Toda pérdida, despedida o cierre en nuestras vidas nos deja llenos de incertidumbre y miedo en relación a lo que viene por delante, sobre todo si cuando terminamos algo contamos con un apoyo con el que ya no tendremos. Así, algunos miedos también suelen aparecer cuando se acerca al final de un proceso terapéutico. En ese caso, cuando se alcanzó los objetivos que fueron propuestos inicialmente en la terapia, enfrentamos la despedida o el cierre de la terapia y, con él, el miedo a las recaídas y de no ser capaz de enfrentar el mundo sin la seguridad que el respaldo psicológico puede oferta. Estos miedos son muy comunes. Por lo tanto, para garantizar un buen final del proceso terapéutico, deben ser tratados en la terapia antes de que se dé por concluida. Para ello, se suele utilizar diferentes técnicas destinadas a diferentes objetivos, todas ellas relacionadas al miedo del que hablamos: Ayudar que el paciente se atribuya a sí mismo los méritos de los cambios que ocurrieron durante el proceso terapéutico.
Crear "mecanismos de seguridad" que faciliten el enfrentamiento de posibles recaídas o crisis. Facilitar la transición
- de una vida con terapia para una vida sin ella.
- Aunque puede parecer simple, cada paciente y cada proceso terapéutico son diferentes, por lo que es necesario analizar cada caso de manera individual. Tomando esto en consideración, en este artículo vamos a tratar, en general, sobre cómo ayudar a nuestros pacientes a enfrentar el cierre de la terapia con éxito.
- Un buen cierre de la terapia ocurre cuando el paciente asume como su mérito del cambio Cuando un paciente entra en una consulta psicológica, normalmente lo hace con la expectativa de que el psicólogo va a solucionar sus problemas. Esto suele suceder porque estamos acostumbrados al modelo médico en el que un profesional en los ingresos una solución externa que no suele exigir ningún cambio excepcional en nuestras vidas. Al menos nada más difícil que tomar algunos comprimidos en los horarios establecidos. Pero, como muchas personas desconocen, un buen psicólogo no trabaja así. En una terapia psicológica lo que se busca es hacer que el paciente que inicia la terapia
acabe transformándose en su mejor terapeuta : dominando y utilizando de manera efectiva las herramientas que el psicólogo suministró.
Esto no significa que cuando una persona que ha tenido un problema psicológico y ha logrado tratarlo con éxito, se convierta en alguien autónomo capacitado para atender a otras personas o darles consejos. Pero significa que, como un especialista de sí mismo y de su propio problema, es capaz, después del cierre de la terapia, de aplicarse a sí mismo todo lo que aprendió en ese proceso sin la necesidad de un acompañamiento o una supervisión psicológica continua.
Es muy importante que este mensaje sea transmitido de manera clara por los psicólogos a sus pacientes.
Es necesario que los pacientes sepan que son los principales emprendedores y defensores de los cambios establecidos en su vida. Nosotros, como psicólogos, sólo ayudamos a alcanzar el bienestar propuesto, tratando de estimular las capacidades con herramientas bastante específicas. Además, son los pacientes quienes pusieron en práctica las estrategias y cosecharon los resultados: son ellos quienes caminaron hasta el punto en que se encuentran hoy. Para tratar este tema en el cierre de la terapia, suele ser positivopedir al paciente reflexionar sobre lo que aprendió o, incluso, escribir una carta a su yo del pasado: aquel que buscó la ayuda psicológica para enfrentar un problema que fue resuelto o con el que aprendió a lidiar. Esto va a hacer que la persona adquiera o interiorice una perspectiva diferente sobre lo que es capaz de hacer, utilizando ese ejercicio de toma de conciencia como una gran ayuda para posibles recaídas.Los "mecanismos de seguridad" esenciales en las posibles recaídas
Los "mecanismos de seguridad" son aquellos recursos que el paciente debe tener a su alcance para poder enfrentar posibles recaídas.
Estos mecanismos incluyen desde la explicación del problema al comienzo de la terapia hasta la normalización de las "recaídas" como una fase del problema. Al comienzo de cualquier proceso terapéutico, se deben explorar los antecedentes y las consecuencias de los problemas por los que se recurre a la terapia. Este análisis debe incluir las situaciones o las personas que facilitan o provocan la aparición del problema, pero también las emociones que afloran.
Estos datos son muy importantes para realizar un tratamiento personalizado y exitoso, pero también son fundamentales en el cierre de la terapia: son pistas muy importantes relacionadas con las posibles recaídas. Piense que una recaída siempre ocurre en un contexto significativo y los puntos fundamentales de ese contexto son tan importantes como los puntos fundamentales personales a la hora de poder tratar y prever las conductas. Así, si identificamos las situaciones en las que el problema puede aparecer, estaremos más preparados para enfrentarlo. El conocimiento profundo del problema no es sólo útil para predecir las recaídas, pero también nos proporciona la información necesaria para afrontarlas. Por eso, al analizar el problema de forma global y personalizada, sabemos cuándo puede surgir y qué rechazo emplea en cada situación, pudiendo enseñar a nuestros pacientes esos "mecanismos de seguridad" que les ayudarán a superar cada agujero en el camino.Además, es necesario dejar claro al paciente que es él mismo quien tiene el control de su problema.
Entonces, si ocurre alguna recaída, es él mismo quien puede redefinirla como una simple caída. La diferencia entre ambos términos está delimitada por el control que atribuimos a nosotros sobre el problema que nos llevó a la consulta y los pensamientos que van a surgir cuando de la reaparición del problema.
Para explicar mejor con un ejemplo simple: no es porque saltamos un día de la dieta que significa que perdemos todo el esfuerzo que empleamos en ella y todos los progresos. Así pues, podemos decidir si vamos a continuar con ella o volver a los viejos hábitos. En un tratamiento psicológico de una recaída podemos hacer lo mismo, podemos decidir rendirse o pensar en los progresos y dejar que se convierta en un pequeño tropiezo en el camino. Hablar sobre la transición a una vida sin terapia cuando fue larga
Por último, otro proceso que dificulta el cierre de un proceso terapéutico implica la preocupación, los miedos y la dificultad que los pacientes sienten cuando pasaron por un proceso terapéutico de larga duración . En ese caso, no es que ellos temen enfrentar una posible recaída del problema, pero
temen una vida sin supervisión psicológica: sin alguien que ajuste o valide sus estrategias. Puede ser que esto suceda porque se crearon sentimientos de cariño, amistad o incluso dependencia por parte del paciente en relación a su psicólogo. Por eso es conveniente que, si el proceso terapéutico es extenso, se establezcan distancias con el paciente: no somos sus amigos y no estaremos a su lado siempre.
Este proceso puede complicarse cuando nuestro paciente no dispone de una buena red de apoyo social y acabamos siendo nosotros, como psicólogos, que hemos ocupado ese lugar significativo en su mundo social. En ese caso, uno de los objetivos terapéuticos-antes de encarar el cierre de la terapia- será enriquecer en la medida de lo posible la red social del paciente o generar una nueva red para que él tenga con quien desahogar o compartir sus problemas.
Al final, lo que pretendemos al enfrentar el cierre de la terapia es que el fin sea consentido por los pacientes y que sea resultado de un proceso terapéutico satisfactorio. Para que eso se realice, es necesario intentar hacer que tanto paciente como psicólogo estén de acuerdo con lo que fue conquistado en las sesiones y que, además, el paciente sepa claramente que logra enfrentar una vida fuera de la terapia con éxito.