Es común tener la idea arraigada de que las personas egoístas son narcisistas. Creemos que estas personas sólo se preocupan por ellas mismas, que se valoran y se aman por encima de todo. Sin embargo, la realidad es muy diferente:las personas egoístas no sólo tienen dificultad para amar a los demás, sino también para amarse a sí mismas.
Entendemos que una persona egoísta es aquella que sólo se interesa por sí misma. Ella carece de respeto y de interés por las necesidades de los demás, se relaciona con las personas principalmente por su utilidad y por los beneficios que pueden extraer de ellas.
Establecen, por lo tanto, relaciones instrumentales para cubrir sus necesidades, sin considerar la vertiente emocional de las personas. Esto puede suceder, a su vez, por el temor de involucrarse demasiado en las relaciones y salir herido. Así, en realidad, lo están haciendo es huir del amor.
La persona egoísta no obtiene satisfacción en dar; su preocupación está básicamente en lo que va a recibir a cambio. Puede dar la impresión de que toda esta energía que se enfoca en sí misma es consecuencia del amor propio que siente. Sin embargo, todas estas actitudes implican una gran incapacidad de amarse a sí mismo.
"No ve más que a sí misma; juzga a los demás según su utilidad; es básicamente incapaz de amar. Esto no prueba que la preocupación con los demás y consigo mismos son alternativas inevitables? Esto sería verdad si el egoísmo y el amor propio fueran idénticos, pero tal suposición es precisamente la falacia que llevó a tantas conclusiones erróneas acerca de nuestros problemas. "
-Erich Fromm-
Las personas egoístas no poseen amor propio
Es común que las personas confunden amor propio con el hecho de ser egoísta. La persona que ama a sí misma está lejos de parecer una persona egoísta, ya que existen diferencias notorias que denota una preocupación real tanto consigo mismo como con las personas que la rodean.
Cuando nos sumergimos en el propio conocimiento de nosotros mismos, iniciamos, a su vez, una mejor comprensión de los demás. El autoconocimiento es la única forma de ser consciente de nuestras propias limitaciones, de la falta de auto-aceptación y de todos los miedos subyacentes al propio comportamiento. "El egoísmo y el amor por sí mismo, lejos de ser idénticos, son realmente opuestos. El individuo egoísta no se ama mucho, sino muy poco; en realidad, se odia. Esta falta de cariño y cuidado no es más que la expresión de su falta de productividad, lo deja vacío y frustrado. Necesariamente se siente infeliz y ansiosamente preocupado por arrancar de la vida las satisfacciones que él se impide obtener. -Erich Fromm-Amarte para poder amar
Es fundamental amar primero a sí mismo para entonces poder amar a los demás
. Este hecho es primordial y está muy lejos de lo que es el egoísmo. Atender y oír nuestras propias necesidades, dándoles el valor que merecen, supone un respeto consigo mismo, imprescindible para aprender a amarse.
Considerar las propias emociones, expresándolas y aceptándolas, nos transforma en personas más auténticas con facilidad para relacionarse a partir de la intimidad y la confianza, y no a través del miedo de ser herido, que sólo termina en relaciones superficiales, donde vamos agregando capas que nos impiden ver nuestra propia capacidad de amar. "La idea expresada en el versículo bíblico 'Ame al prójimo como a sí mismo' implica que el respeto por la propia integridad y unicidad, el amor y la comprensión de sí mismo, no pueden separarse del respeto, el amor y la comprensión del otro individual. El amor hacia sí mismo está inseparablemente ligado al amor por cualquier otro ser. "
-Erich Fromm- Enganamos a nosotros mismos creyendo que amamosDel mismo modo que la persona que es egoísta es incapaz de amar,
eso sucede también con la persona que tiene una gran preocupación con los demás,
y se dedica completamente a aquellos que la rodean, desconectándose de sí misma. De esta forma, cree que siente tanto amor que es capaz de renunciar a sus necesidades.
Este ejemplo es fácil de ver en las madres superprotectoras y en las personas que se olvidan de sí mismas para prestar atención a los demás, y estar a su disposición para cuando lo necesiten. Son personas que se derraman en las necesidades ajenas como si fueran las propias.
Esta forma de amar puede ser confundida con personas muy buenas, que están dispuestas a entregarse desinteresadamente, y aman al prójimo incluso más que a sí mismas. Esta conclusión es igualmente engañosa a la de que el egoísta ama mucho a sí mismo. Ambas formas de amar son un autoengano en el que se manifiesta una compensación exagerada por su incapacidad de amar. "Es más fácil comprender el egoísmo comparándolo con la ávida preocupación por los demás, como la que encontramos, por ejemplo, en una madre superprotectora. Aunque ella cree conscientemente que es extremadamente cariñosa con su hijo, en realidad posee una hostilidad profundamente reprimida contra el objeto de sus preocupaciones. Sus cuidados exagerados no obedecen a un amor excesivo hacia el niño, sino al hecho de que ella necesita compensar su total incapacidad de amarlo. "
-Erich Fromm- Como podemos comprobar en los ejemplos de las personas egoístas y en las las personas que no se preocupan por sí mismas, éstas son dos formas en las que no existe el amor por sí mismo, por lo que no puede existir el amor por las otras personas. "De esto deducimos que mi propia persona debe ser un objeto de mi amor, del mismo modo que es la otra persona. La afirmación de la vida, la felicidad, el crecimiento y la libertad propia están arraigados en la propia capacidad de amar, es decir, en el cuidado, el respeto, la responsabilidad y el conocimiento. Si un individuo es capaz de amar productivamente, también ama a sí mismo; si sólo ama a los demás, no puede amar de ninguna manera. " -Erich Fromm-