Madres e hijas: la fuerza en un vínculo

La relación entre madres e hijas es un lazo que se nutre de la complicidad y de la fuerza. Pocos vínculos pueden ser tan intensos y complejos como es el de esa mujer que educa a su hija deseando ser su pilar en el día a día, su refugio, su cómplice, esa figura capaz de ofrecer al mismo tiempo una fortaleza y libertad para que encuentre su propio ruta, la ruta que desee.

Hay un libro muy interesante sobre el tema escrito por Cohen-Sandler que en la traducción al portugués, que se llama "No estoy loco, yo sólo te odio." El libro habla precisamente de las complejidades y de la belleza de la relación entre madres e hijas. Según la autora, ese vínculo es como una danza que oscila entre la dependencia y la independencia, y en algunos momentos entre instantes de odio y del amor más absoluto. Tener una hija es un regalo, un tesoro valioso que ayuda a crecer, a madurar en libertad y con felicidad, porque ser madre de una niña es descubrir fuerzas que no sabíamos que teníamos ...

Compartir A menudo solemos decir que
cuando una mujer da a luz a una niña, decide que no cometer los mismos errores que su madre cometió con ella en el pasado. Todos nosotros, de algún modo, tenemos nuestro propio legado afectivo un tanto complejo que no deseamos proyectar en nuestros hijos. Sin embargo, en algunas ocasiones lo más adecuado es dejarnos llevar por el instinto y la sabiduría de esas emociones que nos indican lo que es mejor para nuestros hijos. Le invitamos a reflexionar sobre ello. Madres e hijas, la inercia de un vínculo complejo

Hay muchos tipos de niños y todas ellas se basan casi siempre en el modo de educar de sus propias madres.

Hay las madres más controladoras, las narcisistas, las asfixiantes, las super protectoras, y hay también las maravillosas : las que posibilitan el adecuado crecimiento emocional de sus hijas que pueden ver en sus madres a cada instante una referencia a ser imitada, alguien en quienes se apoyen para convertirse en parte del mundo en el mañana. Hijas de la vida que avanzan en libertad.Ahora, un aspecto que siempre suele estar presente en esta danza de interdependencia que hablamos anteriormente es que

las hijas desean disponer muy temprano de su propia libertad, de sus espacios privados. En algunos casos, sin embargo, la propia inercia de la relación hace que vuelvan a buscar la aprobación de su madre, en busca de afecto, de la complicidad habitual entre madres e hijas. Es, pues, un vínculo complejo, en que la fuerza siempre es intensa, sea en un sentido bastante enriquecedor o considerando algún aspecto un poco más traumático. La parte más compleja suele girar en torno al hecho de que hay madres que ven a sus hijas como un reflejo de sí mismas, que debe ser dirigido y dirigido para que alcancen aquello que ellas mismas no lograr. Pretenden que las hijas llenen los vacíos de sus propias heridas hechas como mujeres.

Madres que educan a niños felices y mujeres sabias Tenemos que dejar claro que, en primer lugar, la educación debe ser la misma para un hijo o una hija . Sin discriminaciones, sin estereotipos de género, con los mismos derechos y las mismas responsabilidades. Ahora, también sabemos que en algunos momentos cada hijo presenta un tipo de necesidad emocional, y ahí es donde debemos estar más atentos para ofrecer la mejor respuesta posible a cada necesidad. El amor entre madres e hijas es un afecto honesto y cómplice, es la mirada de una hija que crece para convertirse en parte del reflejo de su madre, pero con más belleza, que viene con toda la sabiduría heredada.

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Cómo fortalecer el vínculo entre madre e hija Es entonces adecuado conocer los tipos de estrategia que debemos mantener para hacer, como madres, con que nuestras hijas sean independientes, sabias y felices pero con raíces lo suficientemente fuertes para que se sienten orgullosas de ese vínculo construido con sus madres. Vamos a reflexionar sobre algunos consejos.Una niña no está obligada a ser el cómplice cotidiano de su madre

o estar siempre dispuesta a compartir de forma precoz sus problemas, miedos o ansiedades típicas de un adulto. Una hija necesita una madre que desempeñe ese papel, alguien que le muestra una fortaleza segura más allá de la proximidad. Una hija no es la copia de una madre.Ella tiene sus propios gustos, sus propias necesidades que en algunos casos nada tendrán que ver con las que la madre tuvo a su edad, los tiempos son diferentes. Además, las propias personas son diferentes. Es entonces necesario aceptar la individualidad y la personalidad de la hija para guiarla en el camino que ella misma elija.

La maternidad de éxito es aquella en que se da la oportunidad para que los hijos se formen a sí mismos

sintiéndose capaces y seguros. Una madre comparte su experiencia con sus hijos, ofrece sus consejos, apoyo y afecto, pero también da confianza para que la hija sea alguien por ella misma, abriendo camino en la vida para que la hija se convierta en la mujer que desea ser. Para concluir, a pesar de las dificultades y de las situaciones de conflicto y diferencias que toda joven acaba experimentando en algún momento con su madre, siempre llega el momento en que la mirada deja los años de infancia de lado para llegar a la madurez. Es ahí cuando la hija, que posiblemente ya es madre también, se ve cara a cara con otra mujer, esa mujer de ojos cansados ​​y cariño inmenso que intentó hacer lo mejor posible.

  • Es en ese momento que el vínculo adquiere una nueva y maravillosa trascendencia.