Cuando creemos vehemente en algo y nos presentan una prueba que pone en jaque esa creencia, tenemos dos posibilidades.La primera, percibir que podemos estar equivocados, asumir que nuestra opinión está equivocada y repensar nuestro punto de vista. Esto sería hacer uso del pensamiento reversible.
O, la otra posibilidad existente y la cual los seres humanos suelen preferir: hacer exactamente lo opuesto. Aferrarnos a nuestras creencias y hacerlas irreversibles. Estar ciegos frente a la existencia de otra realidad y mantener firmemente nuestra posición. Así es la maravillosa complejidad e imperfección del cerebro humano.
¿Por qué es tan importante?
El pensamiento reversible es la capacidad que las personas tienen de razonar de forma bidireccional, es decir, en un sentido y en su opuesto. Él nos confiere la capacidad de resolver problemas complejos y nos permite ver todas las posiciones intermedias entre dos opiniones opuestas.
Es una forma de pensar que amplía nuestra mirada y hace más fácil vencer las dificultades, tanto profesionales como personales. Gracias a esta reversibilidad, podemos observar nuestros conflictos o nuestros problemas a partir de un prisma más amplio y tratarlos de manera más directa y lógica. En la cara opuesta está el pensamiento polarizado, que es taxativo.
Es decir, una cosa es una cosa u otra. No hay medio término ni discusiones posibles en relación al tema. Esta polaridad nos deja estancados, inmóviles y paralizados. Si logramos situarnos en uno de los puntos intermedios de ese continuo, vamos a poder aprovechar el potencial de nuestro pensamiento reversible. Este es el pensamiento que verdaderamente nos pone en movimiento.
Ciegos frente a la evidencia
Piense que usted está caminando en un bosque, usted ya está caminando por horas y tiene mucho hambre. En lo alto de una montaña, a lo lejos, ves un manzano. Usted va corriendo hacia ella. Su mirada se concentra en las maravillosas manzanas. Pero cuando llegas allá arriba, percibe que las manzanas están podridas. Usted no puede comerlas. Sin embargo, a lo largo de todo el camino que había recorrido había árboles frutales de todo tipo.
Si hubiera mirado a su alrededor ...! Así que, a veces, el cerebro humano funciona. Muchas veces nos comportamos como burros.
Sólo mira hacia adelante, sin preocuparnos de girar la cabeza y mirar lo que está pasando a nuestro alrededor. Nosotros vagamos incapaces de asimilar la contradicción y de desprenderse de nuestras creencias. No es terquedad, algo más orientado al estudio de los rasgos de personalidad. Es la sumisión a la irreversibilidad. 8 reacciones frente a evidencias contrarias En particular, las reacciones posibles cuando estamos frente a una evidencia contraria a nuestras creencias son 8
(Chinn y Brewer, 1933). Las tres primeras son más propias del pensamiento irreversible: ignorar, negar y excluir los datos. Las 5 últimas son del pensamiento reversible: suspender el juicio, reinterpretar los datos, aceptarlos, hacer cambios periféricos en la teoría; y aceptar los datos y cambiar las teorías.
¿Por qué no usamos nuestro pensamiento reversible? Nuestro cerebro no es tan perfecto como creemos, a pesar de ser considerado un órgano minucioso, que se dedica a realizar precisos análisis racionales. Pero cuando levantamos esa cuestión de la reversibilidad del pensamiento, nos damos cuenta de que no es así. Solíamos volver nuestros esfuerzos a encontrar datos, evidencias, hipótesis que confirmen nuestras creencias.
Rara vez elegimos lo contrario. Si intentáramos buscar pruebas que ponen en jaque nuestras tendencias, el cerebro las interpretaría como un autómata e intentaría sacar la idea de nuestra cabeza.
"La reversibilidad es la característica más definida de la inteligencia."
-Jean Piaget- Basta encontrar algún indicio de que tenemos razón para reafirmar nuestro pensamiento y conformarnos.
Por ejemplo, alguien que esté convencido de que el tabaco no perjudica la salud va a buscar en las dos millones de páginas que existen en Internet la única que afirma que "fumar prolonga la vida".
A pesar de ser una falacia, si no tenemos pensamiento reversible, nos dejaremos llevar por esa frase. De los millones de páginas que indican lo contrario y de los diversos estudios que confirman los males provocados por el tabaco, quedaríamos con aquella que refuerza nuestra creencia.
¿Cuántas veces has oído hablar de los heurísticos? Son un tipo de atajo mental que nuestro cerebro utiliza para ahorrar energía.
Es decir, si por medio de dos caminos se consigue el mismo resultado, el cerebro intentará usar aquel en el que tenga que emplear el menor número de recursos.
Esto quiere decir que estamos gobernados por un principio de economía mental. Es una cosa incontrolable, intangible, que escapa a nuestra conciencia. Y es una explicación de por qué nuestro cerebro prefiere buscar datos que validen nuestras hipótesis que aquellos que la contradice.
Para que el pensamiento reversible ocurra, es necesario otro formal, lógico y racional. implica un esfuerzo que nuestro cerebro no siempre está dispuesto a asumir. Es más fácil acomodarse y conformarse con una opinión ... Nuestro cerebro sufre de pereza cognitiva!
Es necesario desmitificar su funcionamiento y saber que él suele usar cualquier método para deshacerse de trabajo.
Esto sucede constantemente en nuestro día a día. Puede parecer extraño, pero nadie está exento. Frente a un mismo acontecimiento podemos apegarnos a nuestra opinión sin importarnos con el resto o ampliar nuestra mirada y prestar atención a las controversias.