Espejo: el reflejo de cada uno

Dicen que algunos espejos distorsionan la imagen reflejada en él. Sabemos que los convexos, por ejemplo, con ligeras curvas en el pie y la cima, llevan a una persona a parecer más alta y delgada, tipo que muy usado en los probadores de las tiendas. Los no reversivos reflejan la imagen real. Tal y cual sin cambiar los lados. Hay otros tipos de espejo, pero quiero citar sólo estos dos para nuestra reflexión.

Otra explicación, que puede llevar a una persona a ver su imagen distorsionada de la real, es que nuestro cerebro puede naturalmente distorsionarla por la confusión causada por las diferentes informaciones recibidas de varias partes de nuestro cuerpo, según Científicos de la Universidad de Londres. Una persona, por ejemplo, puede encontrarse gorda cuando está con anorexia.

El espejo que quisiera invitar a una reflexión no son los ejemplos citados arriba. Él casi siempre se esconde, y no percibimos que en todo momento nos enfrentamos a él, reflejando nuestras opiniones, juicios, carencias, orgullo, miedos, entre tantos otros reflejos.

Las personas que nos rodean, desde los familiares a los que sólo conocemos por los medios, son diariamente nuestros espejos, ya sea que aceptemos o no. Hay vista, usamos con mucha frecuencia la frase, "me espejo en mi padre" o en "fulano" para hacer o no una acción o hasta expresar palabras.

Reflejamos en los demás lo que está latente en nosotros, por eso nos incomoda o conforta. Cuando digo que me espejo en alguien que tiene buen carácter, ya tengo el buen carácter en mí. Cuando digo que esa persona es una aburrida, yo soy una aburrida incluso no percibiendo. Es el positivo y negativo revelándose en todo momento.

Cuando llegamos a un nivel de entendimiento donde aceptamos que cada uno es como debe ser en su tiempo, no nos incomodamos con el aburrido, el carente, el orgulloso, etc., porque ya subimos estos escalones.

Si al mirar a una situación o persona el juicio surge, deberíamos preguntarse qué tipo de espejos somos también para los demás , en las más diversas situaciones de nuestra vida. Somos el "convexo" o "no reversivo".Somos juzgadores también de nosotros mismos, una vez que al mirar en el espejo, no nos aceptamos en la apariencia, ni en el "yo" interno algunas veces. El mejor ejercicio es ponernos frente a él, el "tú contigo", y preguntarnos sin engaño:

"¿qué vemos?"Lo que nos incomoda, lo que estamos sintiendo que está reflejando fuera, simplemente lo que está en el interior. Sólo nosotros podemos contestar.