Mis decisiones hablan de mí

Hay muchas maneras de expresar a otros como somos o lo que realmente sentimos. Podemos describir, explicar lo que queremos o tratar de ocultar lo que sentimos; sin embargo, las decisiones que tomamos, lo que hacemos y cómo hacemos nos delatan y nos exponen al mundo tal y como nosotros somos. A veces usamos las palabras como un cierto disfraz e intentamos, a veces sin mucho resultado, que el traje disfraza aquello que no queremos que los demás vean. Otras veces, nosotros ni siquiera somos conscientes de que nuestras acciones y nuestras palabras se contradice.Acortamos el tiempo tomando decisiones, algunas triviales y otras de mayor importancia.

A veces las carreteras que tomamos concuerdan con lo que decimos y pensamos, mientras que en otras ocasiones el decir y el hacer viven separados por una gran distancia.

La confusión de un doble mensaje Cuando hacemos y decimos algo que está en sintonía, no es posible hacer confusión

, reforzamos el mensaje verbal con un mensaje no verbal coherente. La comunicación es clara y la otra persona puede entendernos sin grandes dificultades.

Las dudas y la confusión llegan cuando verbalmente enviamos un mensaje, y de forma no verbal enviamos otra diferente.Es como decir que sí con la boca al mismo tiempo que hacemos movimientos de negación con la cabeza. Esta contradicción mistifica quien nos oye y nos ve, crea incertidumbre y una mezcla de sentimientos.

Cuando se transmite un doble mensaje, la persona que la recibe se encuentra atrapada en un dilema. Debido a esta doble intención y su contradicción, independientemente de lo que haga, el receptor estará trabajando contra lo que la otra persona dice o quiere.

Cuando lo verbal y lo no verbal se contradice Cuando las palabras y los hechos se contradice, son los actos que tienen el poder de revelar las verdaderas intenciones.

Mire lo que la otra persona hace y no para lo que ella dice: es lo que mejor describe las motivaciones del otro.

Aunque esta no sea una suposición segura, seguramente va a aumentar estadísticamente nuestra probabilidad de acertar. Este principio también puede aplicarse para conocer mejor a nosotros mismos. Ante un dilema o duda sobre qué hacer o lo que realmente queremos, podemos mirar y analizar qué acciones realizamos hasta el presente momento. La primera cosa que piden a los psicólogos hacer es que observen, y lo mismo vale para los médicos y otros tipos de profesionales. Ser conscientes de nuestros actos

De la misma manera que para conocer las verdaderas intenciones de la otra persona observaremos lo que ella hace, para poder conocer nuestras propias motivaciones observar tanto lo que pensamos como lo que hacemos.Ser conscientes de las decisiones que tomamos y de las acciones que realizamos nos acerca más al autoconocimiento personal.

Conocer nuestras motivaciones reales nos ayudará a resolver dilemas ya caminar en la dirección correcta en tiempos de crisis.

Además de mis mis palabras, también soy mis decisiones

Si no reforzamos el mensaje de nuestras palabras con acciones, las mismas quedan vacías. Decir que estamos a favor de una causa, hacer clic en el "like" en la publicación en una red social o aprobar una idea, la mayoría de las veces, no es suficiente.

Es necesario que el hacer y el decir caminen de la mano.

Necesitamos ser coherentes con nuestras ideas y actuar de acuerdo con ellas, así como no contradecerse a la hora de expresarnos verbal y no verbalmente. Es importante ser consciente de las decisiones que tomamos - o no tomamos - y asumir la responsabilidad por ellas. Reflexionar sobre lo que decimos y lo que hacemos nos ayuda a cuestionar nuestro pensamiento ya actuar de forma más coherente e integrada con nuestros valores.