Una prueba, una reunión familiar, un encuentro amoroso, una espera en el médico ... todas estas situaciones tienen algo en común. En todas ellas la ansiedad, la preocupación o la timidez pueden invadir. Estas emociones o pensamientos pueden ser exteriorizados con las palabras, con el cuerpo, oa través de los gestos. Las manos son un elemento de comunicación importante. Con ellas abrazamos, acariciamos y expresamos. Con ellas también manifestamos nuestra inquietud, aburrimiento, voluntad de terminar una reunión, o incluso la mala educación. Dentro de la expresión a través de las manos, las uñas pueden ser un reflejo de nuestras emociones o pensamientos.
Para muchas personas roer las uñas es una herramienta para canalizar sensaciones, aunque sea de forma inconsciente. Esto se conoce como onicofagia. La palabra viene de las palabras griegas onyx ("uña") yphagein("comer") (Cano, Peniche y Arellano, 2001). Generalmente la onicofagia es considerada una compulsión
, es decir, se realiza para gestionar sensaciones de ansiedad, pensamientos intrusos y sensaciones de inquietud. Tiene consecuencias importantes en nuestra salud bucal, imagen social y autoestima en los casos más graves. A pesar de las dificultades de revertir este hábito, no todo está perdido. Si no es un caso clínico, sólo es necesario un poco de voluntad, conciencia y motivación.Onicofagia, un problema sin resolver
La tendencia a roer las uñas, o onicofagia, sigue siendo un misterio
hasta en el mundo de la psicología, de la medicina o de la psiquiatría. En 2015 en el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry se publicó un artículo que defendía que la onicofagia no era signo de nerviosismo o ansiedad como la mayoría de nosotros piensa, sino una señal de perfeccionismo. Esta actividad podría ayudar a estas personas a manejar su insatisfacción o irritación.También encontramos estudios que demuestran que un tercio de aquellos que sufren de onicofagia conviven en un ambiente familiar donde otro miembro del grupo también tiene este hábito. Estos casos hablan de la imitación de niños en familias en las que un padre, madre o hermano suele roer las uñas.
Otros estudios simplifican la ecuación y relacionan la onicofagia al placer. La acción de roer las uñas generaría sensaciones placenteras. Comenzar por la voluntad propia? Se dice que es cuestión de tener fuerza de voluntad dejar de hacer algo o alcanzar un objetivo.
"Si no lo hace, es porque no quiere de verdad".
Sin embargo, este tema está cargado de tantas razones como de falta de ellas. Es verdad que nos da una visión simplista de la realidad, pero no es menos cierto que la voluntad y la motivación (sea cual sea) son el motor y la fuerza para empezar. Sin ellas no llegaríamos a ponernos ni en el punto de partida. Pero cuidado porque, muchas veces, querer no es poder. "Si usted comienza por prometer lo que todavía no tiene, perderá su voluntad de conseguirlo". -Paulo Coelho- La voluntad no mueve montañas, pero es muy importante para empezar. No importa que fallamos, que cometemos errores o que pasemos un período de vacaciones entero sin roer las uñas y que, al volver al trabajo, volvamos al hábito. Todos los finales son nuevos comienzos. Si una fórmula no funciona, pruebe otra diferente. Si no quiere cambiar qué, cambie como.
¿Qué hiciste mal la última vez? ¿Dónde estaba el error?
Recuerde la sensación de conseguir y empezar de nuevo. En el momento en que tome la decisión, escriba un mensaje positivo para sí mismo, algo que tenga significado, y coloque en un lugar visible. Esto le ayudará cuando las tentaciones aparezcan.
Sea consciente
Nada más importante para corregir los errores que tomar conciencia de ellos. En el trabajo, en las relaciones de pareja, en la comunicación y en cualquier actividad en la que queramos mejorar. La lucha contra la onicofagia es un maratón. Una buena forma de empezar es haciendo registros y anotando los momentos en que usted ríe las uñas.
¿Dónde estás? ¿Qué estás haciendo?
Registrar es una forma de tomar conciencia de las actividades o personas que rodean este comportamiento. Las horas, los lugares ... dirigiendo, en el semáforo, al final del día ... cada momento es importante porque le dará una idea de los estímulos que están más asociados a la acción de roer las uñas. "Dar cuenta de lo que hay que hacer, y no hacerlo, es cobardía". -Confoco-
Pequeños pasos nos llevan a grandes conquistas.
El gran enemigo de la motivación son los objetivos imposibles.
Tal vez usted tenga un evento o entrevista de trabajo y, para ello, decide no roer las uñas. Es paradójico porque en el momento de mayor ansiedad usted deja de lado su arma para combatirla. Ciertamente en algún momento usted acabará por olvidar el objetivo, roerá las uñas y sentirá una sensación de fracaso e incapacidad.
