Saito es un chico de 20 años,de clase media, que lleva años encerrado en su habitación por voluntad propia. Pasa casi todo el día durmiendo y dedica la noche a ver la televisión o jugar videojuegos.Sus únicos amigos son virtuales ... nunca pasan de la pantalla del ordenador.
Saito no permite que nadie entre en su habitación.Su madre deja su comida todos los días en la puerta, con una resignación que la sumerge en una profunda tristeza ... sus padres viven con mucha vergüenza y un gran sentimiento de culpa, pensando que no supieron educar a su hijo, e intentan esconderlo la comunidad y los vecinos.
Su cuarto es su único mundo, donde duerme, come, orina y defeca. Saito está empezando a acumular basura y descuidar de sí ...pero nadie quiere o nadie puede hacer nada. Sus padres tampoco saben cómo afrontar el problema.
Los hikikomori
El caso de Saito es una historia ficticia basada en la lectura de muchos casos como el del protagonista de nuestra historia, que poseen el mismo tipo de conducta. Son los hikikomori, un término consolidado en 1986 que significa "alejados de la sociedad", y que hace referencia a adolescentes y jóvenes adultos, en su mayoría hombres y primogénitos, por haber mayor presión en hombres que en mujeres en Japón. Un fenómeno social que parece estar fundamentado en la estricta sociedad japonesa, en la que viven sus habitantes. En muchos casos, sobre todo con los más jóvenes, la sociedad los ahoga. Japón tiene uno de los mejores sistemas de educación de todo el mundo, las mejores empresas y una economía más que sobresaliente.
Desafortunadamente, el fenómeno se está extendiendo y en España se contabilizan165 casos,
según el Instituto de Neuropsiquiatría y Adiciones del Hospital del Mar de Barcelona, el primer estudio a nivel europeo.Desde que el niño japonés entra en una guardería, ya empieza la competencia. Ella tiene, incluso, que pasar por una prueba para entrar. El sistema escolar y las perspectivas de futuro son bastante absurdas con los japoneses.Muchos no soportan el sistema,sienten tanta presión, tanto miedo del fracaso, que la única salida que encuentran es refugiarse en su cuarto, donde nada y ni nadie podrá exigir algo o causar daños. Desafortunadamente, hay un porcentaje de casos que acaba en suicidio, aunque otros, por suerte, terminan siendo reinsertados en la sociedad.
La ONG New Start En Japón, esto sigue siendo un problema muy delicado,
para el cual la sociedad sigue dando la espalda. Por eso, hace más de una década que un profesor jubilado, Futagami Noki, que, en los años 90, tenía alumnos con ese problema, decidió crear una ONG para ayudar a ese tipo de niños.La ONG se llama New Start.Su método consiste enalojar a los niños enapartamentos compartidos
y durante la semana pueden hacer algunas actividades ofrecidas por el centro y que les den motivación: cafetería, panadería, granja, apoyo para ancianos, escuela de enfermería e incluso una sala de redacción para hacer publicaciones en un periódico local. Cuando hay alguna mejora,
entran en el programa de reinserción laboral, que la ONG posee en diferentes empresas.Se trata de un problema grave que esta valiente y luchadora ONG enfrenta cada día. En algunos casos, los Hikikomori entran voluntariamente en el New Start, pero en otros muchos casos son los padres que piden ayuda. Comienza un duro trabajo en el que se envían cartas a los niños, pidiendo que salgan de la habitación y recurran a New Start. Sin embargo, las cartas casi nunca se responden; como última opción,"Hermanos y hermanas de alquiler" van varias veces a sus casas para tratar de convencerlos.
De hecho, el problema es devastador, como nos afirma uno de los colaboradores de esa ONG, Ayako Ogury. "A veces, podemos visitarlos por más de un año hasta que salgan de la habitación ... si es que salen.""Los hikikomori constituyen un mensaje poderoso para la sociedad japonesa", según la doctora Hisako Watanabe. "Su simple existencia tendrá que forzar el cambio".