En el mundo actual, muchas personas piensan que buena parte de sus problemas provienen de no tener más de lo que tienen. Por eso, dedican la mayor parte de sus vidas a adquirir algo que suponen que los hará felices. El problema es que, como este razonamiento es básicamente falso, nunca consiguen tener suficiente para ser felices. En realidad, hay una pizca de infelicidad en aquellos que tienen demasiado.El exceso, sea cual sea, es vivido como una carga.Y como carga que es, conduce a distorsiones y dificultades para alcanzar una verdadera calidad de vida. Esto se aplica a todo: el exceso de comida, de bebida, de bienes, de belleza, de éxito y así sucesivamente. "La pobreza no viene de la disminución de las riquezas, sino de la multiplicación de los deseos."
-Platán- El deseo de tener más y más de algo no nace de una carencia específica de ese bien. No es que falte más alcohol en el cuerpo del alcohólico, ni que el guloso compulsivo necesite más proteínas. Mucho menos al millonario hace falta el dinero, pero eso no significa que esas personas no quieran más. En todos estos casos, lo que sucede es que el verdadero deseo está enmascarado, y por eso nunca llega a ser saciado.La infelicidad de los que tienen demasiado
Existe una verdad que parece ser contradictoria a primera vista: la falta de bienes materiales da origen a la infelicidad, pero poseerlos no es el comienzo de la felicidad.
Los seres humanos necesitan una base material mínimamente digna para constituirse como personas, crecer y evolucionar. Si carecemos de ese mínimo, probablemente iniciamos una cadena de carencias que nos conducen a la injusticia ya la falta de autonomía.La extrema pobreza no permite el acceso a la educación, a los servicios de salud, a los bienes culturales. Ella impide que podamos disfrutar de los bienes de la sociedad en condiciones de igualdad. Generalmente, también nos condena a una vida precaria ya la infelicidad, que gira casi exclusivamente alrededor de garantizar la supervivencia. En el otro extremo están los que tienen demasiado, que teóricamente deberían ser mejores personas, ya que han logrado todo e incluso más de lo que necesitan.
Su facilidad de ingreso en la educación, de poder tener experiencias más gratificantes, y el propio hecho de saber que son más afortunadas que la mayoría de los seres humanos debería traducirse en un grado más alto de felicidad en sus vidas. Sin embargo, muchas de esas personas están sumergidas en lo contrario, es decir, en la infelicidad.
Las personas que tienen demasiado suelen ser problemáticas, exigentes e inconformistas.Ellos son dominados por los caprichos. Son asediadas por la insatisfacción. Ellas son egoístas y superfluas, e incluso indiferentes en relación al mundo. Normalmente también son cínicas. Esto no se aplica a todos los que están en esta situación, pero se trata de algo bastante común.Más es menos y menos es más?
En el campo del desarrollo personal, el dinero es sólo un instrumento que está lejos de ser el más importante.
Como se ha señalado anteriormente, todo ser humano debería poder contar con un mínimo de condiciones que permitan su desarrollo y su inserción en la cultura. Sin embargo, lo que acaba de definir el éxito o el fracaso de una persona que nació en condiciones de pobreza es su capacidad para asumir las dificultades de forma creativa. Existe la creencia de que las personas en situación de pobreza tienen muchas dificultades. La dificultad está en el día a día de todos nosotros, así como el Sol o la Luna. "Siempre falta algo a alguien", como dice el texto de Facundo Cabral. Siempre hay algo para administrar, medir, distribuir.
La vida es un desafío diario que tenemos que asumir desde pequeños.Para los que tienen demasiado, el asunto no es difícil, ni tampoco emocionante. Difícilmente se ven expuestos a situaciones extremas, en las que el ser debe prevalecer antes del ter.
Muchas personas con dinero educan a sus hijos en el límite de la austeridad. Sin embargo, su futuro es relativamente seguro, a diferencia de quien no tiene nada y se debate todos los días con la incertidumbre.
El resultado de todo esto es que, en la mayoría de los casos, quien tiene poco desarrolla con mayor vigor su capacidad de resiliencia.Estas personas aprenden a lidiar con la frustración y pueden valorar lo que obtienen. Al contrario, los que tienen demasiado se pierden en la experiencia del vértigo. Es verdad: van a sufrir mucho menos en muchos aspectos; pero también van a ser, en general, menos resistentes a los desgracias del destino. Hay una pizca de infelicidad en todos los excesos.