Los llamados poliamorosos se jacta de compartir muchas relaciones emocionales y eróticas sin muchas complicaciones.
Esto sigue siendo una tendencia minoritaria y esas relaciones son sólo en el plano físico. En realidad, la persona puede no considerarse infiel a su pareja, aun teniendo una relación durante décadas con otra persona, porque el mismo no implica sentimiento, sólo deseo.
Es posible que nuestro legado sociocultural haya sido grabado a fuego en la mente colectiva con la naturaleza diabólica de la poligamia, poliandria y poliamor, y que los responsables de la actual repulsa a la naturaleza humana sean los miembros de la sociedad que veían en el amor libre la destrucción del núcleo familiar? Este mismo núcleo familiar por el cual los hombres toleran largas jornadas de trabajo en régimen de esclavitud, y las mujeres dedican décadas de su vida para la creación de los hijos y la sumisión a sus maridos? Vale la pena pensar en ello.