No todo lo que nos envuelve es significativo, no todo lo que viene conviene. Aplicar en el día a día filtros emocionales y psicológicos adecuados evitará que lleguen hasta nosotros ciertas toxicidades. Espantará los lobos camuflados de seductoras ovejas y los virus capaces de desarrollar en nosotros cargas excesivas, estrés y experiencias amargas.
Todas estas dimensiones son importantes y no se conocen. Sin embargo, y para entender un poco mejor lo que implica no aplicar en el día a día esos "paraguas psicológicos", comencemos hablando del cansancio. El desgaste más común tiene su origen, como ya sabemos, en un esfuerzo físico. Sin embargo, y por más curioso que parezca, existe otro tipo más común en la población y que suele ser más crónico. "Las decepciones a veces matan, pero son las esperanzas que nos permiten sobrevivir."
-George Sand-
Hablamos del cansancio de origen emocional capaz de crear en nosotros un cuadro psicosomático, donde no falta el dolor en el cuello, en la espalda, las cefaleas, problemas digestivos ... Muchos lo llaman simplemente "estar agotado" (burnout).
Arrastrar este agotamiento emocional, que supera al físico hasta llegar a ser cautivos, muchas veces nos lleva a una depresión encubierta que no siempre es fácil de diagnosticar. El origen de ese tipo de realidad tan concreta se encuentra en ser abiertamente permeables a todo lo que nos llega, a todo lo que nos envuelve. El hecho de no colocar barreras, límites, y posicionarnos detrás de un escudo delante de aquello que nos desagrada, nos perjudica y nos estresa, hará que acabemos derrotados por dentro, vencidos por la apatía, el desánimo y la frustración. Necesitamos aprender a mirar la realidad de otra manera: protegiéndonos. La permeabilidad: un problema muy común
La permeabilidad aplicada al comportamiento del ser humano tiene una finalidad muy real e incluso necesaria: necesitamos abrirnos a todo lo que nos envuelve para aprender, para incorporar nuevos esquemas de conocimiento y sobrevivir. Filtrar en nuestro ser lo que otros nos traen o nos añaden nos permite crecer y eso, sin duda, es algo maravilloso.
Lo que viene para nosotros, a veces, es exactamente lo que necesitamos. Todos ya pasamos por eso en algún momento. Por eso, quien mantiene un esquema de pensamiento rígido y una mente cerrada no avanza, no aprovecha esas nuevas oportunidades para ser feliz. Entonces, la mayor parte del tiempo necesitamos lidiar con un cerebro programado para ser receptivo
, poroso como una esponja que busca absorber todo lo que nos rodea.
Sin embargo, y aquí viene el problema,
lo que el cerebro hace de forma instintiva no se adecua a lo que nuestro equilibrio psicológico necesita. Ser receptivo no siempre nos lleva al desarrollo personal, pero justamente lo contrario, nos conduce a una involución emocional. De hecho, y con relación a eso, es muy interesante recordar lo que Albert Ellis, dentro de su enfoque de la terapia racional emotiva comportamental, denominó "la tríada de la infelicidad".Según Ellis, las personas aplican en el día a día tres tipos de expectativas irracionales que nos llevarían, invariablemente, a aquella clásica infelicidad donde también está el agotamiento emocional citado anteriormente.
Entonces, junto al pensamiento irracional de que "necesitamos hacer todo derecho" o de que "los demás siempre me tratar como yo quiero", está también el tercero sobre el que deberíamos reaccionar, a saber, "no tengo necesidad de enfrentarme que me molesta o me preocupa ". Cuando somos permeables también dejamos de enfrentar lo que no nos gusta. Nos diluimos como el agua y la sal, una mezcla nada agradable que tragamos todos los días. No es la mejor opción.
Si lo que viene no conviene, protéjese
hasta donde usted está dispuesto a ceder sin renunciar a lo que usted es? ¿Hasta qué punto vas a dejar que otros lo arrastrar a tus universos personales? No todo lo que viene conviene, ni todo lo que llega tiene que ser incorporado en su vida. "Todo tiene límites, sólo nuestra propia ingenuidad es ilimitada."
-Rabindranath Tagore-
Es fundamental aprender a poner límites personales adecuados. Para aprender lo que supone e implica esta estrategia tan básica de nuestro propio crecimiento personal, visualizemos por un momento un círculo luminoso y cálido que nos envuelve. Este espacio en el que quedamos contenidos es un área que nos protege del mundo exterior y que, a su vez, nos permite conectarnos con los demás sin la necesidad de fundirse.
Por su parte, ese círculo mágico tiene una propiedad fabulosa: es flexible. Permite que nos relacionemos sin perder nuestra propia identidad, y se extiende, a su vez, cuando percibimos algo o alguien que puede ayudarnos a crecer sin hacernos daño.
Sin embargo, este círculo es sabio e implacable. Cuando quieran perjudicarnos, se contraerá inmediatamente, porque
esa barrera defensiva está íntimamente ligada a nuestros propios valores, nuestra autoestima e identidad. Si lo que viene causa daño, lo deja fuera, y listo. Estos límites personales suelen desarrollarse en nuestros primeros años de infancia y adolescencia; sin embargo, es común que en ciertos momentos de nuestras vidas se hayan perjudicado, abiertos forzosamente por una permeabilidad excesiva.
No tiene problema, no es el fin. Siempre estamos a tiempo de remediarlo, de cauterizar sus partes rotos para crear otro círculo perfecto, fuerte y poderoso. Un círculo que tenga la flexibilidad adecuada para saber lo que nos conviene y lo que es mejor dejar en el vestíbulo de los invitados indeseados
, en la antessala de los falsos amigos, de los falsos sueños y de las falsas esperanzas. No todo lo que viene conviene. Recuerde eso.