Esto es poner mucha presión para eliminar un hábito como la onicofagia, que puede estar en nuestro interior desde hace años. Ciertamente hay personas que lograron eliminarlo de primera. Siempre existe la persona que habla de su último cigarrillo. Pero ... y aquellos que no funcionan así? Intentar no ser demasiado duro consigo mismo es una buena idea cuando la tentación venció la voluntad. Pruebe a hacer esto con uno o dos dedos y marque un objetivo de fin de semana o vacaciones. La suma de objetivos simples y más fáciles hará que alcancemos grandes metas. Cada paso cuenta, y así como debemos registrar la conducta que queremos cambiar, también vale la pena registrar las conquistas que vamos alcanzando.
"Los objetivos sólo se alcanzan si se miden los progresos".
-Guy Kawasaki- Prepárese para la tentación
Evitar la tentación es el paso siguiente después de conocer las situaciones, personas o momentos del día en que la onicofagia aparece. Sin embargo, no podemos escapar o evitar constantemente. Una de las estrategias es recurrir a nuestra mente. Anticipar la situación y la forma de salir de ella sin roer las uñas es visualizar un momento de éxito del cual podamos salir fortalecidos.
Busque pensamientos alternativos a los que viajar y mensajes positivos en los que pueda apoyarse.
Otro recurso es el entrenamiento del cuerpo en respiración y relajación para combatir las situaciones que causan nerviosismo. "Quien evita la tentación evita el pecado".
-Ignacio de Loyola- Así como se puede entrenar el cuerpo y la mente, también podemos aprender a domar el comportamiento. Una serie de ejercicios prácticos son llevar la mano a la boca y dejarla a 5 centímetros de distancia, aguantar las sensaciones, o morder un dedo y aguantar 20 segundos. Si lo hace de forma consciente y como entrenamiento, poco a poco se acostumbrará y será más fácil identificar las sensaciones que preceden al acto que quiere evitar: el de roer las uñas.
Busque alternativas (para la boca y las manos)
Todos los que lucharon contra un mal hábito (más o menos inofensivo) saben lo difícil.
Muchas veces hay una cierta incomprensión por parte de las personas que rodean la que intenta dejar este hábito , pudiendo recibir incluso comentarios que aluden a su debilidad mental.
A veces la visualización, la voluntad o la mentalización no bastan. Entonces, encontrar alternativas puede ser una solución. No olvidemos que para cada persona hay una mejor opción. Lo importante es recordar que podemos actuar en dos focos: la boca y las manos.
Ante la necesidad de tener algo en la boca para aplacar los nervios, la inquietud o el tedio, podemos recurrir a mascar chicle, jengibre, o chupar regaliz,etc. Tener algo en la boca retira esta necesidad de ocupar este espacio. Otro punto en el que podemos actuar son los dedos.
Lavar las manos, usar guantes, esmaltes, colocar algún adhesivo, puede ayudar a evitar la acción.
Al menos puede servir de recuerdo directo del objetivo trazado. Además, usted puede tener otros objetos para tocar y distraerse, como un llavero, un bolígrafo, una pequeña bolita, etc. Algo con lo que pueda jugar y tener las manos entretenidas. Si usted busca, encontrará Es una tentación. Hay un momento en que las uñas empiezan a crecer y es lógico que la sensación sea extraña. Involuntariamente tocamos los dedos, los miramos y acariciamos las uñas. Otra costumbre es pasar las puntas de los dedos o rozar las uñas con las robas. Evitar estos gestos será fundamental. En el momento en que hayamos entrenado la atención para tomar conciencia de lo que hacemos, será difícil evitar caer en la tentación.
Cuando hay una pequeña irregularidad en la uña, un truco simple es usar un pequeño adhesivo encima. Con eso evitaremos recurrir a los dientes para superar eso que no toleramos, los picos en las uñas. Si en un momento dado nos encontramos realizando este tipo de actividad, "recoja" las manos.
Es decir, cierre los puños, busque a alguien e inicie una conversación, o hasta que coloque las manos en los bolsillos o debajo de los muslos si está sentado.
Si está progresando, celebre
En este punto cabe destacar cuán difícil es reconocer los méritos de nosotros mismos. Muchas veces, por la educación recibida o por miedo a pasar una imagen distinta de la que queremos proyectar, dejamos de valorar las pequeñas conquistas que alcanzamos. Este enfrentamiento perjudica la construcción de la autoimagen. Si llegamos a una meta hay que premiarnos : con eso no vamos a ser menos humildes y ni nos hallamos más que nadie.
Aunque para las personas que nos rodean sean acciones menores, si fijamos una meta y la alcanzamos, será positivo potenciar la satisfacción propia que emana de la conquista. Podemos definir pequeñas recompensas si conseguimos, por ejemplo, quedarnos una semana sin roer las uñas. Además, buscar la complicidad con el entorno puede ayudarnos en el proceso. Si entienden y sienten empatía, serán un apoyo fundamental.
Por otro lado, si el problema es un caso de salud al punto de causar sangrados, deformación en los dedos, o está asociado a un trastorno obsesivo - compulsivo, depresivo o ansioso -será fundamental consultar a un médico
para asesoramiento, control y acompañamiento del hábito y de todas las consecuencias que él causa.